Ideas y reflexiones acerca de la fe

Nota: este es un texto personal sobre la fe y las creencias. Puede que no guste a algunos, pero los creyentes están en el mundo para hablar de Dios y de la salvación del mundo. Yo lo estoy para hablar de ciencia y del ser humano. Mientras cada uno respete al otro, no considero deba haber problema alguno.

¿Qué es la fe? Es creer en algo intangible, incuantificable, no medible, no verificable. Pero que está ahí. Algo que sientes que es cierto, que es real, que conforma y forma parte de tu vida, pero que no puedes tocar, ni puedes alcanzar, ni puedes sentir. Como mi sueño de que Charlize Theron se fije un día en mí. Bueno, más o menos, quizás no sea el mejor ejemplo, pero da una idea.

Dicen que la fe puede mover montañas. Quizás sea cierto, no digo que no. Pero la ciencia no lo necesita; puede construir un túnel para atravesarla. Yo soy el de los túneles. Esa es mi vida. Esa es mi filosofía. Esa es mi fe. La fe de que podremos superar cualquier barrera impulsando a la humanidad a una nueva era, donde haya una justicia y una igualdad de derechos para todos, independientemente de su raza, credo, sexo, u origen. Todos unidos en un mundo para todos sin excepción. A ese dios rezo yo cada día. Pero no me escucha.

hipatia_de_alejandria
Hipatia de Alejandría

Confieso que tengo dificultades para sostenerme en algo que tengo que creer sin más pruebas que algo llamado fe. En alguna ocasión me ha comentado alguna persona creyente, que independientemente de lo que yo crea o no, cuando muera mi alma seguirá adelante, e iré al cielo o al infierno, según me haya comportado en la vida. Espero que contar chistes malos no cuente. Pero, en todo caso, se me ha dicho que esto es así, y que lo que yo crea o deje de creer no importa.

Al parecer, en general la idea es que voy a ir al cielo, porque, aunque no soy religioso, Dios es un ser bueno que comprende que no todos podemos llegar a un nivel de clarividencia tal que nos permita ver su Verdad Absoluta (y que presuntamente he sido buena persona, aunque esto sin duda es muy discutible). En todo caso, se supone que, si he sido «bueno», iré al cielo, o eso se espera, y estaré con mi familia de nuevo, para toda la eternidad.

Como yo soy hombre amante de la ciencia, y no de la fe religiosa, y eso es algo que no creo que vaya a cambiar en el poco tiempo que me queda en este mundo, cuando se me argumenta que estaré con mi familia, me hago una serie de preguntas: ¿estaré con mi familia? ¿de verdad? ¿Eso quiere decir que estaré con mis exmujeres? ¿Con cuál de las tres? ¿O será con las tres? ¿Pasaré con ellas toda la eternidad? ¿De verdad debo considerar eso viajar al Paraíso?

Yo respeto las creencias de los demás. Pero no puedo otorgarles el sello de la verdad. No puedo concebir la idea de la vida tras la muerte, ni de un dios omnipotente. Razones, bueno, muchas y variadas. Pero insisto: los que quieren ser creyentes, que lo sean, no voy a criticarles por ello. Pero solo pido algo a cambio: que nadie me diga a mí a dónde voy a ir cuando muera.

La vida en la Tierra lleva desarrollándose miles de millones de años, y las pruebas de ello son apabullantes. Los dinosaurios no iban al cielo o al infierno, aunque si hubiesen evolucionado, tendrían quizás sus propios dioses. ¿Sería ese Dios el que creó a los dinosaurios a su imagen y semejanza? ¿Cambia Dios de forma cada vez que crea una nueva criatura inteligente a su forma y semejanza? ¿O solo ha creado vida en la Tierra, y el resto del universo está vacío de vida? En este caso, ¿por qué crea Dios al ser humano después de esperar 4500 millones de años? ¿Por qué deja el resto del universo vacío de vida? ¿O es la humanidad solo un ejemplo más de creación de Dios, que ha poblado la galaxia, y el universo, de vida? ¿A qué se debe entonces ese afán por ir colocando vida en diferentes mundos desconectados entre sí?

