La guerra fría y la historia detrás de «Firefox»

Hoy hablaré de un tema que siempre me ha gustado: la historia de la aviación militar y la guerra fría, en relación a una película que volví a ver el otro día, que estaban dando por casualidad en la tele: «Firefox», de Clint Eastwood. La vi en su momento, y ya me pareció floja. La nueva visualización confirmó claramente aquel sentimiento. Pero no vengo tanto a hablar de la película, sino de lo que hay detrás de la misma.

«Firefox» es una película de 1982, ambientada en los sucesos que durante casi cincuenta años mantuvo en vilo al mundo con lo que se denominó «la guerra fría», un conflicto entre Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, en el que ambas superpotencias jugaron a un peligroso juego de ajedrez, cuyo tablero era el mundo primero, y el espacio después. Una época que se está olvidando con demasiada rapidez, ahogada en un mundo fácil donde no hay amigos claros, y, todavía mucho peor, no hay enemigos definidos. Y nada es peor para una civilización que un enemigo que no se ve, ni se siente, y que es como una sombra que está en todas partes, y en ninguna.

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La película está protagonizada por Clint Eastwood, en el papel de Mitchell Gant, un veterano piloto de caza de Vietnam con traumas derivados de la guerra. Los soviéticos han desarrollado un formidable caza, el MiG-31 Firefox, que tiene unas capacidades asombrosas, muy superiores a las de cualquier avión de occidente. Este avión, de producirse en masa, supondrá un desequilibrio claro en el estatus de fuerzas que ambos países mantienen, y que es, paradójicamente, la clave de que no se produzca una contienda abierta.

La disuasión nuclear, y no poder disponer de una fuerza militar convencional claramente superior, evitaron la guerra durante aquellos años. Recordemos que hubo momentos críticos, como la crisis de los misiles de Cuba. Aparte de muchos otros eventos de los que poco o nada se sabe, pero que fueron en ocasiones críticos para iniciar una tercera guerra mundial.

La película en sí no es nada del otro mundo. La primera parte tiene su interés, porque permite ver cómo era aquel mundo polarizado, donde los americanos eran «los buenos» y los rusos «los malos», tal como nos lo vendían en Occidente. Claro que las tornas cambiaban si ibas al «bando de los malos», como pude comprobar cuando estuve en Checoslovaquia, poco después de la caída del muro. Allí me vendieron lo contrario: los malos eran los imperialistas americanos. Un mundo bipolar que, en realidad, era tremendamente más complejo.

Si la primera parte es regular tirando a mala, la segunda parte, desde que roba el avión, es muy mala, para qué lo vamos a negar. Efectos especiales de baja calidad, un argumento infantil, y unos rusos más torpes en sus tácticas militares que el coyote persiguiendo al correcaminos.

Pero esta película tiene un origen y una base real, y no me refiero al libro en el que se basa, de 1977, sino al hecho de que, en la guerra de Vietnam, los aviones rusos dejaron claro que los aviones americanos no eran aquel orgullo de poder y superioridad que los Estados Unidos proclamaban. Y no es que yo tenga ninguna predilección por americanos o rusos, me remito a los datos desclasificados hace poco, que dejan bien claro que Vietnam fue un desastre para Estados Unidos, algo que ya sabíamos, pero que fue incluso peor de lo anunciado. Por no hablar de Corea, donde presumían de una tasa de victorias de 12:1, es decir, de 12 aviones rusos derribados por cada avión americano, cuando, en realidad, la tasa fue de 3 a 1, e incluso de 2 a 1. Todavía superior, pero para nada el éxito que se vendía. Propaganda. Como ocurre siempre.

Cuando acabó Vietnam, los americanos (o mejor dicho, los estadounidenses, y perdonen que mezcle ambos términos, sé que no gusta a los no estadounidenses) sabían que sus aviones estaban quedándose detrás en aspectos importantes, frente a una nueva generación de aviones rusos. Entonces surgió un nuevo avión: el Mikoyan Gurevich MiG-25, que empezó a dar servicio en 1970. Este avión volaba impunemente por los cielos de Israel, a tal altura y velocidad, que ni los cazas americanos, ni sus misiles, podían alcanzarlo. Esto, lógicamente, produjo dolores de estómago importantes en los líderes occidentales, y especialmente en la Casa Blanca y el Pentágono. Un avión que paseaba impunemente por cielos prohibidos era una provocación, y requería tomar medidas inmediatas.

En este contexto, llegaron noticias, a mediados de los años setenta, de que los rusos estaban diseñando un avión muy superior incluso al MiG-25: el MiG-31. Este MiG-31 era un avión capaz de cosas sorprendentes según los datos filtrados, y, si ya era un problema saber cómo oponerse al MiG-25, el MiG-31 parecía indestructible. Los rusos tenían un arma definitiva.

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MiG-31

Es en ese contexto cuando nace el libro que dio lugar luego a la película «Firefox». La película trata precisamente del robo de este avión, a manos del siempre duro Clint Eastwood, en uno de sus papeles, si me lo permiten, de menor calidad de su historia. Creo que Clint Eastwood ha hecho grandes películas, ahí está «Los puentes de Madison», una maravilla, entre muchas otras. Pero aquí, la verdad, no estuvo a la altura, nunca mejor dicho.

«Firefox» fue un reflejo de los temores de los estadounidenses, que estaban realmente asustados ante un avión así. Por ello, y viendo que su mejor avión de entonces, el F-4 Phantom, era, en muchos aspectos, un ladrillo volador, comenzaron a desarrollar un avión que pudiera dar lugar a un adversario a la altura del MiG-25 y del MiG-31. Ese avión fue el F-15 Eagle.

