Hoy es 17 de agosto de 2018, y ha pasado exactamente un año de los atentados de Barcelona y Cambrils. Son dos poblaciones clave en mi vida, por motivos profesionales en el primer caso, y por motivos sentimentales en el segundo. Tanto Barcelona como Cambrils sufrieron el impacto de un terror absurdo y sin sentido, que solo pretende causar daño por el mero hecho de que puede causarse daño mediante la locura, la perversión, y la maldad ciegas.
No podemos quedarnos quietos ante el terrorismo. Tenemos que actuar, y tenemos que hacerlo con decisión, y con el derecho internacional. Al terrorismo se le combate con democracia y con las armas de la vida y la paz. Algunos pretenden usar la existencia del terrorismo para el «todo vale», y para atacar a poblaciones, credos, culturas e ideas de todo tipo por el mero hecho de ser distintas a las de otros. No es ese el camino. El camino contra el terrorismo es una lucha firme y decidida, usando todos los medios, pero recordando que no deben traspasarse cierta líneas que nos convertirían en clones de las actuaciones de los terroristas. Líderes políticos como Donald Trump abogan por la tortura y el ignorar los derechos humanos para acabar con el terrorismo. Eso solo lo acrecentará.
Hay un aspecto fundamental para combatir el terrorismo, que casi siempre se ignora pero es fundamental: la coordinación entre las fuerzas de seguridad dentro de los estados, y entre estados. Por ejemplo, el 11S fue posible por la competencia absurda entre organismos de inteligencia, que no compartían su información. Ese es un ejemplo de lo que no debe hacerse. Todos los países democráticos deben trabajar como uno solo en la defensa de sus intereses, de la vida y de sus ciudadanos. No es admisible que se pierdan vidas de inocentes por el celo de este o aquel organismo o país en retener información clave para evitar atentados. Porque eso provoca la pérdida inadmisible de vidas que se podrían haber salvado. Dejemos de luchar entre nosotros. Comencemos de forma firme a luchar todos unidos contra ellos. Contra el terrorismo.
Tampoco debe usarse el terrorismo como arma política. En España lo vemos constantemente. Me da igual si es este o aquel partido político. No es un asunto de partidos. El terrorismo es un asunto de estado que implica a todos, sin excepción, se sea del color político que se sea. El terrorismo nos quiere divididos porque eso nos debilita. No lo permitamos. No discutamos las razones y los caminos para erradicar el terrorismo. Sentémonos juntos para llevar a cabo estrategias para terminar con esta lacra del terror, sea del tipo que sea.
Van desde aquí mis pensamientos y mi abrazo a todos los familiares de las víctimas del 17A. Ese dolor infinito y eterno nunca podrán borrarlo de sus corazones. Pero podemos estar con ellos, a su lado, y tenerlos en nuestros pensamientos. Es deber de todos dejar de lado cualquier diferencia, y tender nuestras manos para que se sientan algo reconfortados. Es nuestro deber como ciudadanos. Y es nuestro deber luchar unidos. El terrorismo nunca vencerá. Pero debemos derrotarlo de la forma que ellos más temen: con la unión de todos los que amamos la libertad, la paz y la justicia. Mi más sentido pésame a familiares y amigos de las víctimas.
La leyenda de Darwan 
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