Hoy, 6 de abril de 2022, traigo a este perdido blog un relato que escribí hace unos treinta años, no recuerdo exactamente.
Ante tantos horrores que estamos viendo, una vez más, provocados por la guerra de Ucrania, y por otras tantas guerras olvidadas del mundo, he querido rememorar este escrito.
Es ficción, pero está directamente basado en muchos libros, testimonios y documentos que he ido leyendo en los últimos cincuenta años. Y, también he de reconocerlo, en mi propia experiencia personal, con hechos y recuerdos que estarán clavados en mi corazón y en mi memoria hasta el día de mi muerte.
Sin más, les dejo con el relato: «Últimas palabras».
Hoy vengo con una recomendación, y un reflexión. La recomendación es, sin ninguna duda, “Operación Telemark” (en noruego: Kampen om tungtvannet), miniserie de televisión noruega de seis episodios, que narra la historia de los intentos de los nazis por desarrollar un reactor nuclear funcional, y, como consecuencia del reactor, la creación de una bomba atómica. Estos intentos fueron saboteados por los aliados, en el interés de evitar una bomba nuclear nazi alemana.
Vamos ya con la segunda parte de esta entrada, donde analizamos el interior de la maquinaria nazi a través de sus propios protagonistas, y, más concretamente, de sus memorias. Por cierto: agradecer a los lectores el interés que ha generado la primera parte, sobre todo de páginas especializadas de historia, que amablemente la han reseñado o compartido en Twitter y a través de Bloguers.net.
Cuando en la anterior entrada hablamos del almirante nazi Karl Donitz, veíamos al modelo de hombre taciturno y responsable enfrascado en su maquinaria bélica, sumiso hacia su líder, Adolf Hitler, y conocedor de que su actitud en la guerra le llevaría a ser declarado culpable de crímenes de lesa humanidad. Eso no le impidió llevar a cabo una guerra abierta con sus sumergibles contra todo tipo de navío aliado, incluso aquellos que transportaban civiles. Y no le impidió aceptar el puesto de líder de Alemania cuando Hitler le cedió el poder en abril de 1945.
Dentro de los diferentes perfiles humanos, Donitz representaría el siervo fiel que acepta su condición ante la historia y la asume sin miedo. Pero otro líder nazi, Albert Speer, tuvo un desarrollo muy distinto. Y sus memorias lo atestiguan. Speer fue el hombre que no asume su condición, y, además, es capaz de convencer a un tribunal, y aun al mundo, de que él es, prácticamente, una víctima más de la maquinaria nazi. Paradoja curiosa cuando es el responsable directo de la creación de millones de puestos de esclavos forzados en toda Europa, como vamos a ver.
El nazismo, y por extensión, la época entre 1918 y 1945, es un periodo fascinante de la historia, a la vez que terrible y monstruoso. Es esa combinación la que produce una enorme cantidad de libros, películas, reportajes, y, por supuesto, ignorantes, que creen ser nazis por el mero hecho de ponerse una esvástica o perseguir a grupos minoritarios, judíos, negros, y otros grupos «no arios». Como si el nazismo fuese alzar un brazo y gritar un par de consignas.
En realidad el nazismo es mucho más que perseguir a este o aquel grupo. El nazismo supuso la mayor maquinaria ideológica de subversión, manipulación, guerra, y destrucción de seres humanos, tanto desde el punto de vista mental, como el psicológico, como físico.
¿Y qué mejor manera de conocer el nazismo que desde dentro? ¿Qué mejor forma de introducirse en la maquinaria nazi que leer los libros de sus arquitectos?
Eso es lo que he hecho durante años desde mi juventud, procurando leer los libros de sus mayores líderes, y también de sus antagonistas. Ya hablé una vez de las excelentes memorias de Winston Churchill, el hombre que plantó cara al nazismo cuando otros lo apoyaban, dándole un halo de «comprensión», empezando por el Vaticano, que firmó un concordato de apoyo, y lo bendijo tan pronto como en 1933.