Sin embargo, la historia no acaba aquí. Cuando en 1976 un piloto ruso desertó con un MiG-25 a Japón, se pudo estudiar con detalle aquel avión. Resultó que no era, ni mucho menos, ese poderosísimo caza que todos habían creído. Sí, era rápido, y podía volar muy alto, pero el F-15 le igualaba. Mucho peor, el MiG-25 era todavía un ladrillo peor que el F-4 Phantom. Poco ágil, poco versátil, era una especie de tiranosaurio. Era lo que en aviación militar se conoce como «interceptor puro». Si te atrapaba estabas en problemas, pero era tan grande y poco ágil, que el F-15, y el que podríamos llamar hermano menor, el F-16, también novedoso entonces, podían superarlo claramente.

Si creen que aquí acaba la historia, permítanme decirles que queda un detalle más. Precisamente ese miedo de los estadounidenses al MiG-25 y al MiG-31, y su nuevo caza F-15, provocó que los rusos construyeran dos aviones que, en en este caso sí, fuesen rivales reales del mismo: el MiG-29, y el Su-27.

¿Cuál es la paradoja? A tiene miedo de B. B en realidad no es peligroso. A construye un avión muy poderoso porque está asustado. Entonces B se asusta, y construye un avión que realmente sí debería asustar a A. Conclusión: A y B han gastado ingentes cantidades de dinero y esfuerzo para quedar en tablas de nuevo. Ese es, sin duda, un ejemplo de la absurda lógica de la guerra y el miedo entre potencias.

Y la situación, lejos de calmarse, ha empeorado. Actualmente Estados Unidos tiene otro ladrillo, el F-35, en sus manos. Tienen también un gran avión, el F-22A, pero en un número tan pequeño que no representa una amenaza real. Sin embargo, proclaman que el F-35, que tiene un coste por unidad de 400 millones de dólares, es el avión más poderoso del universo. Paradójicamente, los rusos han construido no uno, sino dos aviones, que muchos proclaman como superiores: el Su-35, y el Su-57.

Precisamente hace unas horas, la empresa americana Lockheed Martin, fabricante del F-22 y del F-35, me ha censurado en su foro unos comentarios que he vertido, donde comentaba, en relación a una discusión que se estaba desarrollando, y para enfado de muchos patriotas estadounidenses, que no deben subestimar a los rusos, como ya hicieran en Corea y Vietnam. Porque eso tiene consecuencias. Me han censurado, y me han dado una hermosa patada en el trasero. ¿Libertad de expresión? Ríase usted de eso.

Pero vamos, no es la primera vez, ni la segunda, que me echan a patadas de algún foro porque no comulgo con lo que tiene que orar el rebaño como un todo. Disentir está mal visto hoy en día, y sacar datos reales sobre hechos acaecidos no gusta a las grandes potencias, ni a las empresas poderosas. Pero, como siempre, no me callo. Si una empresa como Lockheed Martin considera que ha de censurarme, ello me anima todavía más.

No debemos olvidar que la lógica de la guerra es que la verdad y la realidad son sus primeras víctimas. Ante un coste de un billón de euros (un billón europeo, es decir, un millón de millones de euros) que llevan gastados en el F-35, es normal que se preocupen de callar voces, incluso de microbios como yo.

¿Se imagina usted lo que se podría hacer con un millón de millones de euros? Se podría conseguir que la guerra quedase obsoleta, mediante la construcción de un mundo nuevo, mejor, más justo, y donde todos los seres humanos no tengan necesidad de hablar de guerra, de aviones de combate, ni de luchas, porque cada cual tiene lo que necesita para vivir en paz.

Claro que esto, según muchos, es tendencioso y peligroso. Al parecer, querer  conseguir paz y justicia entre los pueblos es subversivo, pero gastarse millones en armas es lógico y coherente. Así va el mundo, y así vemos las cosas que vemos diariamente en todos los medios. Los que mienten, y los que no cuentan la verdad.

Añoro aquellos tiempos de buenos y malos. Al menos, sabíamos a qué atenernos. Hablábamos de ello, organizábamos  charlas, conferencias, debates, sobre la posibilidad de una guerra nuclear, y de cómo crear un mundo mejor para todos. En el colegio, y en los estudios secundarios, y en la universidad, intentábamos comprender este mundo. Supongo que fracasamos.

Otras generaciones deberán reflexionar, y pensar en este mundo hipercomunicado, donde todo el mundo se comunica para no decirse nada. Porque la censura es más poderosa que nunca en la actualidad. Y están terminando de enterrar la verdad, hasta lo más profundo de la Tierra, mientras lo visten todo de luces de colores para mantenernos en un estado catatónico constante.

Yo no quiero ese mundo. Por eso seguiré protestando, y siendo censurado. Ahora, y siempre.


Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

2 opiniones en “La guerra fría y la historia detrás de «Firefox»”

  1. Lo censuraron en ese foro por ir en contra de «Los señores de la guerra». Claro, con un millón de millones se puede hacer muchas pocas por la humanidad pero, se lo usa para enriquecer a unos pocos que están parapetados bajo la la idea de la protección del «sueño americano»

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    1. Es cierto F.A.F. El sueño americano se torna pesadilla. Y quieren traernos el sueño ruso, o el chino. Al final, siempre hay un poder dispuesto a traernos el paraíso. Siempre que aceptemos sus reglas y su poder por supuesto.

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Comentarios cerrados.