Nota: alguien que lleve un tiempo siguiendo el blog dirá: «este hombre tiene cierta obsesión con Sheryl Crow». Y es verdad. Pero, ¿no son las obsesiones las que nos impulsan a seguir adelante, a pesar de las adversidades?
La frase de la semana es, cómo no, de Sheryl Crow, una de las artistas que más admiro (sí, junto a Linda Ronstadt). Mi única pena es que la descubrí tarde, no en vano es una de las artistas más infravaloradas que he conocido nunca. Además de versátil, porque toca muchos estilos en diferentes trabajos, y en todos sabe destacar de una forma increíble.
«Todavía debo escribir esa canción que defina mi carrera» (Sheryl Crow).
Los anglosajones tiene un término para definir una persona o entidad que no se valora lo suficiente. Lo llaman «underrated». En el caso de Sheryl Crow este término se puede traducir por «es una de las mejores cantantes, guitarristas, pianistas, bajistas, y compositoras, de los últimos treinta años, y, sin embargo, sus trabajos son desconocidos e ignorados para un gran porcentaje de la población«.
Esa es Sheryl Crow. Solo hay que escuchar su discografía (yo la tengo completa) para darse cuenta de su versatilidad, su capacidad de trabajo, sus ganas de superación, y su energía. Pero, sobre todo su mensaje: unas letras imperecederas, que tan pronto nos hablan de amor, como de guerra y paz, de sueños de libertad, y de luchas por un mundo mejor. Y ahora lo ha vuelto a hacer: nos trae un nuevo vídeo que rompe, una vez más, con todo.
La frase de la semana es de Sheryl Crow, cantante estadounidense cuyo estilo principal es el rock y el country, aunque ha tocado una gran cantidad de géneros, en solitario o junto a otros músicos. Personalmente me parece una de las cantantes y compositoras más completas y brillantes que he conocido, y sin duda su reconocimiento está muy por debajo de lo que creo se merece. Claro que esa es mi opinión, pero lo pienso sinceramente.
La frase que nos trae Sheryl Crow es:
«No importa cuán caótica sea la situación, las flores florecerán en el medio de la nada».
Ya está a la venta el nuevo disco «Threads» de Sheryl Crow, que muchos clamamos como merecedor de uno o dos Grammys por lo menos. Claro, somos fans incondicionales de la artista. Pero, ¿tenemos alguna base para ello?
Yo creo que sí. Aunque Sheryl es compositora, suele hacer versiones, y ahora ha preparado una de «Beware of Darkness» (cuidado con la oscuridad), uno de los temás más emblemáticos y míticos del disco triple de George Harrison, y una verdadera obra maestra. Una pieza de la que me enamoré cuando la escuché por primera vez en aquel lejano 1970, y que me sigue enamorando ahora.
Sheryl Crow en una imagen reciente
En esta pieza Sheryl toca junto a Brandi Carlile, Sting y Eric Clapton, que se encarga del solo. Se da la curiosidad de que Eric Clapton ya tocó este tema con George Harrison en el concierto por Bangla Desh de 1971.
Sin duda, un nuevo disco gigantesco de Sheryl. Y sigue rechazando mis proposiciones de matrimonio. La vida es dura.
No suelo publicitar productos ni cuestiones relacionadas con el consumo. Pero es que Sheryl Crow no es un producto, ni es consumo. Sheryl Crow es la compositora, cantante, y artista más grande que ha visto el universo desde que Miguel Ángel pintó la Capilla Sixtina.
¿Se nota que estoy locamente enamorado? Pues tiene usted razón. Es un amor no correspondido por supuesto, pero eso no lo distingue de las decenas de amores no correspondidos que he tenido en mi vida.
Sheryl Crow presenta nuevo disco el día 30 de agosto, «Threads», y nos trae ese sonido rockero americano puro y directo que tanto nos gusta a sus fans y seguidores incondicionales. Después de una aventura con unos discos más suaves, con un sonido más melódico, Sheryl ha vuelto a sus orígenes, algo que ya comenzó en su disco anterior, y continúa en este.
«Threads», nuevo disco de Sheryl. Rock puro y genuino, desde el primer acorde hasta el último
Hoy es miércoles musical, y toca traer una mención a una canción de Sheryl Crow, «Try not to remember» (trata de no recordar), basada en la película americana «Home of the brave» (el hogar de los valientes), que en España se tradujo como «Regreso al infierno». Una vez más, título original y traducción no tienen nada que ver.
En el cine de Hollywood los buenos siempre son los americanos, que ganan a todos y además son patriotas, sencillos, y héroes. Van a una guerra contentos y felices, riendo y mostrando las fotos de sus familias, fumando un cigarrito mientras limpian y montan sus armas, y ganan esas guerras mientras toman whisky de Kentucky, y hablan de sus sueños de futuro, en una granja que construirán en Kansas. Los malos mueren por docenas mientras el chico, porque siempre es un chico, solo termina con una herida en el hombro. Luego vuelve a casa, donde su santa esposa le espera con los niños limpitos y la cena lista. La bandera ondea en lo alto. ¿Alguien quiere poner el «Amazing grace» mientras lee esto? Mano derecha en el pecho, que nadie lo olvide.
¿Había hablado alguna vez de Sheryl Crow en estos miércoles musicales? Claro que sí. Y lo que me queda. Al fin y al cabo, Sheryl es la música que me acompaña en los mejores momentos de mi vida, que no son muchos, y en los peores, que son más frecuentes, pero lo son menos cuando conecto el iPod y ella empieza a sonar por los auriculares.
