Prostitución, un examen pendiente

Nota: este es por supuesto un tema muy delicado. Léalo teniendo en cuenta que el tema tratado puede herir la sensibilidad del lector. Muchas gracias.

Una de las desventajas de tener un blog muy popular es que el autor debe tener cuidado con lo que escribe. Ciertos temas son delicados, y pueden provocar fugas de lectores. Si observa blogs populares, verá que, en general, los temas delicados de la sociedad y política no se tocan, o se hace en un lenguaje que no comprometa al autor.

Afortunadamente este blog no es popular ni conocido, y puedo darme el placer de hablar de lo que quiero, sabiendo que va a quedar entre los lectores que siguen este blog y el autor, o sea yo. Sí, pueden entrar otras personas, pero la relación entre autor y lectores en los blogs pequeños es muy personal, muy directa. Por eso cuando me enlazan desde grandes medios como Meneame me preocupo. Afortunadamente esos enlaces a este blog siempre fracasan, y no pasan de unas decenas de lecturas.

Visto el contexto, hoy vengo con uno de esos temas teóricamente prohibidos, como es el de la prostitución, un mundo que se ignora, se aparta, se deja de lado, se esconde, pero que está ahí presente, cada día, y además con terribles consecuencias.

Las señoritas de Avignon – Pablo Picasso.

Qué es prostitución.

Vamos primero con lo básico: qué es la prostitución. Y aquí ya vamos a empezar a tener problemas, porque este mundo, como casi todos, no es blanco y negro. Intentar contestar a esta pregunta es realmente complicado. Hay gente que lo tiene muy claro, y normalmente suele ser gente que conoce muy poco de este mundo, o con ideas preconcebidas de modelos morales donde todo es bueno o malo. Pero, en realidad, la prostitución, y su definición, permite un debate complejo, muy intenso, y muy difícil de resolver.

Aclaro que yo no tengo respuestas absolutas. Yo no puedo definir qué es la prostitución de un modo absoluto, y no creo que nadie pueda. Mi experiencia me dice que las fronteras son muchas veces difíciles y complejas.

Sí puedo decir, y lo afirmo desde este momento, que existe un tipo de prostitución, el de la trata de mujeres, el del extorsionador, el de la mujer vendida y vejada, que es total y absolutamente inadmisible. Ese tipo de prostitución, la vejatoria, la de la necesidad, la de la desesperación, es una prostitución que debería ser perseguida y eliminada. Pero no atacando a las prostitutas, sino a las mafias que organizan esa prostitución. ¿Cuándo debería erradicarse? Llevamos un retraso de décadas. Así que hoy mejor que mañana.

Quién se define como prostituta.

Relacionado con lo anterior, tenemos que preguntarnos: ¿qué mujer se puede definir como prostituta? De nuevo tenemos aquí un debate inmenso. Mucha gente dirá: «la que cobra por vender su cuerpo por sexo». De acuerdo, es una primera definición que podría ser válida. Pero, ¿realmente es así?

Me temo que es mucho más complejo. Hace tiempo, hablando con una mujer que se vendía por dinero (y ahora veremos si le cabe el calificativo de prostituta) me decía que ella no lo era. No era una prostituta. Ella era una modelo profesional de alto nivel, que, para escalar algunos peldaños, no tenía problema en acostarse con un hombre. A veces a cambio de dinero. A veces a cambio de favores profesionales, sean contratos con empresas, galas, etc.

Y ahora ustedes se preguntarán: ¿cómo conocí a esa prostituta? ¿Era yo uno de sus clientes? No. No compro mujeres, porque conozco demasiado de ese mundo como para ser parte del mismo. Y, en cuanto a mis capacidades para relacionarme con cualquier mujer a nivel sentimental y sexual siempre he sido un completo y absoluto desastre. Y no me importa reconocerlo.

Pero sin duda mucha gente pensará que las prostitutas solo hablan con sus clientes. No es así. Tienen amigos, conocidos, hablan con extraños también. Son seres humanos. Con sentimientos. Con capacidad de amar, de sentir, y de sufrir. Y este es el primer error: creer que una prostituta no tiene capacidad de amar, de sentir. La tiene. Y por ello debemos ser especialmente tolerantes con ellas y su situación. No así con quienes las explotan.

El guión de «Pretty woman» era originalmente muy duro, y ella acababa de vuelta a las calles. La caramelización del guión la transformó en un éxito y en el sueño de Cenicienta, muy bonito pero totalmente irreal y falso.

Un caso concreto.

Yo había empezado tiempo atrás, en los ochenta, una relación con una chica que era estudiante universitaria. Esa chica, para ganar algo de dinero, hacía de modelo para varias revistas de moda, algunas muy importantes.

