Homenaje a un piloto desaparecido

Ayer me llegó la muy triste noticia de la muerte del que fue un gran compañero del mundo de la aeronáutica y la simulación aérea años atrás. No importa el nombre ni los datos concretos, que mantendré en silencio por respeto a la familia, pero sí diré que era un comandante de líneas aéreas con miles de horas de vuelo en reactores. Desde aquí quiero rendirle un pequeño homenaje al que fue un gran amigo y compañero del mundo de la aviación.

Le conocí en 2002, en el aeropuerto de Sabadell, durante la organización de ciertas actividades aéreas, y congeniamos enseguida. Un hombre fuerte, de grandes convicciones, un líder natural, enseguida conectamos y fijamos una ruta de vuelo para preparar actividades educativas y formativas en el ámbito de la aviación.

La última oficina de mi buen amigo.
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El amor no es para siempre; se escapa de entre los dedos

Mientras preparo el siguiente libro de Alice Bossard: Historias de una Cibercriminal, me he encontrado con una imagen que tenía perdida por el disco duro, y que, precisamente, es del testamento de Alice. Forma parte del libro «Las entrañas de Nidavellir», cuando Sandra se encuentra frente a la tumba de la que fue su mejor amiga.

Es un momento difícil para Sandra, llorando a la que fue su mejor amiga. Su compañera de aventuras, su confidente. La que creyó en ella hasta el final.

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Historia de un amor que no fue

Aviso: confesión lacrimógena de mi juventud. Léalo bajo su propio riesgo. Hoy tocaba recordar el pasado y ponerse nostálgico.

Una de las consecuencias de hacerse mayor es que el baúl de los recuerdos del pasado se hace más y más grande. A veces, tan grande que parece ocupar todo el espacio de la mente, absorbiendo nuestro presente, y negando nuestro futuro.

Pero eso no significa que no sea bueno recordar, porque son los recuerdos los que nos hacen humanos, y son los que conforman nuestra personalidad. De eso hablaba recientemente con mi hermana, mientras me ofrecía una de sus madalenas caseras, las cuales son imposibles de rechazar.

Mi recuerdo se fue a una antigua amiga, Ana (nombre inventado, no es necesario dar detalles).

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Inesperado regalo: una niña de 15 años

Que los seres humanos solemos ir de duros y fuertes es una constante universal. Que, por dentro, la mayoría nos deshacemos ante los recuerdos, los sentimientos, y las vivencias vividas, es una constante aún mayor.

Ayer estaba con una amiga a la que no veía desde hace tiempo. Le pregunté cómo está su hija, que ya debe estar mayorcita. Me respondió:

«Tiene quince años, y si quieres, te la regalo».

Me hizo gracia el comentario. Denota una clara desesperación de una madre ante una edad muy, muy difícil, como es la pubertad de los jóvenes. Lo he visto en varias ocasiones, y lo entiendo.

Obviamente el comentario es una figura, pero no lo fue el hecho de plantearme la situación: yo con una niña de quince años en casa. Eso, por supuesto, disparó de inmediato mis recuerdos.

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Once de abril de 1983

Once de abril de 1983. Era un lunes. Sobre las nueve y media de la noche. Estábamos sentados, hablando de sueños, y de esperanzas. De miedos, y temores. De futuros prometedores que conquistaríamos con nuestros corazones. De ser los dos guerreros perfectamente preparados para luchar contra las peores inclemencias, contra nuestros miedos, y contra nuestras frustraciones.

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Minas en el corazón: el dolor no es el final

Aviso: esta es una entrada introspectiva y personal sobre el mundo de los sentimientos y los recuerdos. Lea bajo su propia responsabilidad. Muchas gracias.

Los seres humanos tenemos una alta capacidad para sufrir. Creamos un mundo propio en nuestro interior que muchas veces parece más un campo de minas. Ese campo es el mundo de nuestros recuerdos, y cada recuerdo es una mina que pisamos cada vez que pasamos por esas vivencias del pasado.

Y, lo más increíble es que, a pesar de caer varias veces en la misma mina, en el mismo lugar, volvemos, tiempo después, a atravesar esa zona, para que la mina explote de nuevo, llevándose por delante una parte de nuestro corazón.

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Literatura: sin principio no hay historia

Nota: este texto (y vídeo) son una mirada introspectiva y personal a mi pasado. Y no fui nunca un superhéroe, así que no espere grandes emociones. Sí muchos recuerdos y sentimientos enterrados en el ayer. Muchas gracias.

Antes de nada, quiero dar las gracias a todos los lectores que se van sumando a La leyenda de Darwan, y a los que siguen por aquí pasando por el blog. A fecha de fin de junio de 2020 las lecturas ya son 3/4 del total de lo que fue todo 2019. Es realmente impresionante, con 35.000 visitas en lo que va de año. Muchas gracias.

