Yvette debe dar un discurso a toda la galaxia. Para ello, debe conectarse, en una sala especial de comunicaciones, a miles de millones de seres de toda la galaxia. La guerra continúa, y sus consecuencias destrozan millones de vidas. Ella ha sido elegida para demostrar que la humanidad no es ese monstruo que parece ser. Que la humanidad tiene también un lado positivo, una peculiaridad de bondad, de paz, de progreso.
Yvette está desesperada. Se suponía que ella iba a trabajar un año en Titán, en un proyecto de ingeniería muy bien pagado. Pero las cosas se habían complicado. Ahora debe mostrar su mente y su alma a toda la galaxia, y la galaxia hará lo mismo con ella…
«Hola a todos… Supongo que ahora estaréis examinándome, como yo os he estado examinando desde que estoy aquí. Y, ya lo veis… Soy un ser humano. Estándar. Típico. De los que podríais encontrar a millones en mi mundo…» —Yvette se dio cuenta de que estaba divagando. Entendió que debía enfocar sus palabras de otra manera. Decidió hablar como el día en el que presentó su libro sobre reactores:
«Todo esto es muy extraño para mí. Pero también lo es para vosotros. Al parecer, los humanos gozamos de muy mala fama en la galaxia… Yo he estado siempre segura de que éramos una especie temible. Pero la experiencia actual ha llevado esa conclusión a unas cotas inimaginables por mí hasta hace unos días.
Estoy desvariando, tengo que concentrarme… ¿Qué les parece? Soy un ser humano. ¿Realmente somos tan terribles? ¿Tan horrendos? ¿Es cierto eso de que somos una pesadilla para la galaxia? Yo no podía dormir de pequeña. Pensaba que había monstruos debajo de la cama. Y los monstruos vivían, es cierto, pero dentro de mi mente solamente. ¿No os estará pasando esto a vosotros? ¿Por qué gana Nartam batalla tras batalla? ¿Por qué los generales y almirantes humanos tienen tanto éxito? ¿Será porque son superiores? ¿Eso creéis? ¿No será, quizás, que tenéis miedo? ¿No será el miedo el que os esté paralizando?…
Yo estoy harta de la guerra, ¿sabéis? En mi mundo ha habido demasiadas guerras. Porque una sola guerra son demasiadas guerras. ¿Y qué se busca con cada guerra? Siempre lo mismo: el control, el poder, el dominio. Y una paz que nunca llega realmente. Porque la paz que nace de una guerra está envenenada por el odio, el dolor, y la muerte, y caerá tarde o temprano.
Y aquí estamos… Organizando una guerra terrible, con no sé cuántos millones de muertos, por el eterno y siempre agotador afán de poder. Todo ello vestido de buenas palabras, de buenas intenciones, y de maravillosos argumentos…
Yo no digo que el … ¿Cómo se llama? Ah, sí, el Alto Consejo sea una muestra de caridad y de amor. Normalmente los grandes poderes ocultan grandes mentiras, y usan palabras grandilocuentes para tapar sus necedades, su poder absoluto, y su férreo control sobre todo lo que vive. Pero eso ya lo hemos visto en la Tierra durante siglos. Y, por lo que veo, no es distinto fuera de ella…»
Yvette comenzó a llorar. Recordaba a su prometido. A su familia. A sus amigos. ¿Volvería a verlos algún día? Luego continuó:
«…Tenemos que aprender a convivir en paz. Tenemos que superar las diferencias que siempre existirán entre nosotros. Vedme a mí, aquí y ahora. ¿De verdad os doy miedo? ¿Tembláis al verme? Os voy a decir algo importante, al menos, para mí: yo he sido arrancada del lado de mi familia, de mis amigos, del amor de mi vida. Yo he sido traída aquí desnuda, y forzada a hablaros ahora. La alternativa era callarme. La alternativa era ignorar todo este dolor, todo este sufrimiento que ahora también sentís vosotros. Por eso he aceptado; porque quiero que la galaxia al completo sepa que yo no soy un monstruo. Solo soy un ser vivo sensible. Estoy sola. Estoy desesperada. Sueño con volver con mi familia, con mi vida. También sueño con un mundo en paz y en libertad. Qué digo un mundo, ahora es una galaxia. Sueño con hacer justicia con aquellos que sufren, porque todos hemos sido alguna vez víctimas, y hemos buscado refugio y ayuda en otros. ¿No deberemos entonces hacer lo mismo con aquellos que ahora nos necesitan?
La galaxia se desangra. Nuestra sangre es roja, y supongo que otros tendréis otros colores, no lo sé, no tengo ni idea. Otros no tendréis sangre, quizás, no lo sé. Pero todos tenemos un espíritu interior, una fuerza vital que nos enseña a hacer el bien, a amar a los demás, a preocuparnos por todos los seres que tenemos a nuestro alrededor. Y, hoy, ahora, nuestro alrededor es toda la galaxia. Debemos preocuparnos por todos los seres que sufren, no atormentarlos con armas y con destrucción. Cada nueva acción militar engendra un dolor imparable, que puede tardar muchos años, o siglos, en disiparse. ¿Vamos a seguir con esa política? ¿Cuánto tiempo más vamos a seguir alimentando al monstruo de la vanidad, de la locura, del poder?
