En una ocasión, le preguntaron a un famoso escalador, que quería escalar uno de los picos todavía no conquistados entonces: «¿Por qué subir a esa montaña?». Él respondió: «porque está ahí».
Quizás esa sea, al final, toda la respuesta necesaria para explicar el deseo de exploración del ser humano. Y, extrapolando esta idea a la conquista del espacio, ¿por qué ir a los planetas y las estrellas? Porque están ahí. Me encanta, porque es sencillo, y no requiere el tener que andar con complejas explicaciones sobre la necesidad de progresar del ser humano, vital para su supervivencia.
Conquistar nuevos territorios, nuevas metas, nuevos sueños, es fundamental. Si dejamos de soñar con progresar, si nos conformamos con yacer en el mismo lugar para siempre, veremos cómo, con el tiempo, nuestra civilización quedará enterrada en esa tierra para siempre. Evitarlo ha de ser el compromiso de la humanidad.

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