Ayer me llegó la muy triste noticia de la muerte del que fue un gran compañero del mundo de la aeronáutica y la simulación aérea años atrás. No importa el nombre ni los datos concretos, que mantendré en silencio por respeto a la familia, pero sí diré que era un comandante de líneas aéreas con miles de horas de vuelo en reactores. Desde aquí quiero rendirle un pequeño homenaje al que fue un gran amigo y compañero del mundo de la aviación.
Le conocí en 2002, en el aeropuerto de Sabadell, durante la organización de ciertas actividades aéreas, y congeniamos enseguida. Un hombre fuerte, de grandes convicciones, un líder natural, enseguida conectamos y fijamos una ruta de vuelo para preparar actividades educativas y formativas en el ámbito de la aviación.
Pronto, con un equipo de gente, estábamos organizando unas páginas web que despegaron de inmediato, y comenzamos cursos de vuelo de aviación civil y militar en diferentes puntos de España, principalmente Madrid y Barcelona, aunque se hicieron también actividades diversas en otras ciudades como Valencia, Teruel, Zaragoza, Sevilla, y otras.
Aquello fue creciendo y creciendo, y para 2010 habíamos contratado varios servidores para los cursos online de vuelo. Yo me dedicaba a organizar toda aquella actividad, y daba cursos de vuelo, principalmente del avión F-16, y mi compañero gestionaba actividades sobre todo presenciales, dando cursos y organizando charlas y conferencias con pilotos profesionales, que eran tremendamente interesantes. Llegamos a tener a pilotos de la segunda guerra mundial y la guerra civil en las charlas, aún listos para explicar sus historias. Testimonios de gran valor histórico. De muchas de esas actividades guarda constancia y material gráfico la librería barcelonesa «L’Aeroteca», sita en el barrio de Gracia de la ciudad condal.
Pero, más allá de eso, lo que recuerdo de mi amigo es la amistad que nos unió desde el primer día, donde nuestros pensamientos se coordinaban perfectamente. Pude disfrutar de su casa y su familia en varias ocasiones, y siempre nos tuvimos en gran respeto y estima.
Desde aquí rindo un sentido y sincero homenaje a mi gran amigo. Allá donde estés, vuela alto y para siempre. Tu confianza en mí, y tu amistad, fueron de gran ayuda para mí en aquellos años. Dejaste una impronta de rigor, seriedad y poder en todos que nunca olvidaremos. Hasta siempre, amigo.
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