Blogs de maternidad: un fenómeno al alza

Si llego a saberlo… Tendría que haber creado este blog con menos tonterías de física o filosofía, y haberlo dirigido a asuntos relacionados con la infancia, la lactancia, el cambio de pañales, la educación infantil, las relaciones sexuales tras el parto… Ahora tendría diez mil seguidores, y haría anuncios con los que ganaría millones.

Bueno, bromas aparte, esta entrada es un poco especial, porque quiere ser un pequeño homenaje a esos padres y madres que sufren, pero también disfrutan, de su vida familiar con sus hijos. Especialmente a la madre, porque inevitablemente es la que lleva a la criatura nueve meses en el vientre, y luego tiene que lidiar con mil cambios hormonales, psicológicos y fisiológicos. Y eso me recuerda a una amiga, que tras tener el segundo me confesó: «se me ha puesto un culo que no pasa por la puerta». Historia real y viva de la vida, la intrahistoria de la que hablaba Unamuno.

Es una experiencia muy dura sin duda, pero que es evidente tiene también aspectos positivos. Yo no tengo hijos, y a veces me dicen que, por ello, no puedo saber lo que es criar un hijo. Puede que no haya criado a un hijo, pero eso no me incapacita para entender y sentir lo que muchos padres y madres viven a diario con sus hijos. Y fui hijo, por cierto. Y de los difíciles. Se lo puedo asegurar al cien por cien.

He conocido a varios padres y madres en esos momentos más duros con la relación alrededor de sus hijos, y también por supuesto de sus parejas. ¿El último caso? Esta semana. No con una madre, sino con una abuela, que ayuda a su hija con una niña de unos dos años, y un niño recién nacido. ¿Y qué me dice esa señora?

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Pues me cuenta sus vivencias. Y son duras. Son a veces tremendas. Porque ha criado a sus hijos, y ahora cría a sus nietos. Lo hace encantada. Pero también cansada. Agotada. Extenuada. Y está esperando que llegue la hora de cerrar su pequeña cafetería por vacaciones. Me dijo, literalmente:

«El día que cerremos por vacaciones, le voy a decir a mi hija: olvídate de mí excepto si arde la casa».

Una pequeña broma para algo muy serio: el agotamiento brutal que supone la crianza de los hijos es algo que difícilmente puede medirse. Y los hijos pueden seguir causando mareos mucho después de haber dejado los pañales. De hecho, toda la vida.

También he tenido ocasión de hablar con amigas que fueron madres, y que en algunos casos, por una amistad de años, me contaron cosas que no detallaré aquí, pero que me dejaron bien clara una cosa: la maternidad y el matrimonio son un combinado muy, muy complejo de llevar a cabo. ¿Cuántas parejas felices he conocido que se han roto con la llegada de los niños? Muchas. Y más que muchas.

Por supuesto, también son muchas las parejas que han superado todo tipo de obstáculos, y han salido adelante. Algo grandioso, pero tampoco debe nadie estar con nadie si no aguanta la relación. Aquí se establece un problema complejo, de entre los muchos problemas complejos que se dan entre las relaciones humanas: la difícil combinación de llevar a cabo una relación sentimental, con un grupo de uno, dos, tres niños, que día y noche están pendientes de romper cualquier momento romántico, también erótico, que se pueda dar en la pareja. Por supuesto, el sexo es una de las víctimas, pero el problema se extiende a todos los aspectos de la relación.

Y si interviene la familia, que quiere ayudar, muchas veces eso es el inicio de más problemas. Porque introducen ideas, comportamientos, y modelos de conducta que no gustan a los padres. Porque los nietos son hijos de los hijos de los abuelos, y cada generación modela la educación de distinta forma y con distintos objetivos. ¿Peor o mejor? Habría mucho que discutir. Yo sí sé algo: cada generación se queja de que la siguiente generación no sabe criar a sus hijos. Lo oía hace décadas, y lo sigo oyendo ahora.