Una noche vino y me dijo algo que me parecío increíble en aquel momento, y luego vi que era muy común: le habían ofrecido una suma importante de dinero si se acostaba con un conocido modelo de París que estaba en nuestra ciudad. Este modelo se había encaprichado de ella al verla en una foto en la agencia. La agencia le ofreció esa suma de dinero a esta chica si se acostaba con él, y a cambio le darían más trabajo a ella, más contratos, etc.

Esa chica rechazó la oferta. Doblaron la oferta. La volvió a rechazar. Finalmente el modelo de París se fue, y ella fue delegada a trabajos menores.

Esa chica tenía una amiga. Su forma de actuar era muy distinta. Ella sí aceptaba acostarse con quien fuese necesario para conseguir subir peldaños. Yo la conocí, ya que ambas eran amigas, y una noche hablamos claramente de ese tema. Le dije que lo que hacía se consideraba prostitución por la sociedad.

Ella se enfadó. Y de qué manera. Dijo que eso no era prostitución. La prostitución es un trabajo. Aquello era un complemento para ayudarla en su carrera profesional como modelo. Yo insistí en que estaba vendiendo su cuerpo. Y ella insistió en que no todas las mujeres que venden su cuerpo son prostitutas.

¿Tenía razón? Realmente, el tema es muy complejo. Ella no se ganaba la vida vendiendo su cuerpo. Sí, cobraba por ello, pero solo era un medio para un fin superior: obtener trabajos cada vez más preponderantes en la agencia, hasta conseguir llegar a portadas de revistas importantes.

¿Era ella una prostituta? ¿No lo era? Usted tendrá sus ideas. Yo tengo muchas dudas. Entre otras razones, por dos: la primera: ella no se consideraba una prostituta. Segundo: ella era dueña de su cuerpo, y libremente accedía a algo a cambio de algo. Y el cuerpo de la mujer es suyo y solo suyo. ¿Quién soy yo para decirle lo que tiene que hacer? Si libremente, repito, libremente ella decide actuar así, ¿tengo yo algún derecho moral de impedírselo? ¿Tengo que atarla a una mesa para que deje de hacerlo? Evidentemente, no.

Yo era bastante moralista entonces. Supongo que por mi educación en casa. En aquel momento pensaba que ella era, al fin y al cabo, una prostituta. Hoy, con una mente más abierta, habiendo visto mucho mundo, tengo mis dudas. Y entiendo que el 80% o el 90% de la gente dirá que es una prostituta. Desde un punto digamos «técnico» lo era.

¿Quiere eso decir que apoyo su actitud? No. Claro que no la apoyo. Pero tampoco me veo capaz de recitarle un discurso a alguien que toma estas decisiones, libremente y sin presiones.

Y esto es muy importante: libremente, y sin presiones.

El problema aquí radica en contestar: ¿cuándo una mujer elige la prostitución libremente y sin presiones? Responder a esta pregunta se hace casi imposible, si no se analiza caso por caso y circunstancia.

La esclavitud sexual.

Fíjese que otra cosa muy distinta es la esclavitud sexual. Las mujeres obligadas a prostituirse a través de mafias, sean en salones, en la calle, o en cualquier lugar. Yo ya me preguntaba, con quince años, Y me lo sigo preguntando ahora, cómo es posible que se permita algo así. Veíamos las prostitutas en los lados de la carretera desde el coche cuando íbamos a la playa. Mi padre decía: «mira, ya están aquí las palomas», un eufemismo de lo que realmente quería decir.

Que en pleno siglo XXI, y en países supuestamente desarrollados, siga pasando esto, es absolutamente inconcebible y abominable.

Creo firmemente en la abolición de ese tipo de prostitución. De manera inmediata. Ya. Mañana. Hoy. Y encerrar a todos los proxenetas y las mafias que trafican con seres humanos. Y cortar de raíz con este negocio, que destruye la vida de miles y miles de mujeres cada año.

Pero, ¿qué hacemos con esta chica que libremente elige usar su cuerpo? No lo tengo nada claro. Por eso digo: las cosas son más complicadas de lo que parece. Y lo son.

Niveles intermedios.

Existe una capa intermedia, que son las mujeres que, sin estar atadas a mafias, se prostituyen para poder sobrevivir. Muchas veces tienen hijos, y con la prostitución consiguen el dinero necesario para darles de comer.

Mucha gente dice:

«¡Ah ,no! ¡Yo fregaría suelos, pero nunca me prostituiría!»

