Hace unos días alguien, de visita en Holanda, me envió al whatsapp dos fotos, y un pequeño comentario en relación a un tema que supuso me iba a interesar. No se equivocaba.
Las fotos eran de dos puertas de un colegio de secundaria en alguna localidad holandesa. La persona que las envió es bióloga, y profesora de ciencias naturales. Las puertas tienen pintados unos motivos. Concretamente, un conjunto de aviones, y lo que parece un paracaidista en una de ellas, y un piloto en la otra. Me decía esa persona que cada trimestre pintan en ese colegio las puertas con los elementos de los que están hablando en las clases de historia.
Yo la verdad es que me asombré ante aquella idea tan magnífica de pintar las puertas con motivos relacionados con elementos de las materias impartidas durante el trimestre. Al parecer, Holanda es un país donde la gente puede hablar de su pasado, del bueno y del malo, de forma realista, y sin tener que esconder la verdad en las cunetas de los pueblos y las carreteras. Un país que vivió momentos difíciles, pero que se reconcilió de verdad con su pasado, y lo explica a sus descendientes de forma natural y rigurosa. Un país que no utiliza su historia como arma arrojadiza contra el adversario político, ni manipula su historia por un puñado de votos, ni inventa nuevos relatos de fantasía de un mundo que nunca existió.

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