Esoterismo. Recuerdos de una tarde mística

Cerca de casa hay una tienda de productos esotéricos. Mezclan un poco de todo tipo de simbología, con objetos místicos como pirámides o bolas para ver el futuro, todo rodeado de libros sobre poderes sobrenaturales, e imágenes de dioses y diosas muy característicos del mundo druida y de la tanatología. Nunca entro en estos sitios, y yo respeto a quien quiera entrar y crea en estas cosas, pero me van a permitir que yo sea pragmático, frío y lejano con relación a estos asuntos.

Alguien me dijo una vez que yo no tengo un corazón, sino un microprocesador en mi interior. Y puede que tuviese razón en ciertos aspectos. No en todos. Soy capaz de sentir emociones, o al menos lo era hace años.

El caso es que un objeto me ha llamado la atención: unos juegos de cartas del Tarot. Algunos con cartas realmente espectaculares. Eso me ha traído a la mente ciertos recuerdos. Porque yo, el frío y calculador, sé cómo se tiran las cartas del Tarot. Y las he tirado. ¡Oh Dios mío! ¿Cómo es posible tamaño atrevimiento? Vamos a verlo.

hermitano

La historia comienza cuando volví del servicio militar. Yo estaba muy afectado por los acontecimientos vividos en ese periodo, y andaba dando tumbos de un lado al otro. Trabajaba y vivía solo, así que tenía mucho tiempo para salir de casa y cometer todo tipo de errores. Fue una fase «oscura» de mi vida sin duda.

El caso es que, un día, en mi ciudad, vi un cartel. Era una conferencia de un grupo que tenía contactos frecuentes con extraterrestres. Eso obviamente me llamó la atención. Y además daban una conferencia sobre cómo eran los extraterrestres, y sobre la tecnología de sus naves espaciales.

¿Cómo? No podía perderme algo así. ¿Contactar con extraterrestres, y quizás tener la posibilidad de dar una vuelta por la galaxia? No tengo nada que hacer, así que ¿por qué no dar una vuelta por la nebulosa de Orión?

Fui el día indicado a la hora indicada a la reunión. Allí habría unas treinta personas. Aparecieron tres individuos que parecían sacados de un capítulo de Expediente X, aunque esto sucedió cuando los actores de la serie iban al colegio. Comenzaron a hablar de los extraterrestres, que en realidad son cinco razas, y los hay muy buenos y pacifistas, y otros que son muy malos y siempre andan metiendo la pata por la galaxia. Vaya por Dios, ni en el universo podemos estar tranquilos, siempre tiene que haber alguien que lo fastidia todo.

Pero entonces comenzaron a hablar de los ovnis, y cometieron un error, al menos conmigo: comenzaron a dar detalles técnicos de cómo operan los ovnis. Yo, como amante y apasionado de la aeronáutica y de la astronáutica, comencé a hacer algunas preguntas, las cuales eran respondidas con vaguedades. Siguieron dando datos, y yo seguí insistiendo en preguntar aspectos técnicos de ingeniería y física que no me respondían.

Entonces cometieron el segundo error. Comentaron que, en realidad, toda la tecnología sobre ovnis estaba en un libro de física extraterrestre. ¡Qué increíble! Y que me permitirían ver el libro al final de la charla. ¡Maravilloso!

Terminó la charla, y me enseñaron el libro. Estaba escrito en un lenguaje que parecía algún tipo de pictogramas, y que en realidad se parece en muchos aspectos a las grafías originales del ser humano de la era del paleolítico. Una escritura lineal que sería el inicio de los primeros textos escritos.

Escritura_Lineal_Paleolitica
Escritura lineal paleolítica. Fuente: Wikipedia

No voy a entrar en los detalles del libro con la «tecnología» extraterrestre, excepto para confirmar que aquello era lo que era: un engaño de dimensiones realmente galácticas. Y eso era lo único que de verdad era galáctico en toda la conferencia. ¿Por qué entonces el empeño de esta gente en querer convencerme de algo que no era más que una mentira impresionante? No lo sé. Quizás pensaron que, si podían engañar a alguien que hacía preguntas técnicas, las probabilidades de engañar a otros que no hacían esas preguntas serían mayores.

Cuando ya iba a irme a casa a olvidarme de todo aquel circo, en el que por lo menos me había reído un rato, vino una de las asistentes. Era una mujer mayor, desde mi punto de vista claro. Ella tenía treinta años, y yo tenía veintidós. Me aseguró con toda seriedad que todo lo que habían explicado aquellos individuos era cierto, y que en el universo existen fuerzas y poderes que desconocemos. Luego me dijo lo de siempre: que los extraterrestres se ocultan hasta que estemos preparados para un encuentro total.

