Un nombre que conmovió la música: Whitney Houston

Hoy en el coche volvía a casa por la autopista escuchando unas piezas musicales, a unos volúmenes muy poco propios de una persona de mi edad. Pensaba en los grandes artistas musicales que nos dejaron mucho antes de lo que hubiese sido deseable.

Son muchos, demasiados.

Y son muchos los que se fueron por causas evitables. Evitables, pero derivadas de una vida dura, a veces terrible, llena de dolor y contradicciones, a pesar del aparente éxito y fama. Un éxito y una fama que para nada corresponden con una cantidad de felicidad y desarrollo personal consecuentes con esa fama alcanzada.

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Sheryl Crow: lo que nos define como artistas

Nota: alguien que lleve un tiempo siguiendo el blog dirá: «este hombre tiene cierta obsesión con Sheryl Crow». Y es verdad. Pero, ¿no son las obsesiones las que nos impulsan a seguir adelante, a pesar de las adversidades?

La frase de la semana es, cómo no, de Sheryl Crow, una de las artistas que más admiro (sí, junto a Linda Ronstadt). Mi única pena es que la descubrí tarde, no en vano es una de las artistas más infravaloradas que he conocido nunca. Además de versátil, porque toca muchos estilos en diferentes trabajos, y en todos sabe destacar de una forma increíble.

«Todavía debo escribir esa canción que defina mi carrera» (Sheryl Crow).
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Alannah Myles y el fuego del directo

Siempre he apreciado a los artistas que lo dan todo en directo, mucho más que en estudio. Artistas que se dejan la piel y el alma para compartir sus mejores piezas musicales. Artistas, en definitiva, que huyen de la electrónica y los trucos de feria, para mostrarse tal cual son delante de su público.

Una de esas artistas es, sin duda, Alannah Myles, una cantante que llegó a ser número uno en los ochenta y noventa con piezas como «Blue velvet», una melodía absolutamente increíble.

Alannah Myles
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¿Cuánto vale el trabajo de un artista?

Hagamos un experimento: si os preguntan si valoráis vuestro trabajo y consideráis que debe ser respetado, probablemente la gran mayoría diréis que sí. Sea cual sea vuestro trabajo, un trabajo es siempre digno y debe ser tenido en cuenta. Algunos trabajos son duros y no muy populares, pero todos los trabajos son necesarios y dignifican a las personas.

Bien, si ahora os preguntaran qué diríais si alguien criticara vuestro trabajo, y ese alguien dijera que no merecéis el sueldo que cobráis, probablemente la gran mayoría de vosotros no estarías conformes. Hacéis un trabajo, que debe ser considerado, debe ser respetado, y debe ser pagado con un sueldo digno y acorde al trabajo.

Bien, eso es precisamente lo que no les ocurre a los artistas. Pintores, escultores, dibujantes, escritores, músicos… Todos ellos hacen un trabajo tan digno y respetable como cualquier otro. Pintar un cuadro, escribir un libro, componer una canción, son trabajos dignos.

Cuando lees un libro, cuando escuchas música, cuando usas un dibujo, estás disfrutando el trabajo de alguien que, con gran esfuerzo, ha preparado un material para ti. Por lo tanto, ese profesional merece cobrar por su trabajo.

«Pero es que el libro no me ha gustado» es una excusa típica. Bien, tampoco a mí me ha gustado cada restaurante al que he ido, pero he pagado, y luego he aconsejado a otros que no vayan. Aconseja tú a otros que no lean ese libro.

Si el libro no te ha gustado, no te exime de haber pagado. Con el cine pasa lo mismo. He visto muchas películas malas, pero he pagado por ellas. Que sea mala, o me lo parezca a mí, no me exime. Ahí hay un trabajo, y los creadores deben cobrar por ello.

Otra cosa es que la cultura llegue a todos. Se dice mucho esto. Es verdad, estoy completamente de acuerdo. Pero ¿qué cultura? Si todo es gratis, no habrá cultura. La gente necesita comer para vivir. Ahí es donde los gobiernos de cada país deben trabajar para que la cultura llegue a todas las capas de la población, sin excepciones.

Luego hay otro problema. Algunos países, lo sé muy bien, tienen cortada la cultura, no pueden comprarla, y se la han de descargar de Internet. Ese problema no es de los artistas, sino de las empresas que gestionan la cultura.

Porque muchas veces se confunde discográfica y editorial con artista. Por favor, que nadie se equivoque: los artistas perciben una ínfima parte de cada libro o canción vendidas. Ese es un problema que sin duda trataremos también. Pero los artistas, salvo muy contadas excepciones, NO se hacen millonarios. Hay miles y miles de pintores, escritores, o músicos. Solo una ínfima parte cobra por su trabajo, y solo una ínfima parte de esos cobra como para vivir.

Y, unos pocos, sí, tienen Ferraris. Se cuentan con los dedos de las manos.
Cultura, sí. Derechos del trabajo, también. Todos somos iguales. Todos debemos percibir por nuestro trabajo. Los artistas son personas. Deben ser respetados. Ellos crean obras para que las disfrutes. Es hora de pensar en ellos.

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