Uno de los momentos que más disfruto como aficionado a la ciencia es aquel en el que, habiendo hablado de algo, ese algo se queda obsoleto. Esto me ha pasado con dos artículos recientes sobre la gravedad, donde hablaba del trabajo para detectar ondas gravitatorias, o gravimétricas como dicen en Star Trek. Creo que todos los entusiastas de la ciencia disfrutamos viendo cómo se progresa y se descubren cosas nuevas, que dejan aparcados cientos o miles de artículos, que han de ser puestos al día o revisados.
Esa es la gran maravilla de la ciencia: se reescribe cada día. Mejora cada día. Pero nunca alcanza el cénit. Siempre es un paso más. Siempre es un salto adelante, y, muchas veces, un salto atrás, para tomar impulso de nuevo.

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