Son muchas preguntas. No encuentro respuestas a ninguna de ellas en los libros sagrados. Ni en los hombres que propagan la fe de esos libros. Nadie es capaz de contestarme. Por eso busco otras respuestas, en otros sitios, con otros medios. Porque ahí no tengo respuestas completas. Pero, al menos, son respuestas parciales.

La evolución es un hecho contrastado, y de nuevo las pruebas son inagotables. Quedan flecos, porque siempre quedarán flecos. Siempre. En toda la historia de la ciencia, esta se basa en acercarse a la verdad. El libro de la ciencia se reescribe cada día. Los libros sagrados nunca son alterados. Bueno, casi nunca, pero no entraré ahora en ese tema. Y recordemos que la palabra teoría en ciencia no significa lo mismo que en el lenguaje popular. Usemos en cada caso la acepción que se ha de usar, no la que nos interesa.

Cuando yo muera, mi cuerpo, como el de millones de seres vivos anteriormente, se desintegrará, y se reintegrará con la Tierra. Algunas de esos átomos podrían llegar a usted. Por ejemplo, algunos de los átomos de hidrógeno del dedo que escribe esto podrían estar en su dedo dentro de unos años. Las probabilidades no son cero, están ahí. Los seres vivos compartimos la materia, y con eso mostramos, una vez más, que estamos hechos de la misma esencia del universo.

¿Y el espíritu? Se suele decir que los que no somos creyentes no tenemos fe, ni sueños, ni espiritualidad. Eso es absolutamente falso. Yo puedo sentir emociones, y las siento cuando me comunico con el universo. Cuando, a través del telescopio, observo la inmensidad de la galaxia, siento la cercanía de las estrellas, de los mundos que orbitan esas estrellas, y sueño con la posibilidad de vida. Y de seres que, como yo, estén mirando por sus telescopios a mi mundo. Quizás, como soñador de estrellas, he cruzado la mirada con alguno de esos otros soñadores de estrellas. Quizás he contemplado una estrella mientras esa estrella me contemplaba a mí. Hay algo mágico en eso. Y creo en la magia. En la magia de una mirada, de una sonrisa, de una promesa de amor eterno. Creo en la magia del llanto, y de la alegría. Creo en la magia de un abrazo, y de la verdadera amistad. Creo en la magia de una noche de pasión leyendo libros hasta el amanecer. Creo en la humanidad. Eso sin duda requiere tener mucha fe.

Además, somos precisamente hijos de las estrellas. Literalmente. Los elementos pesados, necesarios para la vida, se forjaron en los hornos de antiguas estrellas supernovas. Sin esas estrellas, y sin la producción de átomos por encima del hierro, no habría vida. Por lo tanto, cuando digo que somos hijos de las estrellas, no solo estoy hablando en un lenguaje espiritual; a la vez, estoy conformando una realidad palpable y cuantificable.

El amor. Los sentimientos de amistad, de compañerismo, de alegría, de pena. Una mano que se acerca para ayudarte a levantarte cuando has caído. Una voz del pasado que vuelve en el momento más difícil de nuestras vidas. ¿Creemos en esas cosas los no creyentes? Sí. Por supuesto que sí. Y no porque un dios nos diga que debamos ser buenos y solidarios con nuestros semejantes. Sino porque lo creemos sinceramente. No necesito leer un libro, o ir a misa, para que me enseñen una doctrina del bien que, como ser humano todos debemos practicar, sin introducir figuras y elementos externos de carácter divino. No intentaremos ser mejores personas cada día por la fe, sino por la humanidad, y por este mundo, que necesita incontables toneladas de amor y de fraternidad.

Hay cristianos que son muy buenas personas. Otros sin embargo son seres desalmados. Lo mismo ocurre con los no creyentes. ¿Qué conclusión podemos sacar? La única conclusión posible es esta: cada persona será valorada en tanto en cuanto lo reflejan sus actos, no su fe o falta de ella.

