Actualizado: una muestra de la situación actual en este enlace. Es evidente que esta sociedad tiene un problema. Y es evidente que ese problema es muy grave.
Hace unos días, por cuestiones de trabajo, estuve en un evento informático donde, entre otras actividades, dio una charla un grupo de tres mujeres pertenecientes a la asociación FemDevs. Fem de Femenino y Devs de Desarrolladoras, por si hay que aclararlo. Es decir, es un grupo de mujeres desarrolladoras de software, y el evento donde se encontraban era, precisamente, de desarrollo de software para videojuegos.
Reconozco que al principio no estaba por la labor de escucharlas. No por sus reivindicaciones, sino por la enorme paliza que llevaba de trabajo y horas encima, que me mantenía con un malestar físico y agotamiento extremo importantes. Quería escabullirme de allí e ir al hotel lo antes posible a descansar. Pero afortunadamente me quedé, y digo afortunadamente porque creo que, a pesar de mi malestar y mi cansancio, mereció y mucho la pena escuchar a estas tres jóvenes hablando de la interminable cantidad de problemas que su asociación ve y gestiona diariamente. ¿Qué problemas? Bueno, básicamente, discriminación en el trabajo por su condición de mujeres. y la situación en general de la mujer en la industria del videojuego.
Llevo muchos, muchos años en el mundo de la empresa, y he trabajado en algunas pequeñas, otras medianas, y algunas grandes, como bancos importantes y aseguradoras multinacionales. Y he visto de todo, y, por supuesto, discriminación por cuestiones de sexo he visto en cantidades inimaginables.
También he visto discriminación y abusos a la mujer fuera del trabajo por supuesto. Eso va desde los típicos piropos, muchas veces con comentarios verdaderamente degradantes, con términos y comentarios sin duda propios de juzgado de guardia. Recuerdo una anécdota hace años con una amiga. La vi de lejos, le dijeron algo unos obreros, y ella se giró y les respondió. No sé qué les contestó, estaba lejos, pero se callaron inmediatamente. Me sentí feliz en ese momento por ella y por su reacción, pero me dolió muchísimo tener que asistir a un espectáculo tan triste. Porque es muy triste degradar a una mujer, sea con palabras, o con hechos. Pero está ocurriendo, y cada día. En esta sociedad que algunos quieren mostrar como perfecta, existe una desigualdad hombre-mujer de dimensiones galácticas y en todos los ámbitos.
Hablando de piropos, los piropos son una forma de machismo. Esto no significa que no pueda dirigirme a una amiga y decirle algo bonito, alguna vez me he atrevido, incluso yo puedo intentar ser amable y romántico de vez en cuando, a pesar de mis muchas y variadas psicopatías. Pero es eso, una amiga, que me conoce, a la que conozco, y donde hay una amistad fundada y basada en el respeto. Naturalmente que puedo decirle a una mujer que tiene unos ojos bonitos (fue lo que le dije a mi amiga, qué recuerdos aquellos). Pero asaltar con términos sexuales a una mujer por la calle es degradante, se mire como se mire, y es aceptado por la sociedad, porque la sociedad es machista de principio a fin, por mucho que les duela reconocer a algunos.
En televisión vemos este tema de los «piropos» constantemente. Hace poco en Roland Garros, un joven tenista asaltó a la entrevistadora delante de la cámara. ¿Lo peor? Que el que estaba al otro lado le reía la gracia al jugador. Eso es machismo. Ese es el signo de que esta sociedad no funciona. En lugar de reprenderle, le reía la gracia. Es un ejemplo, pero los hay constantemente, en todos los países ojo, este no es un problema de tal o cual país. Esas actitudes son toleradas, cuando no aplaudidas, como signo de «macho» conquistador. Ese el problema a debatir, y a batir.
También he visto otras formas de machismo peores incluso, y extremadamente degradantes, y no por la tele, sino en directo. Golpes con cinturón a la mujer y a los hijos, tratar con una psicóloga a una amiga por una violación cometida por un presunto «amigo», y un intento de violación. En el primer caso tuve que gestionar personalmente el asunto porque todo el mundo se hacía el loco a su alrededor, ya hablé de ello hace un tiempo. Son los casos más extremos. Sin llegar a esos niveles, pero extremadamente preocupante también, en el trabajo he visto muestras de machismo como para llenar un libro. Algunos son sutiles, otros son brutales. Pero todo es machismo al final.
Efectivamente, vivimos en una sociedad machista, solo hay que ver la sociedad, la televisión, las redes sociales, para verificarlo fácilmente. ¿Por qué nacen grupos como FemDevs? Es muy sencillo: cualquier organización nace porque hay una necesidad de la misma. En este caso, porque algunas mujeres vieron y comprendieron que existe una constante falta de igualdad en el trabajo con respecto a la mujer, en este caso en el mundo del desarrollo de software, y más concretamente en el desarrollo de videojuegos. Esas mujeres no se organizan para pasar el rato, ni para salir en tele o en prensa (su repercusión está siendo muy importante). Se organizan porque hay una verdadera necesidad de dar voz a miles de mujeres que son vilipendiadas, maltratadas, cuando no humilladas y vejadas en el trabajo, simplemente porque son mujeres. Es obvio que, ante algo así, tarde o temprano tendrían que nacer asociaciones que luchen por la igualdad de género, en este y en todos los ámbitos del trabajo y de la vida.
Algunas personas, por supuesto casi siempre hombres, critican la naturaleza de su asociación, y sus decisiones. Dejando aparte de que por supuesto puedan cometer errores, como todo el mundo, y dejando más claro que todo es criticable, hay un viento machista en una enorme cantidad de comentarios hacia esta asociación. De nuevo, porque la sociedad es machista, y yo lo siento mucho, pero las cosas son así y así están.
