Es cierto; quizás hubiese votado a Hitler

Vaya título, ¿eh? Sorprendente, cuando menos. Pero es cierto: es posible que yo hubiese votado a Hitler en 1933. Esta entrada sobre historia y política de la semana quiere hablar de ello. Quiere hablar de qué fácilmente caemos en los fanatismos, en el discurso rápido, en la demagogia, y en el lenguaje que nos dice lo que queremos oír.

Soy culpable. Todos somos culpables cuando aceptamos que la verdad es única y exclusivamente aquella que queremos oír. Y bloqueamos, insultamos, amenazamos, y desprestigiamos todo aquello que no represente nuestros valores…

De eso habla esta entrada. De cómo nos alzamos en una torre de la Verdad Absoluta que creemos indestructible, para comprobar luego que, en realidad, hemos caído en el más profundo de los agujeros de la perversión y la oscuridad.

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Brexit: el plácido camino hacia el suicidio

Sigo hablando del Brexit, porque sigue el Brexit. Pensábamos que el 29 de marzo explotaba todo ya, pero vamos por el tercer retraso. Ahora la fecha definitiva parece el 31 de octubre, precisamente el día de las brujas y Halloween, qué casualidad. Pero merece la pena hablar de este fenómeno llamado Brexit, sobre todo desde el punto de vista sociológico, que es el que más me interesa.

De pronto, un país decide lanzarse a un precipicio del que no se ve el fondo. Organizan una serie de mentiras, que están probadas y verificadas, y cuando uno de sus máximos mentirosos y embusteros, el señor Boris Johnson, propone ser primer ministro, todos aplauden y felicitan al gran héroe de un proceso que está destruyendo a Reino Unido desde dentro, y de una manera que nunca pude imaginar. Un héroe que ha mentido a las masas, pero la memoria de la ignorancia es tan corta como los hilos que mueven la política populista de ciertas fuerzas y naciones.

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Cuando todo lo que queda son extremos

El mundo pasa por ciclos, eso es algo que la historia ha demostrado cientos de veces. Entre periodos de una cierta cordura y sensatez, se desarrollan épocas, alentadas por las crisis recurrentes, que llevan a personas, sociedades, naciones y pueblos a posturas extremistas y antagonistas. Es algo parecido a lo que hace el cuerpo humano cuando se siente amenazado: ataca los cuerpos que siente extraños, incluso si son beneficiosos para la salud. Un problema de enfermedad autoinmune de carácter social y político. Un lupus que se asienta sobre sociedades que viven en los extremos de la sinrazón y la ignorancia.

El pasado 24 de septiembre, las elecciones en Alemania han llevado al parlamento alemán, el Bundestag (y no el el Reichstag como mucha gente lo llama, por error o a conciencia), a 88 miembros de un partido de extrema derecha. Mucha gente los llama nazis, o neonazis. También en mi país, España, y en otros países, unos se llaman a otros nazis, sea la izquierda a la derecha, o la derecha a la izquierda, aunque en este caso el término «comunista amigo de Stalin» es muy común también.

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