De todo corazón lo digo, yo les doy mi más sincera palabra de que me cuesta creer que haya gente así. Yo lo respeto, pero no me pidan que lo comparta. No puedo. Lo peor vino luego: me dijo que ella misma tenía poderes, y que podía adivinar el futuro, usando diversas herramientas, como el Tarot.

Ah, el Tarot. el viejo Tarot. La madre de un amigo iba una vez al mes a que le echaran las cartas. Luego he conocido a diversas gentes que suelen ir con distinta frecuencia, como la dueña de la cafetería de enfrente de casa. Hoy día tenemos los tarotistas de la tele, que siguen ahí porque hay negocio.

El caso es que esta mujer me dijo que podía adivinar mi pasado, mi presente, y  mi futuro, con la ayuda del Tarot. Y que estaba dispuesta a demostrármelo. Yo estaba dispuesto a decirle que las cartas del Tarot predicen el futuro tanto como las entrañas de un ave o los posos del café, o las líneas de la mano. Pero no tenía nada que hacer, y ella era bastante atractiva. Así que accedí a que me hiciera su demostración.

Me echó las cartas, pero también me enseñó cómo se echan las cartas en el formato llamado «Cruz celta» que puede verse en la imagen:

tarot_cruz_celta
Tarot en forma de cruz celta

Aquella mujer me explicó los detalles de este tipo de tirada, y cómo interpretar las cartas del arcano mayor principalmente, que era las que ella usaba, dejando de lado las del arcano menor. Luego me dijo una serie de generalidades sobre mi vida pasada, presente y futura, que eran ciertas en su mayor parte, porque lo son para el 95% de las personas. Si se generaliza, normalmente se acierta. Ese es el truco de estas técnicas.

El caso es que todo lo relacionado con aquella mujer fue una experiencia interesante. Y lo de las cartas también. Tiempo después, comencé a tocar en un grupo musical. Éramos dos chicos y dos chicas, y tras los conciertos o ensayos nos reuníamos con amigos, y amigos de amigos, y salíamos a tomar algo por ahí. Íbamos a un pub llamado Casablanca del que tengo muy buenos recuerdos, y jugábamos a los dardos y al billar.

Una tarde, estando en el pub, yo llevaba un juego de cartas del Tarot que me había regalado aquella mujer. Y se me ocurrió un experimento. Les dije a toda la tropa de chicos y chicas: «tengo cartas del Tarot. ¿Queréis conocer vuestro futuro?»

Confieso que la reacción de todos me sorprendió incluso a mí. Empezaron a gritarme que sí, que por supuesto, y se pusieron en fila para esperar su turno. Aquella tarde me la pasé lanzando las cartas del Tarot, adivinando el pasado, el presente, y el futuro del grupo.

La cosa quedó ahí, en unas risas y en una tarde divertida, hasta que meses después, caminando un día por la calle, oigo una voz que me llama. Me doy la vuelta, y era una de las chicas de aquella tarde. Se acerca toda excitada, y me dice: «¿sabes aquella tarde que me echaste las cartas del Tarot? ¡Se ha cumplido todo! ¡Pero todo!». Yo sonreí y le dije que claro que se había cumplido todo; porque yo solo le había dicho a ella, y a los demás, generalidades y aspectos de la vida que se aplicarán a la inmensa mayoría de personas.

No adiviné nada; les expliqué las experiencias que viven la inmensa mayoría de personas de esa edad: amores que van y vienen, estudios que salen bien y mal, problemas y soluciones con los padres… Todo generalidades que no dicen nada. Ella, por supuesto, no me creyó. Porque quien quiere creer en el esoterismo nunca dejará de hacerlo, bajo ninguna circunstancia ni prueba de que todo aquello no funciona.

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Así que, como puede verse, todos podemos ser algo que nunca pensamos ser una tarde. Yo, el adivinador de mi ciudad. El pronosticador, el futurólogo que ve lo que otros no ven. Es este mundo, el de los videntes, el de las charlas esotéricas, el de los poderes ocultos, un mundo fascinante para mí. Pero no por sus contenidos, sino por la naturaleza de las personas que creen en estos menesteres.

Esas personas sí me interesan. Porque no creo en lo que ellos creen. Pero sí creo en su naturaleza curiosa y exploradora. Un paso más, y podrían convertirse en excelentes científicos y exploradores de los secretos del universo, tamizados por la ciencia y el método científico.

Claro que esa es mi opinión. Yo respetaré siempre, por supuesto, las creencias de otros. Pero mi mente es analítica, lineal, y fría. Y nunca renunciaré a la ciencia, como ellos nunca renunciarán a sus creencias. Mientras podamos entendernos y vivir en armonía, todo será perfecto.


 

Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

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