Claro. Fácil es decirlo. Pero, cuando una mujer no encuentra salida, cuando lo único que contempla es a su hijo muerto de hambre, ¿vamos a censurarla? Lo que tenemos que hacer es evitar que llegue a esa situación tan dura y tan humillante. Como sociedad tenemos una importante responsabilidad y un deber con esas mujeres. No se trata de darles un trabajo de limpieza; se trata de ayudarlas a que puedan salir adelante. ¿Cómo? Con educación, con formación, y consiguiendo que rehagan sus vidas.

¿Es fácil? Por supuesto que no. Además, muchas ven que entra el dinero, y la prostitución tiene algo de droga; muchas mujeres se dopan y se autoconvencen de que no hay problema con prostituirse para sobrevivir. Es algo parecido a lo que pasa con las mujeres golpeadas. La sociedad dice: «llevaba diez años siendo golpeada. ¿Por qué no ha denunciado?»

Porque no pueden. Porque están atadas a esa vida, a ese calvario, a esa situación. Por temor a morir. Por temor a que mueran sus hijos. Por temor a salir a la calle, y encontrarse con una dureza peor que la que tiene en casa, con mucha gente acusándolas de vivir el infierno que viven. Mi tía Teresa, la hermana de mi madre, era un claro ejemplo. Recuerdo cómo mi tío la golpeaba, a ella y a su hija, mientras yo, con diez años, me mantenía pegado a la pared aterrorizado. A mí nunca me tocó claro, yo era el hijo de la hermana, y mi padre no lo hubiese consentido.

Finalmente se lo dije a mis padres. Sé que ellos ya sabían algo. Pero eran otros tiempos. Denunciar y perseguir estas cosas era muy, muy complicado.

Un tema con demasiados hilos pendientes.

Poco a poco vamos viendo cómo este asunto de la prostitución se complica, y las ideas preconcebidas por la sociedad no solo caen en pedazos, además son hipócritas y vergonzosamente dañinas para las mujeres. Que en pleno siglo XXI veamos unos niveles de prostitución en forma de esclavas sexuales creciente con cada año que pasa, con miles y miles de mujeres sometidas a todo tipo de vejaciones, es algo que me hace hervir la sangre.

Por otro lado, una mujer que libremente quiere ejercer la prostitución, porque es su voluntad, porque le interesa por los motivos que sean, sin coacciones, es un tema a debatir. Si la mujer es realmente dueña de su cuerpo, y lo hace libremente, puede hacer lo que quiera con su cuerpo.

Resumen.

Volviendo a la chica anterior con la que discutía sobre este tema, se le podría decir: «piensa que esos hombres te están induciendo, coaccionando, manipulando para acostarse contigo». Y es verdad. Pero, si a ella no le importa, ¿podemos negarle que lo haga? Yo no lo tenía claro entonces, y no lo tengo claro ahora. Hay mil matices, y cada caso debe ser valorado por separado.

¿Dónde está el problema, al final? ¿En la chica? Por supuesto que no; el problema está en una sociedad que consiente que existan negocios donde hombres sin escrúpulos manipulan a mujeres para darles favores a cambio de sexo. Entonces, ¿vamos a culparlas a ellas? No. Vamos a ir a la raíz: vamos a ir al individuo que provoca que eso ocurra. Ahí sí lo tengo muy claro: se debería actuar contra esos individuos, que se aprovechan de su poder, y de la ilusión de una joven por triunfar, para conseguir sus propósitos.

Quiero recordar aquí que se habla mucho de acoso por parte de hombres a muchas mujeres en Hollywood, también en otros sectores. Muchas actrices ya mayores lo han dicho mil veces: «esto no ocurre ahora; ahora se habla de ello. El acoso existe desde el nacimiento de la industria de Hollywood«.

En resumen, esta entrada no ha tenido como finalidad sentenciar este asunto, lo veo imposible, más en unas pocas líneas. Solo he querido poner las cartas sobre la mesa. Yo no soy juez ni dicto sentencia en cuanto a las mujeres se refiere. Soy totalmente incapaz. Sí dicto sentencia contra quienes abusan de ellas y las explotan. Ahí siempre me tendrán al frente. Hasta el último día.


Este vídeo que incluyo me ha parecido muy interesante para hablar de lo que es la prostitución a través de Amarna Miller, una actriz porno que se dedica profesionalmente a este mundo. Como verán, es un ser humano, además con las ideas muy claras, y no el monstruo verde que muchos creen son este tipo de mujeres.


En el relato de ficción «Sandra. Orígenes» trato el tema de la prostitución, el tráfico de mujeres y de armas, y otros temas similares. Puede descargarlo gratis de Lektu.

Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

A %d blogueros les gusta esto: