Que soy viejo lo puede verificar cualquiera, incluyendo las piedras de la pirámide de Keops, que me vieron dar mis primeros pasos cuando los obreros egipcios hacían su parada para descansar antes de seguir colocando piedras (con ayuda de los extraterrestres por supuesto).
Por eso, como la desaparecida página que tenía en Facebook ha muerto, debido a exigencias de la propia Facebook a los que no les gusto (ni me gustan), pienso que puedo trasladar aquí algunas de mis recomendaciones musicales. Y esa recomendación primera es, cómo no, Sheryl Crow.
Esta cantante estadounidense es también de la vieja escuela, y una de las artistas más auténticas que quedan. ¿Qué quiero decir por auténtica? Bien, es muy sencillo, en realidad: su música es pura, es directa, y es auténtica. Nada de electrónica, más allá de algún teclado. Nada de ordenadores. Nada de efectos especiales. Nada de trucos. Solo música. Guitarras, bajos, baterías, y teclados con amplificadores de válvulas (efectivamente, se siguen construyendo gracias al sonido que dan). Guitarras Fender y Gibson, y amplis Marshall. Todo auténtico. Y solo ella, y su banda. Nada más. Y nada menos.
En unos tiempos donde la música suena a producto envasado, Sheryl Crow sigue tocando en directo con sus compañeros, armada de su guitarra, su bajo, su teclado, y su voz, y dándolo todo. Ante 50.000 espectadores, o ante una pequeña sesión con no más de 50, Sheryl Crow es música. Venerable, completa, y auténtica música. Lo que suena es lo que es. Puede tocar rock, pop, folk, country, y lo que se le ponga. No se corta con nada, y lo domina todo.
Son muchos, muchísimos, los músicos actuales que no se atreven al directo, y si lo hacen, es para llevar un sistema de ordenadores tan sofisticado que mientras tocan podrían resolver varios problemas matemáticos complejos, calcular los tres primeros millones de cifras de pi, y obtener las órbitas de doscientas sondas espaciales.
No. Sheryl es solo ella, y nada más. Y de esto queda ya muy poco. Sheryl es la razón por la que sigo escuchando música del siglo XXI. Y espero seguir con ella unos cuantos siglos más. Por lo menos. Gracias, Sheryl, por tu música. Y por ser tan auténtica.