Un nombre que conmovió la música: Whitney Houston

Hoy en el coche volvía a casa por la autopista escuchando unas piezas musicales, a unos volúmenes muy poco propios de una persona de mi edad. Pensaba en los grandes artistas musicales que nos dejaron mucho antes de lo que hubiese sido deseable.

Son muchos, demasiados.

Y son muchos los que se fueron por causas evitables. Evitables, pero derivadas de una vida dura, a veces terrible, llena de dolor y contradicciones, a pesar del aparente éxito y fama. Un éxito y una fama que para nada corresponden con una cantidad de felicidad y desarrollo personal consecuentes con esa fama alcanzada.

Y, durante el trayecto, pensaba en la maravillosa, única, e irrepetible Whitney Houston. Una mujer marcada por la dureza de la vida, del maltrato, de la droga, de la manipulación, y del control completo de un alma que merecía mucho más de lo que tuvo. Porque alcanzó la fama, pero perdió la oportunidad de vivir una vida plena y llena de amor.

Pero no quiero quedarme con eso. Quiero quedarme con su voz impresionante, su maravillosa forma de ofrecernos unas melodías irrepetibles, y su manera única de sentir la música. Creo que eso es lo que ella querría que recordásemos de ella. Y eso es lo que voy a hacer.

Vaya, desde aquí, este pequeño homenaje a esta gran artista. A veces perder destruye el alma. Pero es cuando se gana cuando todo el poder de ese alma se pone a prueba. Y la prueba es, demasiadas veces, demasiado dura.

Necesitamos artistas con alma. Necesitamos a Whitney. No perdamos la oportunidad de traerla de vuelta, cada vez que escuchamos su música. Porque nos llena. Y nos da vida.

Y ella sonríe en algún lugar del universo cuando nosotros sonreímos, y nos emocionamos con su música. Porque emocionarnos es lo que ella nos dio y nos pidió con su música. Y emoción es lo que sentimos al escuchar su voz prodigiosa.

Y la pregunta que me hago es: ¿y es que acaso no va de eso la vida?