Aunque antes he dicho que soy amante de la ciencia, y es así, pero soy hombre de letras al cien por cien, y me considero una persona muy espiritual. Por supuesto, muchos hombres y mujeres de ciencia son a la vez muy espirituales. En todos los casos, tenemos que juzgar nuestro comportamiento de forma ética siempre. Si digo que creo en Dios, pero es falso, estaré mintiendo. Y eso para una persona religiosa y para Dios es una falta grave. ¿Quiere la religión que diga la verdad? Eso es lo que pide Dios, ¿no es así? Pues entonces declaro que no creo en dioses. Cualquier otra cosa ofendería a Dios.

quino

Por otro lado, lo de un dios omnipotente es complicado. Veamos. Si Dios lo sabe todo, cuando un ser humano llega a la Tierra, no hay que esperar a ver si se comporta bien o mal para juzgar si ha de ir al cielo al infierno. Dios lo sabe todo, por lo tanto ya sabe si ese ser humano va a acabar en el cielo o el infierno. ¿Para qué hacerle esperar toda su vida?

Y, por otro lado, si Dios no sabe si ese ser humano va a comportarse bien o mal, para entonces decidir si va al cielo o al infierno, podemos deducir que Dios no es omnipotente, no lo sabe todo. Y, si no lo sabe todo, su cualidad como Dios con un conocimiento absoluto es falsa.

Otros podrían argumentar que Dios en realidad otorga la capacidad de decidir al ser humano, le deja escoger su camino. Pero entonces estamos con lo mismo: si Dios deja que el ser humano tome decisiones que Dios no conoce de antemano, lo que se llama el libre albedrío, entonces Dios no es omnipotente, no lo sabe todo. Llegamos al mismo punto.

En cuanto al asunto del cielo eterno del que hablaba antes, ¿de verdad estamos en el cielo toda la eternidad? ¿Y qué haremos allá con tiempo infinito? Incluso yo podría llegar a cansarme de escuchar los discos de Sheryl Crow con tanto tiempo por delante, algo casi inconcebible. ¿Eternidad? ¿Qué es eso?

Nadie va a convencerme de ser religioso. En el colegio sufrí incontables castigos cuando tenía siete años y me negué a hacer la primera comunión. De rodillas frente a la pared, con unas orejas de burro en la cabeza y libros en la mano. Golpes del profesor y de los compañeros mientras me escondía debajo del pupitre para intentar protegerme, y aislamiento de mis compañeros de clase durante toda la jornada del colegio. Esa fue mi niñez, en un oscuro colegio donde pasaba el día completo.

Curiosamente uno de sus castigos fue obligarme a aprender a jugar al ajedrez al mediodia. Pensaban que iba a ser negativo para mí. Y fue la única liberación de aquellos días. El resto, una jornada tras otra infernal. De aquella experiencia aprendí a resistir, a ser fuerte, y a crear un mundo interior donde pudiera sentirme a salvo y seguro. De algún modo, aquella terrible experiencia forjó mi vida, para lo malo, pero también para lo bueno. De algún modo, comencé a escribir en aquel momento. No en papel, pero sí en los sueños, y en mi imaginación. Hasta hoy.

cement

No quisiera ofender a nadie con este texto. Últimamente parece que cada vez que se habla de Dios alguien recibe una carta para ir al juzgado. Yo ya fui juzgado, y condenado. No me callé entonces. Resistí entonces. Resistiré ahora. Hablaré del ser humano, y de cómo mi fe en la humanidad es el camino hacia el futuro. Esa es mi fe. Esa es mi voz. Y ese es mi camino. Otros pueden tomar otros caminos, están en su derecho. Pero nadie volverá a ponerme la mano encima para decirme qué debo hacer, qué debo sentir, o qué debo pensar. No lo consiguieron entonces. No lo harán ahora. Seré libre para pensar. Con mis errores, y defectos. Pero libre siempre. Hasta que deje este mundo.

Luego quedará mi testimonio. Que cada cual juzgue en base a su corazón, y a su fe. Yo ya habré desaparecido. Y llegarán otros. Que ellos decidan lo mejor para la humanidad. Siempre que la beneficiada sea toda la humanidad. Toda, sin excepción.

Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

A %d blogueros les gusta esto: