Dónde quedaron los héroes
que nos llevaron al cielo, para vivir un sueño.
Dónde quedaron los temores
que nos enseñaron a desafiar al infierno.
Dónde fueron a parar nuestros miedos
que cortaban las alas de nuestros vuelos,
y que ahora renacen de las cenizas
para esclavizarnos al suelo.
Dónde quedó mi amada,
la de los ojos risueños,
que reía cada caricia,
que soñaba con nuestro amor eterno.
Dónde fueron a parar mis lágrimas,
derramadas durante decenios,
que convirtieron mi vida en un río,
y el río en un mar donde el mástil,
de mi pequeño velero
salta alegre entre olas
para besar tu puerto.
Dónde cayó mi espada,
la que luchó en mil batallas,
y se hundió en el pecho de aquellos
que me robaron mis anhelos,
que me quitaron mis sueños,
que me clavaron la lanza
que me llevó a este infierno.
Dónde estará esa estrella
donde escondes tu negro cabello,
que mecía nuestro futuro
con la esperanza de ser
los dos uno de nuevo.
Dónde quedó nuestro amor
perdido en las calles de un pueblo muerto,
dónde quedó tu sonrisa, tu risa, tu aliento,
que dio a la vida a una princesa
que fue solo un instante de vida,
y que dio su vida eterna para yo ser
lo que yo más amara en mi vida,
junto a nuestro sueño eterno.
Dónde quedaron las victorias,
las derrotas, las luchas por sobrevivir,
en medio de un mundo de caos sin fin,
que nos quitó lo más querido,
que nos separó al fin,
que rompió nuestras almas eternas
en una condena en vida,
en un eterno sinvivir.
Solo me queda mirar al firmamento,
y buscar tus ojos entre Vega y Sirio,
y comprender que no son estrellas lo que veo,
sino tus ojos de amor que observan
mi camino del cielo al infierno.
No estás sola, ni estoy solo.
Estamos unidos por el eterno devenir del tiempo.
El tiempo lo perdimos, pero no perdimos los sueños.
Los sueños son eternos,
y aunque solo nos quede eso,
nos queda un infinito para ser, de nuevo,
dos estrellas nuevas. En el firmamento.
Estrellas de luz y fuego.
Estrellas en el firmamento.
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