Pero hoy quiero hablar de dos libros, de dos de los grandes líderes del nazismo, que leí hace años ya, y que sigo recomendando encarecidamente, para poder penetrar en las mentes más oscuras de la maquinaria nazi. Porque, como dijo Sun Tzu, el primer paso para destruir al enemigo es conocerlo.
En esta primera entrada hablaré de «Diez años y veinte días».
Vaya título, ¿eh? Sorprendente, cuando menos. Pero es cierto: es posible que yo hubiese votado a Hitler en 1933. Esta entrada sobre historia y política de la semana quiere hablar de ello. Quiere hablar de qué fácilmente caemos en los fanatismos, en el discurso rápido, en la demagogia, y en el lenguaje que nos dice lo que queremos oír.
Soy culpable. Todos somos culpables cuando aceptamos que la verdad es única y exclusivamente aquella que queremos oír. Y bloqueamos, insultamos, amenazamos, y desprestigiamos todo aquello que no represente nuestros valores…
De eso habla esta entrada. De cómo nos alzamos en una torre de la Verdad Absoluta que creemos indestructible, para comprobar luego que, en realidad, hemos caído en el más profundo de los agujeros de la perversión y la oscuridad.
La frase de la semana nos la trae uno de los personajes clave del siglo XX: Winston Churchill.
Estamos atravesando la sexta semana de cuarentena en España por el Covid-19, y el gobierno de coalición de España recibe enormes críticas. Unos lo apoyan, otros dudan, y otros lo critican abiertamente. ¿Quién tiene razón? Bueno, dejando de lado las posturas extremas, todos tienen sus puntos de vista y sus razones. Pero, si pusiésemos en un ranking al gobierno español frente a otros gobiernos, ¿estaría por encima de la media, por debajo, el primero, el último?
Seguramente muchos de ustedes estarán respondiendo con seguridad y claridad a esta pregunta en uno u otro sentido. Muchos, muchos de ustedes, se sentirán indignados contra el gobierno de España, o de su país, sea cual sea. Y es lógico. Pero existe un problema: nos faltan datos. Datos clave de toda esta historia. Y les aseguro que no quiero defender al gobierno, muy al contrario, creo que hay muchas cosas que preguntar y criticar del gobierno de España. Pero tampoco voy a caer en la idea de decir que todo lo que hace es malo y negativo. Y, lo más importante: ¿qué habría hecho yo? Porque criticar y acusar es fácil. Pero tenemos que dar argumentos también, y argumentos que sean sólidos.
Lo que viene a decir Churchill aquí es sencillo: le tenemos que pedir al gobierno, a la oposición, y a las fuerzas sociales, que, en momentos tan duros como este, dejen de lado sus diferencias, y se sienten para trabajar juntos y unidos. Ya habrá tiempo de volver a la disputa. Ahora toca salvar vidas y sacar adelante el país. Todos unidos. La patria no es unas ideas frente a otras, sino la unión de todas ellas en una causa común y mayor.
Entre el 13 y el 15 de febrero de 2020 se conmemora el 75 aniversario del bombardeo aliado de Dresde, una ciudad alemana que estaba en su mayor parte compuesta de edificios de madera, y con una gran cantidad de refugiados de otras partes del país. Dresde se consideraba relativamente segura, porque no disponía prácticamente de defensas ni tropas.
Más allá de eso, a mediados de febrero de 1945 era evidente que Alemania había perdido la guerra. También era evidente el caos que la población civil alemana vivía cada día con los bombardeos nocturnos de los bombarderos Lancaster ingleses, y los B-17 y B-24 americanos.
El coche oficial se detuvo delante de la vieja casa, que apenas se sostenía, y que antiguamente guardaba lo que había sido una familia. Una de tantas familias que, más o menos felices, luchaban por vivir. En aquel barrio conocido como Altstadt, que disfrutaba de una maravillosa historia de cultura y desarrollo, generación tras generación había visto pasar guerra tras guerra, como la que en 1813 enfrentó a Napoleón a las tropas aliadas de Austria, Prusia, y Rusia.
