Últimamente la humanidad se está enfrentando a un hecho que puede marcar su futuro de forma notable: la adaptación de las bacterias a los antibióticos, incluidos los más potentes. Algunas de esas bacterias han evolucionado de tal modo que se han adaptado y se han hecho inmunes. Pero ¿qué significa que se han adaptado?
Existen varias situaciones y casos, pero vamos con un ejemplo reciente. Las bacterias construyen sus paredes usando una proteína como base estructural, la cual podríamos decir que sostiene toda la estructura de la pared bacteriana. Antibióticos muy potentes actúan modificando esa proteína, la cual pierde su función estructural. De un modo parecido a eliminar la pared maestra de una casa, la bacteria es destruida y muere.
Si la evolución no existiese, una vez logrado un antibiótico, este seguiría siendo efectivo eternamente. Actuaría siempre igual, sobre una bacteria siempre igual.
Pero las cosas no son así. Cada vez que una bacteria se reproduce, usa su ADN para crear una copia de sí misma. Pero el sistema de copia del ADN no es perfecto. De vez en cuando, se puede producir un error. Muchos de esos errores son fatales, por supuesto. La copia de la bacteria no puede vivir, y muere.
Sin embargo, debido a los millones de copias de bacterias que se reproducen en cada instante, alguna de esas bacterias puede tener un defecto, pero que, en lugar de ser dañino, sea beneficioso. Eso se llama azar, y funciona mediante una rama de las matemáticas llamado cálculo de probabilidades y estadística. Cuando combinas millones y millones de copias, algunas defectuosas, por esa simple cuestión de probabilidad y estadística una de esas copias puede ser beneficiosa. Por ejemplo, puede nacer una bacteria que tenga una proteína capaz de impedir que el antibiótico pueda destruirla. Y es entonces cuando tenemos un problema.
Fíjese en el proceso: las bacterias viven tranquilamente. Entonces llegamos los humanos, que usamos antibióticos para destruirlas. La mayoría mueren. Pero alguna de ellas, no porque quiera, sino por azar, tiene un defecto que, casualmente, la hace inmune al antibiótico. ¿Qué ocurre entonces? Que tenemos lo que médicos y biólogos llaman una “superbacteria”.
En realidad, a la bacteria se la trae al pairo cómo la llamemos. Ella simplemente ha nacido con un cambio sutil, pero de vital importancia para su supervivencia. Esa bacteria, con esa modificación, sobrevivirá. Tendrá descendencia que también será resistente a los antibióticos. ¿Qué tenemos entonces? Efectivamente: una cepa resistente a los antibióticos.
Es entonces cuando la gente empieza a morir de nuevo de enfermedades que ya se podían curar. La evolución ha cambiado a una bacteria, no porque quiera, sino simplemente porque han sobrevivido aquellas que son capaces de resistir a los antibióticos. El resto mueren y desaparecen.
Algunas personas se resisten a creer estos datos, y estos hechos. Para algunas personas, la evolución es mentira, o creen que esto que aquí se explica no es evolución. Pero lo es. La evolución es sutil, trabaja durante millones de años, y va cambiando la vida en un proceso paulatino pero constante. La evolución no es una fuerza mágica, ni una mano conductora de nada. Es un simple proceso de adaptación al entorno para posibilitar una supervivencia del organismo y de la especie.
Ahora bien, la ciencia siempre debe estar abierta a nuevas alternativas, nuevas explicaciones, y a otras posibilidades a la evolución. Pero esas explicaciones deben explicar todo lo que explica la evolución de forma que sea coherente con los datos que se tienen. Si no es así, no estamos haciendo ciencia, sino pseudociencia. La ciencia, de hecho, analiza los hechos, y saca conclusiones.
Hay que tener en cuenta que, en España, país donde vivo, y por poner un ejemplo, el 23% de la población cree que el Sol da vueltas alrededor de la Tierra. Y conozco casos de gente que insiste en que la Tierra es plana. O que el hombre no llegó a la Luna. O que no hay sondas espaciales en Júpiter o en Saturno. O que estamos siendo controlados por reptilianos, cruces de humanos con extraterrestres, o que hay bases extraterrestres en la cara oscura de la Luna, o mil historias más. Pero no he visto ninguna prueba. Por cierto, la cara oscura de la Luna no es oscura.
La ciencia no es perfecta, es solo una herramienta, que se puede emplear bien o mal. Pero por favor, si alguien dice algo sobre biología que no esté contrastado por la comunidad científica, debe demostrarlo. Porque si no es así, está haciendo daño. A sí mismo, y a la comunidad en general.
Ahora se ha presentado un «superantibiótico» para combatir a la «superbacteria». Y empezamos la carrera de nuevo. Es lo que se conoce como la ley del escudo y la espada. Tú tienes un escudo que aguanta mi espada, yo hago una espada más fuerte, tú haces un nuevo escudo más fuerte, y así indefinidamente.
Acabaré con una anécdota. Hace muchos años, me invitaron a una sesión de presentación de una especie de secta, donde hablaban de naves espaciales extraterrestres. Cuando el orador empezó con los detalles de la nave, comencé a realizar preguntas sobre la física del motor de esas naves, y los principios usados. El hombre sabía tanto de física como yo de poesía francesa del siglo XIX. Finalmente, me invitaron a salir de la sala. Al parecer estaba molestando a los extraterrestres con mis preguntas.
La ciencia precisamente busca lo contrario. Responder preguntas, no echar a la calle a quien las formula. Esa es la gran diferencia entre una mente científica y un charlatán de feria. Queremos respuestas. Serias, científicas, y rigurosas. Y eso solo me lo da la ciencia. Que no es perfecta, sin duda. Que comete errores, por supuesto. Que se hacen abusos en su nombre, es verdad. Pero prefiero eso a tener que andar de nuevo con chamanes iluminados que no saben nada de ciencia. Me niego.
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