Medición de distancias mediante supernovas de tipo 1a

Una pregunta recurrente cuando se habla de distancias en el universo es cómo se puede conocer esa distancia. Teniendo en cuenta que hasta hace poco menos de cien años se pensaba que la galaxia de Andrómeda era una nube de gas en nuestra propia galaxia, y que nuestra galaxia era todo el universo, hemos recorrido un largo camino en conocer el universo y su tamaño.

Lo cierto es que la pregunta es muy interesante, y la respuesta más rápida es la que se suele acostumbrar en ciencia: no podemos medir la distancia a objetos lejanos con absoluta precisión. Siempre puede haber y habrá una cierta desviación. Pero esa desviación está dentro de unos parámetros aceptables y razonables. Existen varios métodos para extrapolar la distancia de un objeto a la Tierra, y hoy vamos a ver uno muy interesante: las supernovas de tipo 1a, en la explicación posterior.

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Estrellas púlsar, o la visión de extraterrestres en 1967

La entrada de hoy sobre astronomía versa sobre los púlsar (pulsating star). La obsesión por ver extraterrestres en cada nuevo descubrimiento astronómico no es nuevo. Las webs se llenan de noticias de «presuntas señales» y otros signos extraterrestres constantemente. La verdad es que empieza a ser obsesivo, ven extraterrestres en cada esquina. Sin embargo, esta obsesión no es nueva, por supuesto.

En 1967 nos desayunamos en las noticias de ciencia con el descubrimiento de una extraña señal que se repetía constantemente. Su precisión era tan alta en el ritmo e intensidad que algunos pensaron que podría ser un radiofaro estelar, como los que permiten a los pilotos guiarse a los aeropuertos. El púlsar fue llamado técnicamente PSR B1919+21.

En realidad, estas señales proceden de estrellas de neutrones. Viejas estrellas con tanta masa que su diámetro se ha reducido hasta quedar compactados sus átomos en neutrones. Una cucharada de café de una estrella de neutrones pesa 100000 toneladas. Lo mismo que un portaaviones nuclear clase Nimitz.

La estrella, al reducir su diámetro, empieza a girar más rápido, como les ocurre a los bailarines cuando cierran los brazos. Su campo electromagnético es enorme, y si giran en el mismo plano en el que se encuentra la Tierra, por cada giro recibimos una señal de la estrella. De ahí esa señal pulsante de estas estrellas.

Es decir, no hay marcianitos. Las estrellas de neutrones tipo púlsar son un ejemplo de cómo un fenómeno totalmente natural puede ser fácilmente confundido con una señal de origen inteligente. No es así.

Eso sí, nadie niega que esas estrellas realmente, por su naturaleza, pudieran servir a viajeros espaciales para llevar a cabo sus vuelos con una navegación precisa, como las señales VOR de la aviación comercial. Pero eso es una simple y divertida especulación, y nada más. Hay que seguir buscando, sí. Pero ser muy, muy cuidadosos con pronunciar la palabra «marcianos». Ellos pueden estar fuera. Pero parece que se esconden. Y muy bien además.

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Esquema de un púlsar y su campo electromagnético y señal

Negativa la detección del neutrino estéril

En su búsqueda de lo que pueda ser la materia oscura, los físicos han estado durante muchos años realizando hipótesis sobre supuestas partículas supemasivas que podrían, en algunos casos, ser la base de este tipo de materia que conforma, se supone, el 21% del universo (la materia bariónica, es decir, tú y yo, formamos el 5%).
 
Pero esas partículas supermasivas se resisten a aparecer. En el LHC ha habido algunas esperanzas, pero nunca se ha pasado de Sigma 2, recordemos que Sigma indica estadísticamente la probabilidad de que una señal sea real, siendo un 4 o mayor el número que conforma un valor ya casi definitivo.
 
Esas partículas masivas, predichas por la teoría de cuerdas,se han conocido popularmente como partículas supersimétricas, por ser iguales a las partículas ya conocidas, pero con energías muy superiores. De momento no hay rastro de ellas.
 
Por ello, los físicos han girado la vista. Si quizás no existan esas partículas supermasivas como fuente de la materia oscura, ¿pueden quizás partículas muy ligeras tomar su lugar? Eso es lo que se esperaba con un supuesto nuevo tipo de neutrino, que recibe el nombre de «estéril», porque solo interacturaría con la gravedad. Sería, de haberse encontrado, un candidato a la materia oscura.
 
No ha sido así, y el reciente informe del laboratorio iceCube de la Antártida indica que estos neutrinos no existen, al menos en las energías que se esperaban. Seguimos por tanto sin saber qué es la materia oscura, o, quizás incluso, si existe. Su presencia parece evidente, por muchos motivos ya vistos a lo largo de las últimas tres décadas. Pero no se deben descartar otras hipótesis.
 
En el diario El País, de una forma bastante triste, explican este asunto, con algunos errores bastante evidentes, y con comentarios de lectores en general aún más tristes. Pero al menos se ríe uno un rato.
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Laboratorio iceCube en la Antártida