Napoleón había tomado como base de operaciones a aquella vieja ciudad de Sajonia, ahora incluida en Alemania, que era Dresde. Pero ahora, ese trece de febrero de 1945, Dresde se había convertido en lugar de peregrinación de miles y miles de refugiados que huían del horror de los bombarderos ingleses y americanos.
Tras el éxito del artículo del P-51D Mustang, constatado por el hecho añadido de que fuera comentado en Meneame.net, he pensado complementar aquel artículo con un sencillo vídeo de la puesta en marcha y despegue del avión.
En este vídeo lo que quiero destacar son las importantes diferencias que hay con respecto a cualquier avión actual. Aquellos aviones, poderosos y enérgicos, de hecho estaban completamente sobrepotenciados para su peso, lo cual era lógico porque se quería obtener la mayor velocidad y prestaciones posibles. Además, el uso del motor era muy delicado, y una mala gestión terminaba con el motor ardiendo completamente.
También era muy delicado el «torque», esto es, la tendencia de los aviones monomotor de la época de desplazarse hacia el lado contrario de la dirección de la hélice. Esto se entiende por el principio de acción-reacción de Newton, por el cual la hélice, al girar hacia un lado, provoca que el avión se desplace al lado contrario. Actualmente esto se arregla con diseños modernos que compensan ese par de la hélice.
Agradecer a todos los lectores el interés mostrado en este vídeo, y confesarles que yo me siento encantado de ello, porque la aviación siempre ha sido una pasión para mí. Dentro de poco publicaré un artículo sobre cómo profesionalizarse en el mundo de los pilotos de líneas aéreas.
Mientras tanto, les dejo con el vídeo. Muchas gracias.
Mientras preparaba el siguiente artículo del blog, que se publicará en breve, alguien ha subido muy amablemente uno de mis artículos a la web de meneame.net, un agregador de noticias donde los usuarios suben artículos que encuentran por la red. El artículo ha llegado a portada, y eso obviamente ha creado una cantidad alta de accesos a este blog.
El artículo en cuestión ha sido también, curiosamente, el del avión P-51 Mustang. Y digo curiosamente porque justo cuando voy a cumplir mil artículos, habiendo dejado el blog de aviación que gestionaba antes, precisamente ese artículo, casi único sobre aviones en este blog, es el enlazado. Curioso también porque he escrito cientos de artículos sobre aviación, pero están en otro blog y con otro nombre, y eran muy técnicos, ya que se publicaban en una web sobre aeronáutica civil y militar.
Interesante el debate que se ha creado en meneame.net sobre el artículo y su contenido en relación a la historia del P-51 Mustang. Obviamente el artículo es limitado, y no toco todos los temas posibles, porque es un artículo divulgativo, no una enciclopedia. Muchos temas que comentan los lectores son muy interesantes, y puedo rebatir otros cuando gusten.
Si alguien desea ampliar la información sobre el P-51 Mustang o quiere debatir algún elemento del artículo o del avión estaré encantado de hacerlo. Precisamente preparo un vídeo sobre técnicas de arranque, despegue y vuelo con el avión en una simulación donde actúo como piloto de la aeronave. Es un vídeo divertido, sin más consecuencias que ser entretenido y formativo.
Agradecer a los lectores de meneame su interés, a la persona que agregó la noticia, que va ya por las 3400 lecturas y subiendo, y espero que les haya gustado el artículo. Y, por cierto, esto demuestra cómo pasar de cero a cien, y de cien a cero, en Internet, puede ocurrir en días, incluso en horas. Esta es otra prueba de que Internet es un gigante que alcanza todos los ámbitos de la vida, incluso este modesto blog de ciencias y humanidades. Muchas gracias.
Imagen del vídeo que preparo sobre el P-51 Mustang, donde explico sus características, puesta en marcha, despegue y vuelo, con la ayuda de un simulador de vuelo. Este es un vuelo reciente sobre Las Vegas, Nevada.
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