Cerca de casa hay una tienda de productos esotéricos. Mezclan un poco de todo tipo de simbología, con objetos místicos como pirámides o bolas para ver el futuro, todo rodeado de libros sobre poderes sobrenaturales, e imágenes de dioses y diosas muy característicos del mundo druida y de la tanatología. Nunca entro en estos sitios, y yo respeto a quien quiera entrar y crea en estas cosas, pero me van a permitir que yo sea pragmático, frío y lejano con relación a estos asuntos.
Alguien me dijo una vez que yo no tengo un corazón, sino un microprocesador en mi interior. Y puede que tuviese razón en ciertos aspectos. No en todos. Soy capaz de sentir emociones, o al menos lo era hace años.
El caso es que un objeto me ha llamado la atención: unos juegos de cartas del Tarot. Algunos con cartas realmente espectaculares. Eso me ha traído a la mente ciertos recuerdos. Porque yo, el frío y calculador, sé cómo se tiran las cartas del Tarot. Y las he tirado. ¡Oh Dios mío! ¿Cómo es posible tamaño atrevimiento? Vamos a verlo.
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