En los años ochenta del siglo XX, el entonces presidente de Estados Unidos, el actor presidente Ronald Reagan, que fue mejor actor que presidente, lo cual dice mucho de su mandato, declaró lo que entonces se conoció como «la guerra de las galaxias» contra la extinta Unión Soviética. Un programa billonario en costes que pretendía crear una serie de instrumentos militares de defensa y ataque basados en nuevas tecnologías aeroespaciales.
Aquel desastre económico, que fue básicamente humo, tuvo sin embargo un efecto positivo para Estados Unidos: provocó que la Unión Soviética se tuviera que ver implicada en aquel gasto monstruoso que no se podía permitir, lo cual contribuyó al colapso de la nación, generándose todos los efectos conocidos: la caída del muro, la creación de nuevos estados, etc. No fue la guerra de las galaxias el único motivo claro, pero sí tuvo un papel destacado en la caída del país comunista.

Ahora, un personaje aún más deplorable que George Bush, el señor Donald Trump, un psicópata racista y xenófobo, con una gran megalomanía, y que se cree salvador del mundo y de Estados Unidos, declara que se ha de crear una nueva rama del ejército américano: un sexto miembro de soldados espaciales, dedicados a la guerra fuera de la atmósfera de la Tierra. Ya comenté en su momento que esas ideas de los años sesenta y setenta de no militarizar el espacio quedarían en nada en cuanto apareciese el primer iluminado dispuesto a conquistar el universo con sus cohetitos y sus rayos láser. Y aquí tenemos al payaso de turno, que se cree un Emperador Palpatine, dispuesto a mandar sus destructores espaciales a perseguir a los rusos, a los chinos, y al carguero de Han Solo.
Evidentemente, toda esta pomposa y fastuosa declaración de intenciones es eso, una simple declaración de intenciones. Paradójicamente a las palabras de Trump, la tecnología del espacio no posee de los medios para crear un ejército real y operativo, precisamente por los recortes que siempre se han llevado a cabo en la investigación del espacio. Ahora, al parecer sí habrá dinero para el espacio, pero no para el progreso de la humanidad, sino para inventar nuevas formas de matar a otros seres humanos desde fuera de la atmósfera terrestre. Y la pregunta no es sí morirá el primer ser humano de forma violenta en el espacio por una acción militar, sino cuándo ocurrirá. Porque rusos y chinos no están dispuestos a permitir que los Estados Unidos controlen el espacio exterior, ni mucho menos la Luna. La guerra está servida.
No se empieza de cero, de todas formas. Desde hace unos años, un prototipo de lo que podríamos denominar «primera nave de guerra espacial» surca el espacio, sin tripulantes todavía, realizando todo tipo de ensayos secretos para la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Se trata de la nave Boeing X-37, donde la «X» indica «Experimental». Es una nave que ha pasado mucho tiempo ya en el espacio, y que probablemente sea un diseño con la finalidad de crear nuevas naves tripuladas con capacidad de portar seres humanos y armas adaptadas al espacio. Recordemos que los Estados Unidos ya tienen cañones láser operativos en uno de sus destructores que han demostrado ser muy eficaces en diversas pruebas, y que los láser son especialmente efectivos en el espacio exterior, donde no hay atmósfera.

Bienvenidos a la guerra espacial. ¿Quieres enrolarte como soldado de asalto espacial? Ahora puedes. Salva la galaxia con la ayuda de Donald Trump, y luego echa a patadas a los hispanos de tu querida tierra, de una vez, y para siempre. Ese es Donald Trump. El payaso que soñaba con el espacio y con ser un líder mesiánico que salva al mundo. ¿A qué esperan para darle el Nóbel de la paz?
Es increíble que un hombre así no sea depuesto ya por cualquier medio legal posible, y se vuelva a una política de cordura y sentido común en un país como Estados Unidos. Donald Trump es un peligro para Estados Unidos y para el mundo, y cada día en el poder genera más y más problemas de todo tipo que luego costará años, décadas, solucionar.
Espero que al menos con este juego del espacio se entretenga un rato y se olvide de seguir haciendo daño en la Tierra. Eso es lo único que pido: que se calle ya, y deje la política, o la guerra puede ser una realidad, pero no en el espacio, sino en la Tierra. La guerra comercial ya está aquí. Solo espero que no sea el preludio de algo peor. Porque un megalómano dirigiendo Estados Unidos es un peligro de consecuencias altamente imprevisibles, que nadie querrá ni siquiera empezar a imaginar.
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