Lectores de sensibilidad: cuando la censura se viste de seda

Vuelve un nuevo capítulo de autocensura en la literatura. Y vuelvo a traer este tema al blog, porque no podemos dejar de proteger la libertad de expresión, y muy importante, la libertad del escritor para crear su obra. Que será mejor o peor, pero deberá ser siempre una obra expresada en libertad. Me estoy refiriendo a este término tan sugerente, y que guarda una censura enorme, llamado «lectores de sensibilidad».

Sinceramente, lamento traer de nuevo este tema a este blog, pero es prioritario para mí hablar de las novedades que se van dando sobre el mundo de la censura literaria de seda. La censura de seda, término que me acabo de inventar ahora mismo, es aquella por la cual alguien, con un aire aparentemente bienintencionado, nos viene a decir que somos racistas, xenófobos, sexistas, o que sufrimos cualquier otra desviación social en razón de lo que escribimos en nuestros libros.

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Es decir: si no escribimos libros política y socialmente correctos, estos libros podrán ser fuertemente criticados por aquellos que se sientan afectados por la temática, contenidos, o personajes del libro.

Ahora tenemos un nuevo término. Yo creo que inventan uno o dos por semana. El nuevo término es «lectores de sensibilidad«. Es decir, lectores que nos van a indicar qué partes o elementos de nuestros libros no son ética, políticamente, y/o socialmente correctos. Un amable lector, o una amable lectora, nos dirá cuándo y cómo nos estamos comportando de forma no ética, y mostrando signos antisociales.

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Bien, en mi caso no voy a recibir la visita de uno de estos «lectores de sensibilidad» porque mis libros no tienen ninguna repercusión social o literaria, más allá de algún lector que de vez en cuando se interesa por alguno de los libros de la saga.

Pero, en el caso hipotético de que uno de esos «lectores de sensibilidad» quisiera corregirme alguno de mis libros en algún futuro más o menos lejano, ya le puedo decir, desde este mismo instante, que le agradezco enormemente su interés, pero que, en mis novelas y relatos, seguiré matando negros, sudamericanos, musulmanes, judíos, homosexuales, chinos, rusos, japoneses, extraterrestres, y cualquier otro grupo mayoritario o minoritario cuándo, cómo, y de la forma que me apetezca. Destrozaré a las minorías, y las pasaré por la trituradora en mis libros siempre que lo estime oportuno. Seguiré siendo antisocial, seguiré siendo un dictador sin escrúpulos, y seguiré sin tener cuidado con las minorías, y no controlaré mis textos y mis comentarios racistas y xenófobos.

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Bien, vamos a centrarnos un poco. ¿Qué nos pasa? ¿Es que nos hemos vuelto locos con el buenismo? ¿De qué va todo este asunto de los «lectores de sensibilidad»? ¿A quién debo excusarme por escribir una obra literaria? Yo me debo a los lectores, pero no los lectores de sensibilidad, sino los lectores de verdad, los que me leen, los que gustan de mis libros. Son pocos lectores de acuerdo, ya lo sé, ya he visto las ventas que tengo, pero eso no quita que quiera cuidar a esos pocos lectores con todo el cariño y el cuidado del mundo. Y a esos lectores les voy a dar lo que ellos buscan en mis novelas: ciencia ficción de carácter social y político, hablando del ser humano y su condición. Y si eso supone que los «lectores de sensibilidad» se sensibilicen y escandalicen con lo que escribo, les invitaré a una tila y a unas galletas con todo el cariño del mundo. Pero nadie, en un millón de años, me dirá qué tengo que escribir, y cómo tengo que tratar mis novelas.

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Ahora les digo a estos «lectores de sensibilidad» que lean «Las entrañas de Nidavellir». Van a tener que tomarse ocho botes de calmantes para poder pasar solo de las primeras páginas. No lo harán por supuesto, pero si lo hacen, me colgarán del palo mayor, eso después de cortarme en pedazos.

—»¿Quiere un puro habano, general? Esto es mejor que una hembra virgen, se lo aseguro, y casi tan caro» (Richard Tsakalidis, Presidente de la Titan Deep Space Company. Del libro «Las entrañas de Nidavellir»).

Ya lo he comentado en otras ocasiones, y lo repetiré una vez más: el arte solo se sirve a sí mismo. El arte no sirve a modas, a tendencias, a ideas de unos u otros. El arte no se esclaviza a una línea de pensamiento, ni busca ofender ni agradar. El arte busca mostrar una realidad, desnuda y cruda, para que el artista se exprese libremente, sin cortapisas, sin miedos, sin tapujos. Y luego la sociedad valorará esa obra libremente, como lo que es: una obra artística. Sin añadir conceptos ni criterios personales. Nadie va al Museo del Prado a valorar ética y moralmente los cuadros que allí se encuentran. Nadie lee El Quijote pensando en las reivindicaciones de este o aquel grupo. Nadie disfruta de la Capilla Sixtina pensando en qué aspectos va a criticar por este o aquel motivo. El arte es arte. Se observa. Y, si es bueno, se disfruta. El arte, lo repito una vez más, se sirve a sí mismo, y no debe pleitesía a nadie. Ni a nada.

El escritor no lo es solo porque expresa sus sentimientos, que son el reflejo de la sociedad en la que vive. Lo es porque puede expresar esos sentimientos en total libertad. Quitemos la libertad a un escritor, y entraremos en un terreno de censura sin final, donde las ideas son filtradas, manipuladas, y torneadas para satisfacer a una sociedad embrutecida y sin criterio, sin personalidad y sin modelos que seguir. Una sociedad pendiente de la manipulación de los medios, sin saber ni poder contrastar ni separar realidad de manipulación.