Si en otras ocasiones he descubierto a la Sheryl dura, la guerrera, la fortaleza, la que demuestra el poder, hoy traigo a la Sheryl dulce, serena, blanca, eterna. Es tal su poder de poder convocar la tormenta en una canción, y luego la calma y la brisa fresca en otra, que no me explico cómo puede conseguirlo. Supongo que los dioses a veces no tienen escrúpulos en dotar a un ser humano de sus poderes y su templanza.
Pero lo consigue. Consigue pasar desde la noche eterna hasta la luz infinita con una sola mirada. Y solo los grandes artistas son capaces de lidiar con los demonios de la noche un día, y con los ángeles de la mañana después.
Esa es Sheryl Crow. La luz de la música hecha voz. Y no diré más, porque no hay palabras para describirla. Dejemos que sea ella la que hable del amor. Porque ella es, ante todo amor.
Miércoles, o sea, música. Vamos a hundirnos un poco en el mundo de lo real, al estilo Matrix.
Los ambientes degradantes, llenos de personajes perdidos, de seres fracasados, de almas arrojadas del Paraíso, han sido siempre mis lugares preferidos. Siempre me he inspirado en esos mundos para escribir, y siempre he creído que de esos ambientes nacen obras increíbles y que perdurarán para siempre. Un ejemplo de la literatura: Edgar Allan Poe. Otro del cine: Blade Runner.
Es en esos ambientes decadentes del mundo real donde siempre he encontrado la humanidad auténtica, los sentimientos reales, la amistad real, el amor real, y por supuesto, el odio y la ira más auténticos. Es en esos ambientes donde he podido saborear lo mejor y lo peor que puede aportar un ser humano a su existencia. Y en donde he aprendido a sobrevivir a la vida, y a mí mismo.
Son los otros escenarios, los del glamour, los de la alfombra roja, los de los aplausos, llenos de sonrisas blancas y perfectas, rostros inmaculados, y luces de cristal, son esos los que siempre he querido evitar, porque en ellos solo he encontrado hipocresía, frialdad, y una total falta de empatía. Seres vivos que lo están porque no saben que están muertos en vida.
Es miércoles, y esta entrada, que era para la semana pasada, quedó a la espera de mejor momento. Ahí va.
Lo cierto es que Sheryl Crow puede darnos conciertos intimistas, suaves, de aquellos que notas cómo respiras el mismo aire que los músicos, en un ambiente cercano. Y luego, de pronto, Sheryl nos trae conciertos multitudinarios, llenos de luces y de fuerza. Espectáculo puro para miles de entusiastas que disfrutan en las sombras del poder de su música. Uno sale de este tipo de conciertos multitudinarios caminando sobre las nubes, y esa noche no toca dormir, toca irse con los amigos a un pub, a terminar la velada jugando al billar, hasta ver el Sol amanecer. Qué noches aquellas en las que no pisaba mi cuarto y me iba a trabajar directamente, para escándalo de mi madre.
Bueno, que me estoy desviando. El tema que traigo, «You’re an original» (Eres muy original), nos trae la esencia más pura de Sheryl Crow, con su sonido más clásico, pura fuerza y energía. El tema tiene un elemento fundamental, que es el rift de la guitarra, acompañado por el bajo, que se va repitiendo hasta llegar a los chorus. Ese rift dota al tema de una verdadera personalidad, siendo como parece muy sencillo, pero, como siempre, lo aparentemente sencillo guarda un secreto, que es la implicación que el oyente tiene nada más comenzar los primeros compases.
Un diez para el montaje del vídeo, muy adecuado, y muy bueno para ir contemplando detalles de los músicos, bien combinados con los planos generales. Rock del puro, del de ayer, del de hoy, del de siempre. Solo los grandes músicos saben hacer grande el directo. Y Sheryl reina como nadie en el directo.
Hoy es miércoles, así que toca música. Aunque, a decir verdad, casi nunca pongo una entrada de música los miércoles. Pero eso es lo bonito de la vida: vivir en un caos absoluto. Solo hay que ver mi mesa. O mi vida.
¿Por qué considero «Love will save the day» el mejor corte del último disco de Sheryl Crow? Es un asunto muy personal. Cada persona tiene sus gustos, pero a mí este tema me parece fantástico por varias razones.
Primero, ese sonido a antiguo, como si una aguja estuviera pasando por el disco. Sheryl Crow nos está diciendo que es clásica, y que gusta de sonidos clásicos. En segundo lugar, por ese sonido directo que ella siempre introduce en sus temas, y especialmente en este último álbum. En tercer lugar, por ese juego de voces que trabaja a varias escalas y armónicos, y que crea un ambiente profundo y sutil. Cuarto, por la variación que introduce a mitad de la canción, con esa repetición, con esos coros y esas cuerdas que transforman la composición completamente, pero de forma grácil y natural, y que terminan de forma repentina, reintroduciendo el tema de forma impresionante.
Quinto, por toda la cadencia de la canción, que se arrastra, como si estuviésemos en un largo camino sin final, caminando por una angosta senda al amanecer. Sexto, por esa voz profunda de Sheryl, que dota al tema de una gran personalidad.
Séptimo, y final, porque la letra es una maravilla incontestable sobre sentimientos rotos y encontrados. Pura poesía.
Por todo eso, creo que este tema es el mejor del disco. No soy el único que lo opina. Pero, como siempre, para gustos, colores. Lo que está claro es que la pieza es una maestría de la armonía. De eso no cabe ninguna duda.
Debe estar conectado para enviar un comentario.