El otro día comentaba alguien que los hombres también debemos defender nuestros derechos etc etc. Ponía un ejemplo: las denuncias falsas sobre maltrato. Hombre, por favor, claro que si una mujer denuncia en falso debe ser condenada. Pero, ¿quiere alguien hacerme creer que hay muchas mujeres que hacen denuncias falsas? Le daré solo un dato, datos de 2015: la tasa de denuncias falsas versus denuncias totales por maltrato fue del 0,014%. Es decir, de cada 100 denuncias, 0,014 fueron falsas. O, lo que es lo mismo, una de cada 10.000, o 14 de 100.000.
El feminismo no nace por generación espontánea. La mujer ha sido maltratada, perseguida, vilipendiada, a lo largo de la historia. Y hoy en día lo sigue siendo, de forma brutal y monstruosa además. ¿Se han conseguido cosas? Sí, claro, menos mal. Recuerdo que mi madre me dijo una vez: «hijo, yo tuve mucha suerte con tu padre, porque era de los que no maltrataba». Extrañado, le pregunté, y me dijo que lo normal era la actitud de mi tío, que tenía sometida a su familia a base de golpes, incluyendo a su mujer, mi tía, hermana de mi madre. Recuerdo que el entierro de mi tío fue una liberación para mi tía. Aquel día fue el primero en el que pudo ser feliz y vivir en paz, después de 25 años de matrimonio de sometimiento. Yo fui testigo directo de esas atrocidades cuando iba a aquella casa a pasar algunos días. Incluso escribí unos poemas sobre el asunto, que impresionaron mucho a mi padre. Nadie tiene que explicarme qué es el machismo y el maltrato y la violencia machista, lo he visto de primera mano.
Otro caso, me van viniendo a la cabeza según escribo. Una compañera de trabajo. Profesional y muy competente, inteligente y rigurosa, una profesional de primera. Hacía más horas que un reloj que se dice vulgarmente. Se casó, y tuvo mellizos. Ya no salía de la oficina a las tantas. Salía a su hora, repito, a su hora, para cuidar a los niños. Esos niños que las empresas deniegan tengan las mujeres, provocando una tasa de natalidad a la baja que es una bomba de tiempo para un país, y si no que se lo digan a los japoneses.
Bien, la chica en cuestión fue empezando a sufrir ataques de todo tipo. Pero recuerdo, con gran tristeza, verla salir del despacho del jefe, un verdadero bestia, llorando y gimiendo. La razón: o se olvidaba de sus hijos, o perdería el puesto de trabajo.
Ah, otra, otra, siguen llegándome los recuerdos. Otra compañera, en otra empresa. Su hijo sufría una cardiopatía en el corazón. Era grave, pero podía curarse. Eso sí, requería varias operaciones y tratamientos. Esta mujer fue maltratada incluso en público, delante de otros compañeros, y vilipendiada y victimizada por anteponer a su hijo a la empresa.
Cuento una más y ya paro, que no quiero extenderme. Una compañera con menstruaciones dolorosas. Cada dos o tres reglas, todas dolorosas, tenía una que la incapacitaba completamente. No solo por el dolor, sino por las migrañas que padecía. Fue advertida: una falta más por menstruación, y a la calle.
No sé, ya digo, podría seguir así horas, desgraciadamente. Todos esos casos tienen un denominador común: era la condición de mujer la que impuso esos ataques. Solo la condición de ser mujer explica esos comportamientos, como he podido verificar infinidad de veces. Nosotros podíamos salir para cualquier cosa sin problemas. Las mujeres, especialmente si el problema estaba relacionado con asuntos de salud suyos o de sus hijos, sufrían y sufren un verdadero calvario.

Insisto, no quiero extenderme. Solo diré que la sociedad en la que vivimos es machista. Muy machista. Tanto es así que se quiere dar una falsa imagen de modernidad aduciendo que las mujeres que se quejan no tienen razón de ser, que sus quejas no tienen sentido, y que vivimos en un mundo de plena igualdad. No es así. No es en absoluto así. Ojalá, pero las cosas están mal, muy mal. El otro día aparecieron el número de denuncias por maltrato del primer semestre de 2017: han aumentado de forma muy notable con respecto al año pasado. No es que haya más maltrato; es que este maltrato está saliendo a la luz. Lo cual ya es un paso.
Ahora toca que la sociedad comience a comprender, de una vez y de forma definitiva, que esta lacra del machismo se debe acabar atacando la base del problema: la educación, y el estrato cultural machista que lo envuelve todo. Solo entonces podremos crear una sociedad donde los hombres no consideren que están por encima de la mujer, y que se sigan oyendo cosas, incluso en juzgados, como que «la violó porque iba provocando» o «no te pongas esa falda porque estás buscando líos» o «si vas sola por una calle oscura y te violan es culpa tuya». Frases monstruosas, terribles, propias de seres enfermos, que ven a la mujer como un simple objeto sexual sin más.
Todo eso está ocurriendo hoy, ahora, en este momento. Y todo eso debe comenzar a terminarse ya. Las mujeres pueden vestirse con lo que quieran, y caminar por donde quieran.
Ah, y cuando dicen «no», es «no». Yo he recibido algunos «no» en mi vida, supongo que como todo el mundo. He agachado las orejas, y he salido calladito en otra dirección. Si yo puedo hacerlo, con lo burro que soy, cualquiera puede. Es cuestión de proponérselo. Simplemente.
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