Es innegable que para escribir algo que tenga un mínimo de interés para el lector se requiere un mínimo de psicología y de empatía con dicho lector. Imaginar lo que le va a gustar, lo que le va a atraer, y buscar aquel lector al que te interese tu trabajo. Porque existen muchos tipos de lectores distintos. Es imposible atraer a todos, luego has de atraer a aquellos a los que sabes que vas a poder dar lo que buscan.
Rachel es uno de esos personajes que te permiten jugar con los sentimientos, dudas y temores del lector. A través de ella se pueden descubrir aspectos oscuros de la personalidad con los que todos nacemos, y llevarlo de la mano de sus miedos, de sus fobias, de los deseos de venganza, del odio y la ira. Porque que un lector se sienta identificado con el bueno de la obra es genial. Pero que se sienta identificado con el malo, es lo mejor que te puede pasar como escritor. Entonces es cuando realmente has sabido llegar al fondo de lo más recóndito del alma, y puedes, desde ese momento, explotar la casi infinita variedad de negatividad que todos poseemos en nuestro interior.
Así que tengo que agradecerle a Rachel que, juntos, podamos explorar ese camino oscuro y tétrico de las pasiones más bajas del ser humano en «Ángeles de Helheim«. Un camino apasionante y lleno de sangre, dolor, y muerte. Encantador.

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