Hoy vengo con una recomendación, y un reflexión. La recomendación es, sin ninguna duda, “Operación Telemark” (en noruego: Kampen om tungtvannet), miniserie de televisión noruega de seis episodios, que narra la historia de los intentos de los nazis por desarrollar un reactor nuclear funcional, y, como consecuencia del reactor, la creación de una bomba atómica. Estos intentos fueron saboteados por los aliados, en el interés de evitar una bomba nuclear nazi alemana.
Operación Telemark es una producción noruega, y ello no es casualidad, ya que fue Noruega el lugar donde se desarrollaron muchos de los hechos que tienen que ver con la serie. El segundo escenario es Alemania, donde el doctor y premio Nobel Werner Heisenberg (el del famoso principio de incertidumbre que tan nervioso ponía a Einstein) trató, sin éxito, llevar adelante un proyecto de reactor nuclear.
Para comprender bien los hechos y las causas tenemos que retrotraernos al descubrimiento de la fisión nuclear, y de la idea de que una reacción sostenida de fisiones podría dar lugar a la generación de grandes cantidades de energía. Esa energía, concentrada en un punto, generaría una explosión nuclear de una potencia nunca vista hasta entonces.

Como sabrán muchos de ustedes, donde los alemanes fracasaron, los Estados Unidos triunfaron con el llamado Proyecto Manhattan. De hecho Heisenberg no tenía datos clave suficientes en aquellos años para desarrollar un reactor nuclear que fuese operativo. Claro que eso no lo sabían los aliados, por lo que, para prevenir un posible desarrollo de un arma nuclear nazi, se llevaron a cabo las acciones explicadas en “Operación Telemark”.
Agua pesada, la clave.
Todo gira alrededor del agua pesada, que es la verdadera protagonista de la historia. El agua pesada, u óxido de deuterio, es agua común, pero con una particularidad: Las moléculas de agua disponen de un oxígeno, pero los átomos de hidrógeno son cambiados por deuterio. El deuterio es un isótopo del hidrógeno, donde el núcleo de dicho hidrógeno está formado, además de por un protón, por un neutrón. Eso hace que el átomo sea más pesado. De ahí la denominación de agua pesada. En el caso de tener dos neutrones, entonces el átomo es el isótopo llamado tritio.
El agua pesada es clave en un reactor, porque permite absorber el exceso de neutrones que se liberan durante el proceso de fisión, permitiendo controlar dicho proceso. Fabricar esa agua pesada no era fácil en aquellos tiempos, y se producía en una fábrica en Noruega, de ahí el interés de los aliados por destruir aquellas instalaciones por parte de los aliados.
El reactor Alemán nunca fue operativo, y no podemos llegar ni a imaginar lo que hubiese supuesto que Alemania dispusiese de bombas nucleares. Hitler las habría lanzado sobre Londres y otras capitales aliadas sin ninguna duda.
La serie está muy bien ambientada, y es densa y profunda, como corresponde a un tema serio y complejo como este. Muy lejos de las típicas películas de Hollywood, aquí se muestran a los personajes como seres que sienten y padecen, no son superhéroes que lo ganan todo y dan discursos vibrantes. Por eso ver esta serie requiere calma, y se disfruta poco a poco, como un buen vino reserva.
Sin duda una serie hecha sin grandes pretensiones ni recursos, sin grandes efectos especiales ni maravillas tecnológicas, pero que tiene lo que a mí me importa: análisis, profundidad, y un examen de los hechos desarrollados con gran temple y saber. En definitiva, una miniserie que recomiendo a todo amante de las grandes obras con contenido histórico. Se nota, insisto, en que es una producción noruega, porque quieren mostrar la historia, no crear protagonistas vacíos y sin alma.

El caso Manhattan.
Hay que decir que las bombas de Estados Unidos, conocidas coloquialmente como Little Boy (basada en uranio) y Fat Man (basada en plutonio) estaban originalmente destinadas a Europa, y concretamente a Berlín y alguna otra ciudad alemana. Sin embargo, el fin de la guerra antes de tenerlas listas conllevó que se lanzaran sobre Hiroshima y Nagasaki, como bien sabemos.
¿Qué habría pasado si Estados Unidos hubiese lanzado una bomba atómica sobre Berlín? Muchas cosas, sin duda. Lo que está claro es que el mundo habría sido muy distinto en muchos aspectos.
Una reflexión final.
Yo me crié, como todos los que ya tenemos unas edades, con la amenaza de una guerra nuclear. En el caso de Barcelona, los misiles soviéticos de alcance medio SS-20 apuntaban a esta ciudad, al igual que a muchas otras de Europa Occidental. De hecho, uno de los primeros grupos de rock que monté en mi época del instituto se llamaba, precisamente, SS-20. Era yo sin duda un bicho raro, mientras otros se ocupaban de intentar ganarse su primer beso a escondidas, yo le daba vueltas y vueltas al fin del mundo, a la guerra, y al destino de la Tierra. Algunos nacemos con la cabeza cambiada, está claro.
Hoy en día la amenaza nuclear, aunque se ha transformado, sigue existiendo. La amenaza nuclear está ahí, y solo falta una crisis grave para que algún loco decida usar la bomba. Recordemos que los países con armas nucleares disponen de ingentes cantidades de misiles y bombas nucleares, algunas tremendamente potentes, las llamadas bombas H o de hidrógeno, donde el comburente es una bomba de fisión, pero la bomba en sí es una bomba de fusión, mucho más potente.
El mundo es un lugar muy peligroso. Mientras esas bombas, una sola de ellas, continúe activa, estaremos en peligro. Un peligro tremendo, atroz, porque no es solo la explosión, sino todos los efectos y consecuencias posteriores. Las tristes pruebas de lo que pasó en Hiroshima y Nagasaki deberían convencernos, pero parece que no es así. Seguimos armados con potencia para destruir el mundo varias veces.
En todo caso, «Operación Telemark» merece la pena. Si puede verla y le interesa el tema, no se la pierda. Es una historia de la que se habla poco, y menos mal, porque, de haber salido bien para los nazis, el mundo podría ser otro muy distinto, y terrorífico sin ninguna duda.

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