Tests de autocensura literaria

El otro día hablaba de que escribir es libertad. Es hablar de lo que piensas, de lo que sientes, de lo que sueñas. De tus pesadillas y de tus miedos, tus fobias, tu rabia, tu ira. Pero también de tu esperanza. Y hablaba de cómo últimamente parece que tenemos que escribir según unos baremos de autocontrol y autocensura realmente alarmantes. Hay que quedar bien con todo el mundo.

Ahora nos vienen con tests de control literario. ¿A qué estamos jugando?

No. Definitivamente, no. Sí, hay líneas que se han de controlar, claro, pero lo que está ocurriendo es muy grave. ¿Por qué mi libro tiene que pasar unos tests que algunos lectores parecen imponer para que un libro sea bueno o malo? Disculpe usted, pero el arte se basa en conceptos abstractos y subjetivos, no en superar tests basados en una falsa creencia de que hay que quedar bien con todo el mundo.

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Lo diré bien claro: yo no quiero quedar bien con todo el mundo, entre otras cosas porque eso es imposible. Desde el momento en el que escribo un libro, habrá gente a la que le guste, y gente a la que no. Y, por supuesto, no voy a añadir personajes que no creo necesarios, o con actitudes determinadas, para pasar este o aquel test. Me parece patético y ridículo.

Insisto, una vez más: escribamos lo que queramos, y como queramos. Luego el lector ya decidirá si ese texto es machista, racista, xenófobo, o incita a comprar caramelos un sábado por la tarde. Ese es un asunto de cada lector, sin necesidad de imponer normas y controles.

Los controles, las normas, el respeto, son para la vida real. En la literatura puedo y debo expresar mis emociones y sentimientos. Si esos sentimientos son racistas, xenófobos, homófobos, etc, ya lo verá el lector, y convenientemente avisará de ello a otros lectores. Pero dejemos que la gente escriba libremente. Lea usted la obra, y entonces decida. Y, si es usted el escritor, escriba usted la obra, y no atienda a tests ni controles. No se autocensure, que bastante censura vivimos ya con fascismos pasados y presentes.

Es mi opinión, por supuesto. Yo nunca acataré una norma que me diga qué debo escribir. Escribiré lo que quiera. Luego usted es libre de leerlo o no. Esa constante necesidad de tener que quedar bien con todo el mundo me cansa, me irrita, y me parece que solo mata el proceso creativo. Y no hay peor forma de censura que la que se impone uno a sí mismo. Sea libre para escribir. Sea libre para sentir. No deje que nada ni nadie le diga lo que tiene que hacer con su arte. Está ahí. Sáquelo de su corazón, de sus entrañas, de su rabia, de su sangre. Sáquelo y déjelo que explote en sus libros. Luego los demás decidirán si valió la pena.

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Eso sí, en la vida real, las cosas son distintas, claro. El respeto a los derechos humanos, a los derechos de la mujer, de cualquier raza, religión, o país de origen, son fundamentales para intentar crear un mundo mejor para todos. Pero ese es otro tema. En la literatura, la libertad debe ser absoluta para escribir, y absoluta para leer. Y luego el lector, como siempre, tendrá la última palabra.

El resto es autocensura. Pura, dura, y monstruosa censura.

 

Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

5 opiniones en “Tests de autocensura literaria”

  1. El autor debe ser libre de escribir lo que quiera, lo que tenga en su mente y corazón. El lector verá si la obra final vale o no la pena. Yo escribí lo que quise y publiqué como quise. Mis lectores son los que juzgan que si valió o no la pena. Esto digo como autor aficionado que soy ¿Qué fuera si sería escritor profesional como J. K. Rowling? ¿Ella escribió Harry Potter cómo quiso o le dieron lineamientos a seguir? Tal vez la libertad del escritor se ve limitada mientras su obra se vaya haciendo comercial.

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    1. Efectivamente, cuando tratamos de atraer al lector somos libres. Cuando es la editorial y las ventas, empezamos a recortar las alas. No lo critico. Pero el arte no puede tener fronteras ni límites. Gracias por aporte.

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  2. El corset disfrazado de técnica. Los parámetros y clasificaciones son cosas de venta, que todo lo tiene que fragmentar para sus nichos de mercado, así decimos que es drama o terror, pasa el test de Bechdel o no (o el test que te apetezca así como te apeteció llamarlo «fantasía urbana» por tener que clasificar y subclasificar y subclasificar) Pero venta no es arte, vale que el arte se venda pero no es marketing de contenido. Son dos procesos diferentes, el arte no es un «producto» 😒 🐾

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    1. Efectivamente, en un mundo completamente mercantilizado hemos olvidado que el arte no tiene precio, ni tiene reglas, ni tiene tiempos. Es intemporal, y no se circunscribe a reglas morales o éticas de este siglo o cualquier otro. El arte es la forma de expresión pura del ser humano, modelada por las circunstancias, está claro. Pero libre en todo lo demás. Un abrazo.

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