«Sandra, cariño, si estás escuchando esto, estarás probablemente con Pierre ahora, y quizás con su encantadora hija, Alice. Te ruego que me perdones. Sé que lo que te pedí fue difícil. Pero era lo que había que hacer. Además, has hecho felices a la mitad de los asesinos, psicópatas, drogadictos, violadores, pervertidos, y traficantes de armas del mundo. La otra mitad no se alegra porque me los llevé yo por delante personalmente. Cuídate mucho. Y sé feliz. Hazlo por mí, pequeña. Y por ti. Adiós».

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