Hoy, escuchando una canción de John Denver que era de mis favoritas hace cuarenta años, y lo sigue siendo ahora, me he acordado de dos emigrantes, permítanme que los llamé así, que era como se llamaban en mis tiempos. Me he acordado de cómo la vida da golpes muy duros, pero también recompensas. A veces.
Estas que traigo hoy aquí son dos historias reales, cercanas a mí, que demuestran que la vida es muy dura, pero que el tesón y el esfuerzo pueden, a veces, no siempre, dar una oportunidad. Y digo «a veces», porque es falsa esa idea de que «si luchas por ello lo lograrás».
No es cierto. Mucha gente lucha de forma denonada y desesperada muchas veces, durante toda su vida, que se puede medir en décadas, o en días, y muchas veces pierden.
Yo traigo la historia de dos emigrantes que triunfaron. Y que son y conforman un mensaje: todos hemos sido emigrantes alguna vez, o hemos tenido emigrantes queridos a nuestro lado.

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