Entre el 13 y el 15 de febrero de 2020 se conmemora el 75 aniversario del bombardeo aliado de Dresde, una ciudad alemana que estaba en su mayor parte compuesta de edificios de madera, y con una gran cantidad de refugiados de otras partes del país. Dresde se consideraba relativamente segura, porque no disponía prácticamente de defensas ni tropas.
Más allá de eso, a mediados de febrero de 1945 era evidente que Alemania había perdido la guerra. También era evidente el caos que la población civil alemana vivía cada día con los bombardeos nocturnos de los bombarderos Lancaster ingleses, y los B-17 y B-24 americanos.
La primera noche, los Lancaster lanzaron bombas incendiarias, y por la mañana, los aviones americanos bombas de gran potencia. Esto produjo lo que se conoce como una ola de fuego, que arrasó la ciudad de un lado al otro debido a su estructura de madera. No se sabe cuánta gente murió, pero los cálculos van desde las 20.000 personas hasta las 200.000.
¿Qué necesidad militar había de bombardear Desdre? Ninguna. ¿Qué objetivos militares fueron destruidos? Ninguno, excepto algunas unidades dispersas e incapaces de operar. ¿En qué contribuyó este bombardeo al esfuerzo de guerra? En nada. Entonces, ¿por qué se bombardeó Dresde?
Para obligar a la población civil a levantarse contra Hitler, y para destruir la moral alemana. Y también porque la venganza es un plato muy común en la guerra. Una venganza que se cebó con miles y miles de refugiados inocentes.
No me vale el «ellos atacaron primero», o también «estaban gobernados por un loco». Eso es cierto. Pero lo que no podemos hacer, si queremos acabar en la historia como un ejemplo de ejército con ciertas normas morales y éticas, es arrasar a la población civil. ¿Por qué? Porque entonces estamos dando la razón a los que dicen que los aliados fueron tan brutales como los ejércitos alemanes cuando bombardearon Londres y otras ciudades.
El slogan «y tú más» se usa demasiadas veces para justificar barbaridades impresionantes. «Tú atacaste primero a la población civil» no debería ser una excusa para hacer lo mismo. Es dando ejemplo como podemos ganar de verdad las guerras. Es enseñando al otro que la violencia no conduce a nada cuando podremos crear un mundo mejor. En el momento en que decidimos usar las técnicas de aquel que nos hace daño, se produce la paradoja de que todo razonamiento se pierde, y no queda más que la violencia, la destrucción, el caos, y la muerte.
Yo no justifico las barbaries de los nazis. Yo entiendo que había que parar a Hitler. Un Hitler que, atención, fue alimentado y reforzado por aquellos que luego vieron cómo su monstruo se volvía contra ellos. Todo lo que se le negaba a la República de Weimar en los años 20, materiales, tierras, recursos, créditos, se le dio sin ningún tipo de filtro a Hitler. Alguna responsabilidad habría que buscar en ello por parte de los aliados, que alimentaron a un monstruo hasta perder el control del mismo.
E insisto, entiendo que había que parar a Hitler. Soy un firme convencido de que el nazismo no ha muerto, y de que el peligro de sus acciones sigue en pie. Pero eso no es excusa para querer justificar las barbaries aliadas. Todas son negativas. Todas son monstruosas. Y todas han de ser condenadas. El mismo Churchill reconoció más tarde que Dresde había sido una acción inútil, con un solo sentido: venganza.
Vaya desde aquí mi recuerdo a todas las víctimas de Dresde, y de toda la guerra, fuesen del bando que fuesen. Que nunca más tengamos que ver una barbarie de este tipo. Busquemos nuevos caminos, nuevas soluciones, nuevas formas de dirimir las diferencias. Hagámoslo por nosotros, y por nuestros herederos. Que hereden un mundo de esperanza, no de odio y de guerra.
P.D.: hace tiempo escribí una pequeña ficción sobre Dresde, basada en datos reales y en mi experiencia como piloto virtual de aviones de la época. Participé en algunas simulaciones online de guerras aéreas en el bando alemán. Obviamente era solo una simulación. Pero uno no puede dejar de pensar el infierno que tuvieron que vivir esos hombres, de un bando, y del otro.
Un abrazo a Dresde, y que nunca más vuelva a sufrir tamaña monstruosidad. Ni ellos, ni ninguna población del mundo. Sabemos que hoy en día las barbaries continúan. Algún día quizás aprendamos a dar la mano de la solidaridad, y aprenderemos que eso construye puentes y derriba muros. Más puentes, menos muros. Ese es mi sueño.
La leyenda de Darwan 
Visité Dresde el verano pasado y me impresionó mucho la belleza (reconstruida) y la inmensidad de la ciudad. El ser humano es capaz de crear ciudades espectaculares y, por desgracia, también de arruinarlas sin motivo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me pasó algo muy parecido cuando visité Rotterdam. Sin duda hemos de encontrar otra manera de dirimir nuestras diferencias. Saludos.
Me gustaMe gusta