Del fracaso escolar al conocimiento empírico y funcional

Ya he comentado hace un tiempo el gran problema del aprendizaje de las matemáticas por parte de muchos alumnos, entre los que me incluía yo mismo cuando era joven.

Y hoy, en la frase de la semana, quiero ampliar ese campo al conocimiento en general. ¿Por qué se da en España, y en otros países supuestamente avanzados, un nivel de fracaso escolar tan gigantesco? ¿Cómo evitar tal nivel de destrucción del conocimiento?

Fracaso escolar en España. Datos 2014. Los actuales mejoran ligeramente, pero seguimos en muy primeras posiciones. Eso se ha de acabar.

Me apena muchísimo ver niveles de fracaso escolar en España tan importantes, tan abrumadores. Tantos y tantos jóvenes que se pierden esa gran oportunidad de poder desarrollar unas capacidades intelectuales avanzadas, que además les permitan convertirse en personas sólidas, maduras, y capaces de razonar, y de tener un espíritu crítico.

Porque, que nadie se equivoque, una persona puede tener tres carreras y dos doctorados, y ser un ignorante. Un pastor de la montaña no sabrá más que sumar y restar, y leer un poco, pero podrá ser un sabio.

¿Por qué? Porque el conocimiento, por sí mismo, no forma a las personas. Es la educación constructiva, basada en principios de la reflexión, la autocrítica, el autoconocimiento, y la capacidad de razonar y de pensar, la que forma verdaderas personalidades. Personas capaces de entender el universo, sea el del pastor y la montaña, las ovejas y las cabras, o sea el del individuo que estudia el comportamiento de una supernova, o de un reactor nuclear, o de un acelerador de partículas.

No hay diferencia: el conocimiento adquirido es un potencial de desarrollo tanto para el pastor y sus ovejas, como para el científico en su laboratorio. Ambos trabajarán el conocimiento, y sabrán obtener el mayor beneficio del mismo, si se les da la oportunidad de aprender a razonar.

Y el razonamiento, en última instancia, se aprende mediante la filosofía, y mediante el conocimiento de la lógica y la razón. En consecuencia, solo la razón, guiada por la filosofía y su hija, la lógica, podrán desarrollar personas con capacidades para obtener conocimientos, pero, mucho más importante, podrán desarrollar capacidades avanzadas usando esos conocimientos.

Aprender matemáticas, o física, o lingüística, y tener en la mente una vasta colección de datos no es nada. Eso ya lo hacen los ordenadores. El verdadero potencial se exhibe cuando el individuo es capaz de sacar provecho de esos conocimientos, y alcanza metas que solo se consiguen cuando la razón y la lógica se aplican convenientemente sobre el conocimiento adquirido.

Solo entonces podremos tener individuos formados, y solo entonces estos individuos podrán alcanzar nuevas metas, desarrollar nuevos proyectos, y, lo más importante: podrán conocerse a sí mismos, y, por lo tanto, serán capaces de mejorar cada día.

La frase de Sócrates es crucial en este sentido. Nos dice algo muy claro: la educación es pasión, es fuego, es una llama. No es un corolario aburrido de aprenderse los ríos o los montes o los reyes visigodos. La educación es mucho más que rellenar un aburrido examen con datos y cifras. Eso solo es el principio. Debemos superar esa fase, y convertir la educación y el conocimiento en pasión, en fuego. Entonces habremos dado un paso gigantesco al futuro.

Nos queda un largo camino hasta el conocimiento.

Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

2 opiniones en “Del fracaso escolar al conocimiento empírico y funcional”

  1. Es impresionante lo que comentas. En Argentina también estamos en problemas y durante la pandemia eso se incrementó. Se quintuplicó el abandono escolar en 2020. Y hay otros efectos que aún no se han medido. Yo puse un aviso para dar clases de materias contables y me llamaron muchos estudiantes de carreras contables para preguntarme si les podía resolver el examen por ellos. La virtualidad mal manejada da lugar a esas prácticas fraudulentas. Eso no sale en estadísticas, pero se verá cuando esos estudiantes egresen con un título que será solo una cartulina. En ellos, el fuego, la pasión del aprendizaje se apagó. El humo negro oscurece el cielo de sus posibilidades por partida doble: por un lado recurrieron al fraude, por otro, no obtuvieron el conocimiento. Es muy triste.

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    1. Sin duda muy triste lo que comentas, y aquí en España tenemos casos muy concretos de fraude. En las universidades se otorgan títulos a cambio de dinero o de favores, y cada vez más muchos estudiantes simplemente pasan por los estudios, en lugar de vivirlos con pasión. Es una pena que la llama de conocimiento se haya apagado hasta ese punto. Saludos y gracias por comentar.

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