Yo entiendo que con palabras no se arreglará nada. También entiendo que hay una guerra abierta ahora. Pero conmino a todos los responsables de ambas partes a que piensen si este camino que se ha elegido será realmente el que nos lleve a la paz. Yo os puedo adelantar la respuesta. Yo os digo que no. No habrá paz en ningún mundo de la galaxia mientras uno solo de ellos sufra. No habrá forma de construir una vida mejor para todos, si millones de individuos no tienen ni una sola oportunidad. No habrá forma de construir un camino de progreso, si algunos tienen que soportar el odio y la ira de otros que se creen superiores por este o aquel motivo. No habrá forma de crear amor en una galaxia dominada por el odio…
Se supone que estoy aquí como representante de la especie humana, que está haciendo mucho daño en la galaxia. Pero recordad: no es solo mi especie la que hace daño; otras especies están empleando sus capacidades para llevar a cabo las operaciones militares. Mi especie está siendo usada. Manipulada por Nartam y su gente. Son ellos los que disponen los medios, comandados por oficiales humanos. La barbarie no es algo exclusivo de la humanidad, y por eso os digo que no debéis ver a la especie humana como monstruosa, sino a cualquier ser, de cualquier especie, que desee emplear la violencia para su propio beneficio. Tenéis miedo del ser humano, pero no somos peores ni mejores que otras especies. Lo que os mantiene congelados es vuestro miedo. Lo que coarta vuestra libertad de acción es vuestro temor casi reverencial a la especie humana. Dejad ese miedo de lado, olvidad esa idea de que somos seres terribles, porque no lo somos. Muchos somos los humanos que amamos a nuestros seres queridos, que queremos la paz y la libertad de todos los pueblos, sean de donde sean. No os dejéis llevar por las mentiras y la irracionalidad de creer que un pueblo tiene la exclusiva del terror, porque es algo innato a todos. Como lo es la capacidad de hacer el bien, y de sentir amor y piedad.
Ese debe ser vuestro reto. Esa debe ser vuestra meta. Liberaos del mal que tenéis en vuestro interior, y luchad, si debéis hacerlo, contra los enemigos que os atan a vuestras cadenas. Romped esas cadenas, y comenzad a construir vuestro mejor mundo. Comenzad a luchar por una galaxia mejor para todos. Luchad ahora, pero sin miedo, y sin otro objetivo que vencer el mal que oprime la galaxia.
Sois vosotros los que estáis permitiendo que Nartam y su gente gane la guerra, con ayuda de los humanos. Esos humanos no representan a la humanidad, sino a los intereses de Nartam. Esos humanos no saben hablar de paz, sino que sirven a un ideal de guerra y dolor. Esos humanos no son humanos, porque ningún humano dejaría a sus seres queridos para luchar en una guerra fratricida entre todos los hermanos de la galaxia. Salid pues, a luchar, pero, sobre todo, contra vuestros miedos, contra vuestras frustraciones, contra vuestra inquietud. Salid a luchar por la libertad, y por construir esa galaxia de paz y libertad con la que soñaron vuestros antepasados.
Ese es mi deseo hoy. Yo creo que ya he hablado bastante. Ahora quiero volver a mi hogar. A mi casa, con los míos. Me lo negáis. Me negáis estar con mi gente. Con mi familia. Con mi amor. Pero yo no os negaré mi apoyo en vuestra lucha por la libertad. Yo no os negaré estar a vuestro lado. Me arrancáis de mis seres queridos. Me dejáis sola. Pero yo no haré lo mismo. Yo no os abandonaré, como habéis hecho vosotros conmigo. Y no lo haré, porque yo creo que las puertas se abren con amor y esperanza, no con odio y rabia. No con dolor y sangre… Y eso es lo que me diferencia de vosotros. Yo puedo seguir apoyando vuestra causa, aunque vosotros no apoyéis la mía. Yo seguiré luchando por que estéis con los vuestros, aunque me impidáis estar con los míos. Lo haré con mi vida, si es preciso, porque estoy determinada a que esta galaxia viva en paz, y si puedo contribuir a ello, de alguna manera, seré feliz, y mi vida habrá valido la pena vivirla. No podré volver a mi casa, pero vosotros sí podréis volver a las vuestras, y olvidar la guerra de una vez. Solo espero tener fuerzas para continuar hasta el final. Miradme como lo que soy, un ser de paz. Porque es la paz lo que debe disponer mi mundo, y la paz es lo que quiero que se recuerde de nosotros, los humanos, en la galaxia.
Saludos, y sed felices. Pensad en lo que he dicho, porque quizás mis palabras no sean brillantes, pero son honestas, y son sinceras. Adiós a todos, y hasta siempre…»
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