Aviso: en esta entrada hablo de mi trabajo literario. Siga adelante solo si está dispuesto a correr el riesgo.
Estoy, cuando escribo estas líneas, repasando las 600 páginas de la segunda parte de «Las entrañas de Nidavellir», con el subtítulo «Promakhos». Un trabajo agotador, incluso más que aquel que me supuso «La insurrección de los Einherjar». Son 1.200 páginas en total, que hay cuadrar con delicadeza, y que a su vez deben cuadrar con los diez libros anteriores. Y, una vez terminado, comenzará el trabajo con un libro que no debía existir: Yggdrasil.
Yggdrasil no tendrá más de 200 páginas. Ya no tengo edad para escribir tomos de 500 páginas, es muy duro y es agotador. Luego quedará la segunda trilogía, donde cada uno de los libros tendrá unas 150 páginas. En ese momento habrá 16 libros de la saga Aesir-Vanir terminados.
¿Y será eso el fin? Al contrario. Será el principio. Claro que puede que antes me sorprenda la dama de fría mirada abrazándome de nuevo. No sería la primera vez que intenta atraparme, y termino escapando de sus manos. Ese truco funcionó una vez; puede que esta vez la oscura dama haya aprendido la lección.

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