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Eso es lo que quieren que seamos: mentes embrutecidas, controladas por quienes quieren dictar sus normas. Esos son los primeros que están encantados con los lectores de sensibilidad. Y, por ello, esos deben ser los elementos contra los que luchar. Cualquier partido, gobierno, o institución que apoya a los lectores de sensibilidad está apoyando la censura del arte, y por lo tanto, son manipuladores y parte interesada en imponer sus normas, sus criterios, su línea de pensamiento único.

Que nadie se confunda: una institución puede hablar de paz, libertad, y justicia. Pero si manipula y controla a los ciudadanos, incluso de formas sutiles como esta, no está demostrando ser un amante de la libertad, sino del control de las masas. Y, por ello, deberá ser ignorada y olvidada. Deberemos aprender a distinguir quiénes hablan de libertad de expresión, de aquellos que realmente la practican. Solo así podremos construir sociedades verdaderamente libres, y justas.


 

Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

15 opiniones en “Lectores de sensibilidad: cuando la censura se viste de seda”

  1. ¿Qué decir que no hayas dicho? Me has dejado descolocada…
    En fin, a veces me cuesta salir de mi burbuja de cristal (como digo yo) precisamente por toda la mierda que genera esta sociedad dia tras dia. Si me quitan la libertad de expresión en el arte me lo quitan todo. Para mi el arte es la necesidad de como ser humano explotar todas las emociones, todos los huracanes que tenemos por dentro. El arte es un reflejo del ser humano y de la sociedad que construimos generación tras generación.
    Gracias por compartirlo con el mundo
    Saludos,
    Cristina

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    1. Totalmente de acuerdo. El arte es la esencia de cada momento de la humanidad. En ella se ve reflejada su historia. Muchas gracias a ti por tus palabras, saludos.

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  2. Sin palabras, excelente artículo… como me gustaría compartirlo en mi blog y pasarlo por todos lados, es una realidad lo que escribiste u,u

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      1. Claro, el reblog siempre lleva la autoría solo que queda la duda porque algunos no les gusta tal opción y lo dicho, vaya artículo, me siento identificado.

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  3. Un resumen de lo que puede escribir una persona cuando no tiene ni quinta idea de qué es un lector de sensibilidad

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    1. Ahora te tocaría explicar o referenciar qué es un lector de sensibilidad realmente, para que pueda yo corregirme y entender que estaba sumergido en el mayor de los errores. De todas formas, viendo tu tono inicial creo que va a ser difícil que alguno de los dos pueda cambiar su postura. Un saludo.

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      1. Hola, te dejo varios artículos que explican, en verdad, qué son los lectores de sensibilidad. Aclaro, no son censuradores, no andan con lupa atacando cuanto libro se publica. No son críticos literarios. Trabajan a petición del autor del libro, que contrata sus servicios.

        No van a atacarte si en tu libro matas negros, musulmanes ni esas cosas que escribiste en el artículo, verifican la representación adecuada de minorías. No quiero extenderme mucho y pido disculpas si sueno agresivo. Para comprender mejor de qué trata invito a leer los artículos que comparto:

        https://loganrkyle.com/2017/03/09/los-sensitivity-readers-no-censuraran-tu-novela/

        https://www.autorquia.com/blog2017/2017/9/1/sensitivity-readers

        https://antronarrativo.blogspot.com/2018/02/lectores-de-sensibildad-donde.html?m=1

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  4. Hola Piper, muchas gracias por tus palabras y por tus enlaces. En breve escribiré una segunda parte del artículo con el material que me has pasado, que me ha parecido muy interesante. Sobre todo, no suenas agresivo, al contrario, estás dando una información muy interesante y presentando tus argumentos. Yo tengo los míos, que son otros. Y de eso se trata: de dialogar y que cada uno muestre su punto de vista.

    Simplemente pondré uno de los comentarios del enlace de Autorquía que dice: «Consciente o inconscientemente, puedes estar ofendiendo a algún grupo de personas, incluso si lo que en realidad te propones es defender a ese mismo grupo.»

    Este párrafo es tremendamente interesante. Resume perfectamente el problema. Y el problema es que un autor, cuando escribe ficción, no está pensando en ofender a nadie. Está pensando en escribir una novela de ficción. Y la ficción, por su propia naturaleza, no puede someterse a criterios de comportamiento ético o moral. La ficción implica que el autor explique y detalle aspectos de la vida que muchas veces no conoce perfectamente. Porque es imposible que un autor conozca con detalle todo de lo que habla. Yo hablo de mafias de narcóticos en mis novelas, y no he sido narcotraficante, aunque haya conocido a algunos. Luego hablo desde mi punto de vista. Es mi labor asesorarme, y buscar asesores quizás. Si lo hago, esos asesores no son lectores de sensibilidad, son expertos en su tema y consultores, una figura que existe desde tiempos inmemoriales. Luego, tenemos, por un lado, que la ficción no puede sostenerse en base a argumentos del mundo real, y los asesores sobre temas de los que el autor quiera informarse, que son eso, asesores, no lectores de sensibilidad. Ampliaré todo esto en breve, y reitero mi agradecimiento. Sea como sea, el debate es muy interesante y entiendo lo que explicas, y en parte sé que lo que se busca es desarrollar literatura de calidad. Pero es el método lo que creo no funciona. Muchas gracias.

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