La pieza musical de la semana es una de las que conforman el quinto disco de Alan Parsons Project, un dúo de hermanos que, en los setenta y ochenta, compusieron una serie de piezas musicales de producción propia. Alan Parsons fue el responsable último de aquellos trabajos. Era ingeniero de sonido, y había sido auxiliar de sonido durante la grabación del álbum «Abbey Road» de The Beatles. Luego fue creciendo su fama, y los grupos musicales contaban con él para sus grabaciones. Un ejemplo es su trabajo como ingeniero jefe del álbum «The Dark Side of the Moon» de Pink Floyd.
Alan Parsons se animó a grabar sus propios discos en 1976. Cada disco estaba orientado a un tema concreto. El quinto de ellos, «The Turn of a Friendly Card», estaba centrado en el juego y las apuestas.
Recuerdo que, cuando era joven, mi padre me contó que, por motivos de trabajo, viajaba por toda Europa en los cincuenta y sesenta. En una ocasión le invitaron a visitar el famoso Casino de Montecarlo. Allá estuvo viendo cómo la gente apostaba increíbles cantidades de dinero, que iban y venían de la ruleta constantemente. Cifras que eran imposibles de imaginar aparecían y desaparecían en un instante de la mesa.
Mi padre, con aquel recuerdo en la mente, me dijo una vez: «juega a lo que quieras, cuando quieras. Pero nunca apuestes dinero, ni en máquinas, ni en casinos, ni en la vida, bajo ningún concepto. Nunca».
Aquello se me quedó grabado en la mente. Nunca, jamás, he hecho la más mínima apuesta. Con una excepción: jugaba algunas pesetas con amigos al poker durante unas timbas, donde lo máximo que se podía perder, por una norma autoimpuesta por nosotros mismos en toda una tarde, eran cien pesetas (60 céntimos de euro). Y la lotería de navidad, que siempre juego un número. Evidentemente, dos cosas sin consecuencias de ningún tipo.
He visto, y ustedes sin duda probablemente también, casos de personas que se lo jugaban todo en las «tragaperras», dejándose la «semanada» (personas que cobraban por semanas en lugar de meses). He visto gente apostando su dinero, y sus pertenencias, para ganar desesperadamente un dinero para cualquier cosa absurda, o para drogas, o para cualquier locura. He visto vidas arruinadas por el juego. Personas que deben pasar luego un proceso de desintoxicación no muy distinto al de las drogas.
Actualmente algunos juegos de ordenador y móviles tienen también elementos de apuestas. Debería ser eliminado de inmediato, por el bien de todos.
Pienso que las leyes son muy laxas con estas cosas. Las razones ya las conocemos: muchos intereses y mucho dinero, que normalmente no va solo, sino mezclado con otro tipo de actividades, principalmente prostitución, drogas, y armas. Mundos oscuros que deberíamos evitar a toda costa.
La única apuesta debería ser por la vida. Y por nuestro futuro. Y por la eliminación de esa lacra llamada juego, entendiendo como tal el juego donde se juega dinero. Pero el mundo es absurdo, falso, y lleno de hipocresía. Por eso, se agradece un disco como el de Alan Parsons. Sin duda, una lección de ética para todos.
Una máxima que interioricé después de una aciaga noche de apuestas, «nunca te apuestes lo que te importe perder»…hasta hoy. Un cordial saludo.
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Sin ninguna duda una frase muy acertada. El problema son aquellos a los que les ha dejado de importar todo en la vida. ¡Saludos!
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