Sigo con mi seguimiento puntual, detallado y diario de Brexit. Sí, mucha gente está cansada, y yo también, de este tema. Pero como aficionado a la política internacional, y al juego del gato y el ratón que los países juegan constantemente, no puedo resistirme a seguir con detalle este circo que es el Brexit.
El Brexit nació por una idea del primer ministro Cameron, que se jugó el referendum para ganar las elecciones, pensando que ganaría el «no». Pero la manipulación de la población, y las mentiras directas que se explicaron, más un nacionalismo exacerbado en la idea de volver al Imperio Británico de la época victoriana, hizo que el sí ganase.

Ahora los británicos se encuentran en una encrucijada enorme. Y yo sigo insistiendo en lo que he dicho en anteriores ocasiones: brexit duro. Eso es lo que necesita el Reino Unido. Cuando digo duro, digo una salida completamente desordenada y caótica, el próximo 29 de marzo. ¿Lo digo porque yo lo quiera? No. Yo quiero que Reino Unido se quede. Lo digo porque es la única manera de que este asunto convenza a los británicos de que, en pleno siglo XXI, estar en la Unión Europea no es un mundo perfecto, por supuesto. Pero el aislacionismo es incluso mucho peor que el peor escenario en la Unión Europea.
¿A qué juega Theresa May, primera ministra? Juega al mensaje del miedo. Dirigido primero contra su propia gente, pero sobre todo y especialmente, contra la Unión Europea. Y el mensaje que May transmite constantemente a la UE es este:
«Sí, vosotros tenéis la última palabra; pero si la salida es desordenada, vosotros también lo padeceréis. Así pues, dadnos lo que os pedimos, aunque no sea justo y equitativo con respecto a otros países que no están en la Unión, o sufrid las consecuencias».
Básicamente, esa es la idea. La UE no puede admitir ciertas ventajas dentro de la Unión si no se aceptan todas. Pero Reino Unido juega al mensaje del miedo precisamente para conseguir esas ventajas. ¿Por qué se opone la UE frontalmente? Porque permitir que Reino Unido consiga esas ventajas es abrir la caja de Pandora, y otros países podrían decir «muy bien, yo también quiero salir un poco, quedarme con las ventajas, pero no con las desventajas».
Eso, sin lugar a dudas, sería lanzar un enorme torpedo a la línea de flotación del maltrecho barco que es la UE. Provocaría que países que ya tienen en su parlamento gobiernos con miembros de extrema derecha, como Polonia o Bulgaria, o dentro de poco España, empujaran para salir, pero quedando dentro para los aspectos que les interesan.
Ante esta situación, la UE debe decidir: o bien explota la relación con Reino Unido, y soportamos la tormenta ahora, o bien cedemos, y la tormenta será un tornado que barrerá con la UE de forma definitiva. De nuevo muros por cada frontera, y visados y pasaportes para ir a cualquier país de Europa. Por no hablar de los aranceles de cada país, la vuelta de la peseta, el franco, el marco, el dracma, etc. Y las leyes proteccionistas, el ascenso del ya ascendiente nivel de racismo y xenofobia, etc. Los partidos extremistas se frotan las manos ante ese panorama.
La posición del Reino Unido es de puro caos. Pero la UE no puede, y no debe, ceder ni un milímetro. Debe mantenerse fuerte, firme, y serena, y si todo cae, como es de esperar, e incluso deseable dadas las circunstancias, aguantar el golpe de la mejor manera posible, y seguir adelante.
¿Cómo aguantar el golpe? Bien, una parte importante ya la está facilitando el propio Reino Unido. Las empresas están huyendo, y los capitales de la city londinense escapando hacia países de la UE. ¿El resto? Todos los lazos económicos y productivos con el Reino Unido deben redirigirse a otras fuentes. Todas aquellas empresas cuyos principales mercados sean los británicos deben, deberían ya, estar desviando sus objetivos a otros países, dentro de la UE principalmente, pero también fuera. Eso incluye a China y Rusia por supuesto. En asuntos de mercado no hay enemigos, solo oportunidades.
El golpe seguirá siendo demoledor. Pero la economía de la UE puede aguantar el corte de los lazos económicos con el Reino Unido. Si la UE está unida y es fuerte y sólida en su posición, se podrán reorganizar los mercados en un plazo relativamente breve.
¿Y el Reino Unido? Ese es otro tema. Pero ellos son el Imperio. O eso dicen. Deberán por tanto buscar su camino, ya que su seguridad de que salir de la UE iba a ser un paraíso era un hecho.
Ahora se verá si Reino Unido llega a ese paraíso soñado por los pro-brexit, o si les espera un infierno. Pero ellos deberán vivirlo. Nunca deberán arrastrar a la UE con ellos. Y ellos lo saben. Por eso, antes, y ahora, juegan al mensaje del miedo. Por eso, precisamente, debe la UE jugar al único mensaje que puede: mantenerse firme en sus posiciones, y no dejarse llevar por el miedo.
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