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Y aquí es donde entran los blogs. Para los padres, los blogs son una evidente y muy importante vía de escape para poder comunicar sus frustraciones, sus alegrías, sus penas, sus logros, sus fracasos, sus sueños, y, sobre todo, informar de cómo han superado mil y un situaciones difíciles, que pueden ser, a veces, una forma de que otros padres encuentren salidas.

Esto crea una comunicación muy íntima entre los padres autores del blog y quienes lo leen. La llegada de los hijos supone una situación difícil, compleja, llena de situaciones caóticas, que se han de superar una y otra vez. Los blogs de padres explicando sus vivencias producen una instantánea respuesta emocional y empática en miles de padres, que se sienten inmediatamente identificados con lo que se explica en esos blogs.

El resultado: esos blogs se llenan de contenido, y de seguidores. La gente los alaba, y los aprecia porque ven en ellos una fuente de información y conocimiento.

Si ellos lo han superado, nosotros también podremos hacerlo.

Pero no es oro todo lo que reluce. Cada familia es un mundo, cada niño es un mundo, y aquí viene la demoledora frase que tantos padres te dicen cuando les comentas algo:

«Son mis hijos. Quién mejor que yo para saber lo que necesitan».

Pues no, mire usted. Son sus hijos, pero ellos no vinieron con un manual de uso. Ciertamente, usted tiene el derecho, y el deber, de educarlos lo mejor que pueda. Pero no crea que hay un sistema que automáticamente le hace ser perfecto en lo que sus hijos necesitan.

Los padres aconsejan a otros padres, a través de sus blogs, lo que piensan que es mejor para los niños. Y lo hacen con la mejor voluntad del mundo. A veces aciertan. Pero, lamentablemente, a veces se equivocan. Porque no existe el sistema perfecto, ni lo que es bueno para una situación lo será para otra situación.

No todos, pero reconozcámoslo: muchos padres se ponen enseguida a la defensiva cuando les das un pequeño consejo, o una simple sugerencia. Yo no quiero que ese padre o esa madre haga lo que yo le digo: yo solo le sugiero una idea. Puede gustar o no, pero puede que pueda ser de utilidad. La cerrazón ante opiniones externas es una forma de sobreprotección a los niños que los mete en un campo que solo se rige por las pautas educativas de los padres y las madres, sin que haya una oportunidad de probar opciones que los padres podrían estimar oportunas, hacerlas suyas, y provocar una mejora en la educación del niño.

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En ese sentido, los blogs tienen un punto muy positivo: permiten que otros padres contemplen cómo actúan otros padres, sin que se sientan intimidados, o sientan una presión para cambiar de actitud. Ven un blog, leen que esto o aquello tuvo un efecto positivo, y absorben esa idea, permitiendo que se integre en una nueva familia, y, con un poco de suerte, esa idea tendrá efectos positivos en esa segunda familia.

Esa es, quizás, la cuestión que yo valoro más en los blogs relacionados con los temas de salud, educación, y crianza infantil. El hecho de poder transmitir ideas, a veces mejores, a veces peores, pero siempre intentando encontrar el mejor camino para las soluciones que tanto se necesitan en tantas situaciones.

Y otros muchos padres verán esos blogs, y los seguirán. Y esos blogs tendrán miles de seguidores. Se establece entonces una comunicación bidireccional que ayuda a ambas partes: a quien tiene el blog, que siente que sus vivencias pueden ser compartidas, y a quien lee el blog, que se siente identificado, y aporta su experiencia. Ambas partes se nutren del conocimiento de la otra parte, y crecen juntos. Creo que eso es lo mejor de los blogs, y creo que, en un tema tan importante como es la educación y la vida familiar, se debe apostar siempre por mantener esa comunicación.

Los blogs de educación y crianza son sin duda un ejemplo de vida y amor. Espero que no desaparezcan nunca.


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Hogar, dulce hogar, con mucho ritmo además

Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.