Nota: alguien que lleve un tiempo siguiendo el blog dirá: «este hombre tiene cierta obsesión con Sheryl Crow». Y es verdad. Pero, ¿no son las obsesiones las que nos impulsan a seguir adelante, a pesar de las adversidades?
La frase de la semana es, cómo no, de Sheryl Crow, una de las artistas que más admiro (sí, junto a Linda Ronstadt). Mi única pena es que la descubrí tarde, no en vano es una de las artistas más infravaloradas que he conocido nunca. Además de versátil, porque toca muchos estilos en diferentes trabajos, y en todos sabe destacar de una forma increíble.
«Todavía debo escribir esa canción que defina mi carrera» (Sheryl Crow).
Hace mucho tiempo que no traigo a este blog un poco de música. Normalmente suele ser el miércoles, pero, ¿qué día no es bueno para la música?
Siguiendo mi línea de locura con el libro y su finalización, hoy quiero recordar a un grupo irlandés maravilloso de los noventa, The Cranberries, que tenía en Dolores O’Riordan su voz y su personalidad. Con «Zombies» lograron un éxito inusitado, en un vídeo que trata el doloroso y terrible tema del grupo terrorista IRA y la lucha en Irlanda del Norte. Una lucha que acabó con los acuerdos de Viernes Santo, y que amenaza con volver por el Brexit.
Pero en estos tiempos difíciles de coronavirus y problemas complejos, quisiera traer un tema mucho más tranquilo, que habla de la imaginación, y de cómo esta nos transporta a todo tipo de mundos insospechados. Para los amantes del arte y la literatura la imaginación es nuestro barco eterno al infinito. Y, por ello, creo que esta canción nos cuenta algo muy importante: usemos la imaginación para crear mundos increíbles, maravillosos a veces, otras veces muy duros, pero siempre apoyados por nuestros sueños.
A mediados de los noventa monté un dúo con una cantante y guitarrista, y cuya voz era sin duda muy semejante a la de Dolores O’Riordan. Enamorada de Cranberries, me transmitió su amor por este grupo. Yo le di algunas clases de inglés y de acento para que perfeccionara ese estilo tan personal de la cantante de Cranberries, muy típico de su ciudad. Lograba parecer realmente la cantante de Cranberries, era increíble lo bien que lo hacía.
Tengo un CD con alguna maqueta de estudio de grabación por ahí con algunas composiciones que hicimos juntos. A ver si un día lo busco y lo pongo aquí. Siempre le agradeceré que me transportara al mundo de Cranberries. Eso, y los buenos momentos que pasamos durante interminables ensayos y conciertos. Me encantaba cómo conducía; salir vivo de su coche era toda una experiencia.
En fin, muchos recuerdos, mejor les dejo con la música. Señoras y señores: con ustedes, The Cranberries.
No es miércoles musical, pero llevo tiempo sin abrir este blog con música, y, sin música, ¿qué sentido tiene la vida? La armonía del universo se creó con música. Y con música se cerrará el último capítulo de la vida.
Cuando el grupo musical The Beatles se separó, todos esperaban que Lennon y McCartney siguiesen adelante con sus carreras en solitario. También se esperaba grandes composiciones del increíble George Harrison, el «beatle silencioso» como se le conocía.
Lo que nadie esperaba es que su primer disco «All things must pass», fuese a ser una obra maestra brutal, demoledora, que consiguió un reconocimiento mundial, llegar al número 1, y obtener un éxito como pocos podrían haber imaginado. Fue la consagración en solitario de un músico cuyas melodías, profundas, oscuras, directas, se clavan en el corazón y en el alma. Letras puras, que hablan del ser humano, de espiritualidad, de la grandeza del ser humano, y de cómo esa grandeza se pierde por incontables agujeros de codicia, de dolor, de guerra, de miseria.
George Harrison y Eric Clapton durante el concierto de Bangla Desh
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