He hablado en alguna ocasión de las diferentes formas posibles en las que la humanidad puede volver a una nueva Edad Media. La más directa es una tercera guerra mundial por supuesto. También el cambio climático podría convertir importantes áreas de la Tierra en un caos, donde el clima no permita el desarrollo de alimentos para sostener a la creciente población del planeta.
Pero existen otros argumentos para poder reflexionar sobre el fin de esta civilización. Argumentos sostenidos, convincentes, científicos, y que no tienen nada que ver con esos iluminados que vemos todos los días en Internet anunciando catástrofes absurdas y sin sentido. Y uno de esos argumentos es, por supuesto, el Sol.

El Sol, fuente de vida, y del fin de la humanidad.
El Sol fue adorado por las primeras culturas desarrolladas en la Tierra. Antes de la invención de los dioses diversos, y de las religiones monoteístas con un solo Dios, la humanidad asignó capacidades especiales a entidades que, por su propia naturaleza, parecían de origen divino. El Sol fue por supuesto una de esas entidades. Daba calor, marcaba los días, era fuente de vida y de luz.
Hoy en día sabemos que el Sol es simplemente una estrella más, compuesta principalmente de hidrógeno y helio. Al ser una estrella de segunda generación también está, digamos, «contaminada» por elementos pesados. En astrofísica «pesados» son los elementos por encima del helio. Esto le ha dado al Sol y estrellas similares de su masa, las llamadas estrellas de la «secuencia principal», una estabilidad enorme. Esa estabilidad ha permitido que la vida en la Tierra fuese posible. Son cinco mil millones de años de estabilidad, aunque este Sol tiene poco que ver con el de hace tres mil o cuatro mil millones de años. Su intensidad aumenta, pero la Tierra se adapta. Claro que hasta cierto punto.
Dentro de unos mil millones de años, el Sol irradiará tanta energía, y la Tierra se habrá desplazado fuera de la zona de habitabilidad, de tal modo que la vida en la Tierra solo será posible para organismos extremófilos. El resto perecerán sin remedio. La humanidad, en concreto, no perecerá, porque la humanidad, por el propio devenir de la evolución y las leyes de la naturaleza, habrá desaparecido cientos de millones de años antes.
Sin embargo, no tenemos que irnos tan lejos para prever un fin de la sociedad. No el fin del mundo atención, son cosas distintas. Hemos visto pasar muchas civilizaciones. La nuestra es una más. Y su fin puede venir marcado por un evento como el de 1859: el evento Carrington.
El evento Carrington.
El evento Carrington es un evento que se produjo en el año 1859, y que fue registrado por el astrónomo inglés Richard Carrington. La información la tienen en la wikipedia, pero básicamente se trató de una fuerte tormenta solar que se dirigió hacia la Tierra. Esa tormenta solar fue una emisión gigantesca de materia del Sol, que impactó contra la Tierra. Se produjeron gigantescas auroras boreales, pero lo importante no es ese aspecto, que en todo caso tuvo un aspecto estético.
El problema vino de la reciente creación de los famosos sistemas morse. Los aparatos para el morse, y los sistemas eléctricos asociados, eran nuevos. Era el inicio de la revolución de las primeras telecomunicaciones a distancia. Lo que ocurrió es que la tormenta solar quemó todos los sistemas eléctricos. Hay constancia de que la energía fue tan fuerte que algunos operadores del sistema se quemaron las manos literalmente mientras mandaban mensajes.
La razón de esto es que la tormenta solar sobrecargó el sistema eléctrico. Los cables y todo el sistema eléctrico tuvo que ser reemplazado.
Y ahora imagine que esa tormenta, perfectamente factible hoy día, se repitiese. ¿Qué pasaría? Algo muy sencillo: la mayoría de satélites de la Tierra quedarían dañados. Disponen de sistemas de protección, pero no para una tormenta de esa intensidad.