Estaba hace poco trasteando en el infinito e inagotable manantial de cajas de libros y revistas que conservo, buscando este o aquel material que en ese momento había pasado por mi mente. Es increíble cómo podemos llegar a llenar tanto espacio con sueños en forma de papel.

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Música: despedidas y caminos de soledad

Recientemente hemos terminado de vivir un confinamiento, una cuarentena, que nos ha mantenido a muchos en casa. Pero hemos podido seguir en contacto con nuestras familias, amigos, trabajos, gracias a las telecomunicaciones, a los ordenadores, teléfonos y tablets. Y a una gigantesca infraestructura muy compleja que ha permitido dar soporte a los cientos de miles de conexiones en toda España, y en todo el planeta, que yo por ejemplo tengo familia en Argentina, y seguir las incidencias de allá es un tema de prioridad absoluta.

Antes las cosas no eran así. Antes, cuando te distanciabas, tenías el teléfono. Pero, ¿y antes? En el siglo XX mis padres y abuelos fueron testigos de muchos seres queridos y amigos que se iban a otros países, especialmente a lugares como México, Argentina, Venezuela, Brasil, y cualquier otro lugar donde se pudiera encontrar un nuevo futuro. Pero entonces no había Internet. Las despedidas eran eso: despedidas. Aparte de las cartas, no había otra forma de contactar. Luego llegaron los teléfonos y las «conferencias», pero eran carísimas, y tardaron en ser un medio de comunicación de acceso para muchas familias con pocos recursos.

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El imperfecto mundo perfecto tras el cristal

Hace tiempo que lo vengo notando. Que lo vengo sintiendo. Que siento esa vibración que me avisa de que algo se ha roto. Por fin. Esa cadena de acero que me ataba a la realidad. Se ha roto. Y, en mi locura, te he vuelto a encontrar. Ese era el secreto: volverme loco era el camino seguro y directo para volverte a amar.

Todo empezó cuando llegué y crecí en este mundo. Este mundo que ha cambiado. Y me ha cambiado. Se ha hecho mayor. Ha perdido originalidad. Y frescura. Un programa llamado autotuning afina la voz de los cantantes si desafinan. Un efecto de Photoshop borra todos los fallos de esa imagen o vídeo, creando hombres y mujeres perfectos.

Las empresas sonríen con puestos de trabajo asombrosos donde todos trabajan sanos y felices. Los coches ya  no contaminan, sino que son contenedores de cinco sonrisas perfectas que viajan en su interior, y que contribuyen al bienestar del mundo. Los amigos ya no necesitan discutir entre ellos, basta con bloquearlos, mientras enseñan esas fotos perfectas de sus familias perfectas. Y los viajes son paradisiacos, a sitios increíbles, donde ocurren cosas increíbles que vemos con nuestros hijos increíbles y nuestra pareja increíble. Todo metido en una pantalla rectangular de cristal. Todo el mundo se ha concentrado en una pantalla de cristal…

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Sueño contigo

Dejo mis sueños en mi camino,
y en polvo los torna el tiempo.

Dejo de soñar contigo,
y te vas yendo , flotando en el viento.

El viento de la noche me trajo tu mirada,
y me abracé a ella con todo mi ser,
y ahora que ha llegado la mañana,
quisiera que no volviese a amanecer.

Son tantas las estrellas condenadas,
a brillar mucho en pocos días,
y a transformarse luego en nadas.

Son tantas las batallas por ti ganadas,
pero fue aquello que más querías,
lo que jamás en verdad imaginabas.

El barro cubre hoy mi sangrienta senda,
y me lleva perdido a la noche fría,
y estoy solo en el vacío de tu ausencia,
por perder a la mujer que tanto y tanto quería.

El inmortal nombre que forjaste en tu alma,
es sólo un recuerdo de lo que fue antaño,
bañado en tu mirada que tanto me calma,
parezco perderme ayer, hoy, año tras año.

Y tú, que cubriste para siempre mi sueño,
de esperanza, amor, anhelo,
sé para siempre la voz, mi sendero.

Y tú, que diste fe a este mortal perecedero,
dame tu mano y llévame presto
a encontrar el sueño que fue nuestro amor eterno.

Fuimos dos, fuimos camino,
fuimos uno en la tierra y el cielo.

Camina ahora, búscame entre tus miedos,
entre tus esperanzas y sueños necios,
y llévame a casa, donde curar pueda,
el dolor que tanto sufro y siento.

Fuimos sólo un sueño.
Mas fuimos, en verdad, sueño eterno.

I. Campomanes. Diciembre 1986.

(Del libro «Círculo eterno y otros relatos cortos». Portada diseñada por A.R. Cano).

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