Lo confieso: soy un enamorado de Grecia, y de la cultura helenística. Desde que a los quince años leí «La odisea» de Homero, me enamoré de la historia y la cultura de ese país. Luego, desde que realizara mi primer viaje, me enamoré de sus gentes, de su gastronomía, y de sus paisajes mediterráneos. El conjunto conforma una suma de posibilidades inagotables.
Todos sabemos que Grecia vive momentos difíciles desde hace tiempo, pero el país ha sido, es y será siempre un lugar donde se recibe a los visitantes con simpatía y mucho cariño. Sí, por supuesto que hay que tomar las precauciones que se han de tomar en todas partes, y por supuesto que hay que leer algo de lo que se puede y no se puede hacer en el país, pero que nadie se engañe: llegar a Atenas es, sobre todo para los que somos amantes de la historia antigua, viajar dos mil quinientos años en el tiempo, y disfrutar de la interminable cantidad de historia que nos aguarda.

Podemos dividir Grecia en cuatro áreas para visitas: la propia Atenas, la zona norte, el Peloponeso, y las islas. Esta división es mía y personal, pero puede ser de utilidad para que cada uno dé prioridad a una zona u otra, o a todas claro, si es posible. ¿Cuál es la mejor? Bueno, yo tengo debilidad por Atenas y por las islas, pero cada cual procede como desee, y en todas partes hay infinidad de cosas para ver.
Vamos entonces a conocer las cinco razones para visitar Grecia:
1.- Por sus gentes. Sinceramente, nunca me he sentido tan bien acompañado, tan querido y tan «estar en casa» como en Grecia. Enseguida hice amistades, y pronto estaba saliendo con gente de allá, visitando sus casas, disfrutando de su amistad. Recuerdo anécdotas en el barrio de Plaka, con un anciano dándome consejos sobre la vida y el amor, y entusiasmado con las victorias del Real Madrid. La frase «Espagnolos buonos Butragueño» siempre la recordaré con cariño y afecto. El matrimonio con el que anduve me ayudó a entrar en la cultura griega y en la mentalidad de sus gentes como ningún guía turístico podría. Eran gente de gran corazón que nunca olvidaré.
2.- Por Atenas. En fin, qué decir de Atenas. Puede uno caminar y caminar y no cansarse nunca de ver maravillas. No voy a hacer de guía, simplemente comentar que Atenas es mucho más que esos panfletos que andan por las empresas de turismo. No digo que eso no sea interesante, pero un buen viajero aprende a perderse, y a descubrir rincones insospechados. Naturalmente los sitios turísticos son muy interesantes, pero eso solo es el principio de Atenas, como suele ocurrir con las grandes ciudades históricas. Moverse por la zona de la Acrópolis es contemplar la historia del mundo. Simplemente impresionante.
3.- Por su gastronomía. Supongo que sería el aire y el clima griegos, pero el vino de Grecia entra con una facilidad asombrosa. Después de unos vasos ves a Zeus, a Atenea, y el monte Olimpo en tres dimensiones y en technicolor. Y la comida griega es mediterránea, llena de sabor y de matices. Echo mucho de menos aquellas texturas y aquella sensación de estar entre los dioses.
4.- Por sus islas. Mi debilidad, junto a Atenas. Las islas son paradisiacas, y se transporta uno con la mente veinticinco siglos atrás. De hecho, muchas cosas siguen siendo iguales a entonces, aunque sean distintas. Cada isla es distinta, y todas están unidas por su belleza y un color peculiar. Por cierto, ya conté alguna vez que en la isla de Hydra estuve a punto de dejar este mundo y viajar al Hades. No creo en mitos ni en dioses. Pero ese día se me apareció Atenea, y me sacó de un final demasiado rápido para mi edad. El propio capitán, tras recogerme sus marineros, me puso su gorra, y yo anduve por el barco como un marinero más. Recuerdo a aquel hombre, y su mirada profunda, propia de los hombres de mar. Aquel capitán parecía por un momento que iba a embarcar en un trirreme, para combatir a los persas en la batalla de Salamina. Quizás algún antepasado suyo estuvo allí. Quizás. Desde entonces Hydra guarda un misterio para mí.
Y, por cierto, no pretenda llevar coche. Están prohibidos. Solo bicicletas y burros. Sí, los burros son el transporte en la isla, junto a las bicis. ¿No dije que era como volver al pasado? Pues ya lo ve, no es ninguna imagen romántica, es la pura verdad.

5.- Por su historia. En fin, qué voy a decir de la historia de Grecia. Estudié griego clásico con el fin de leer la Iliada y la Odisea en su lengua original, para luego descubrir que el griego antiguo es tan distinto del griego clásico, como el griego clásico del griego moderno. Pero así y todo, aprender una lengua es la manera más directa para conocer a quienes la hablan. La lengua de un pueblo define a ese pueblo, y hablar con ellos en su lengua es el camino para llegar a ellos. No he podido estudiar griego moderno por las circunstancias de la vida, pero es uno de esos temas que puede que ataque un día, si es que tengo tiempo alguna vez. O me hago inmortal, tengo que preguntar a Atenea cómo se consigue eso.
En resumen, y sin ninguna duda, Grecia es un paraíso que va mucho más allá del concepto «son solo piedras» que algunos comentan cuando se va de viaje allá. No, lo siento; no son piedras, son historia viva de la humanidad. Son la base de la cultura que conocemos y vivimos cada día, y son el punto de partida del conocimiento analítico y la democracia, de la filosofía y del arte, y de la expresión antigua del ser humano como concepto básico y universal.

Naturalmente, la grecia clásica no era perfecta, es evidente. Pero fue un faro de luz que iluminó la Tierra, y que todavía brilla y nos ayuda a caminar a los que somos amantes de la ciencia y el conocimiento. Grecia fue la piedra donde asenté mi base para amar ciencia y arte, y hoy sigue siendo el centro sobre el que gira mi vida y mis sentimientos.
Por todo ello, merece la pena visitar Grecia. Merece la pena, sin ninguna duda. Y si se encuentra a usted a un venerable anciano amante de España en el barrio de Plaka, dígale que un antiguo visitante de ese país hizo caso de sus consejos, y que siempre le recordará. Con mucho cariño, y sobre todo, con un profundo respeto. Que Zeus le guarde muchos años.
Nota: imágenes tomadas con permiso de la Wikipedia.
increíble lo que comenta sobre estudiar estas dos lenguas para poder leer en original: lo mismo hizo Lev Tolstoi, lo sabía usted?
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No conocía ese detalle pero no me extraña, conocer a un pueblo y su cultura requiere conocer su lengua. Saludos.
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solo son piedras…verdad que solo vemos lo que somos capaces de ver. gracias por sus pensamientos, hacen soñar
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Muchas gracias a usted por su interés. Saludos.
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