¿Y los aparatos eléctricos? Es muy sencillo de describir. Toda la red eléctrica de la Tierra, toda, quedaría quemada. No me refiero a un transformador. Me refiero a toda la red. Por completo y sin prácticamente excepciones. También muchos ordenadores y sistemas eléctricos. Solo se salvarían aquellos protegidos por estar bajo tierra o con protecciones especiales.
¿Qué significaría esto para la humanidad? De pronto, de un día para otro, pasaríamos del siglo XXI al siglo XIX. El caos consecuente provocaría millones de muertes porque los transportes quedarían inutilizados, las cosechas perdidas, y las granjas se llenarían de animales muertos por falta de alimentos. Las muertes se contarían por millones, y del siglo XIX pasaríamos a una población más propia del siglo XV.
Si cree que estoy exagerando, le diré que, casualmente, mientras redactaba esto ha surgido un preocupante informe científico que alerta precisamente de esta condición. Es decir, no estoy intentando ser catastrofista; estoy intentando explicar algo que puede ocurrir a medio plazo perfectamente.

¿Cuándo se puede dar un nuevo evento como el Carrington? No lo sabemos. Pero podría ser dentro de mil años. O dentro de un año. ¿Qué se está haciendo para impedir algo así? Nada. Entre otras cosas, porque los costes de proteger todo el material eléctrico de una tormenta así serían astronómicos, nunca mejor dicho. En segundo lugar, porque se confía en que no ocurra en un plazo de tiempo corto o medio.
La revista Scientific American informaba de esta posibilidad el pasado 24 de septiembre, y en este enlace tiene información en español. Algunas ideas dan márgenes de unos cien años entre uno y otro de estos fenómenos.
Como puede ver, nuestra civilización se mueve por el filo de una navaja. Nos hemos entregado a la tecnología, lo cual no es malo de por sí. Pero esa tecnología de la que dependemos puede ser también el motivo del fin de la sociedad. ¿Soluciones? Es difícil de decir. Cuando se contempla la muerte de millones de seres humanos y de una vuelta a la Edad Media, pocas son las ideas que se pueden tratar con el fin de encontrar una solución. Eso será motivo de una nueva entrada.
De momento, recuerde: el Sol es nuestro aliado. Pero será el motivo del fin de la Tierra. Y puede serlo del mundo como lo conocemos. Si fuese un dios podríamos intentar calmar su ira. Pero es una estrella. Y solo la ciencia nos dará alguna respuesta. Si esta existe y es posible.
WOW! sin querer me recordaste la premisa de la serie Revolution (2012, NBC) cancelada en la 3ra temporada cuando esa vuelta a la edad media tocaba fondo a nivel social. La frase con la que abre la serie es de lo más factible en la vida real:
«Vivíamos en un mundo eléctrico, todo dependía de la electricidad, y de repente, se fue. Todo dejó de funcionar y no estábamos preparados. El miedo y la confusión dieron paso al pánico. Los más afortunados escaparon de las ciudades. Cayeron los gobiernos. Las milicias tomaron el poder controlando los alimentos y acaparando las armas. Seguimos sin saber la causa del apagón, pero esperamos que aparezca alguien y nos muestre el camino»
Aquí la «culpa» del apagón no fue el sol pero, por lo que explicas, sería lo más probable en la vida real. En nuestros relatos la humanidad es responsable de todo, todo lo controla y lo causa y sino siempre queda una deidad para responsabilizar aunque …»Si fuese un dios podríamos intentar calmar su ira. Pero es una estrella. Y solo la ciencia nos dará alguna respuesta. Si esta existe y es posible» 👏👏
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Hola, sí recuerdo esa serie, y sin duda representaba con acierto lo que sería perder los sistemas eléctricos, por los motivos que fuesen. El evento Carrington se puede dar en muchas intensidades, pero una emisión poderosa y de horas o días sin duda sería devastadora para nuestra civilización. Muchas gracias por comentar. Saludos cordiales.
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Que susto. Y creo que lo que más asusta es que no hay control ninguno ni podemos hacer nada al respecto. Saludos Fenrir y feliz domingo 🐾
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¡Igualmente!
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