Hoy me ha pasado algo que me ha hecho reflexionar de forma especial. Ha sido el comentario de una lectora, sobre uno de los personajes principales de la saga Aesir-Vanir: Sandra, la joven que suele aparecer en portada. Una joven como otra joven cualquiera, que sin embargo vive atormentada por la pérdida de su padre, y el sueño de encontrarlo algún día, mientras ella explora su propio futuro como individuo. Dos metas que se cruzarán en su futuro.
Es increíble cómo algunas personas son capaces de atravesar todas las fronteras de la realidad, y llegar a lo más profundo del pensamiento de aquel que crea personajes para una obra. La verdad es que me he sentido conmovido, como pocas veces en mi vida, la verdad.
Empiezas escribiendo libros, y al final de tu vida entiendes que, en realidad, ellos te han escrito a ti. Tu vida, tus sueños, tus miedos, tus esperanzas, todo en ti está en el papel. No queda nada del escritor cuando termina su obra. Todo está en esas hojas que se mecen al viento de las miradas de aquellos que te lean. Esa es la vida del escritor. Esa es su fuerza, su poder, su esencia. Y por eso la vida habrá merecido la pena.