Hablé del Brexit hace poco, en relación a la necesidad de que dicha operación sea en su versión «dura». La razón de apostar por el Brexit «duro» no es que yo esté esperando el mayor de los males con el Reino Unido, y también con la Unión Europea. Mi razón es de carácter estratégico: un Brexit duro demostrará fehacientemente quién estaba equivocado y en qué. Pondrá las cartas sobre la mesa, y dejará claro si la estrategias del individualismo y de los muros, físicos y mentales, son lo mejor para avanzar como sociedades modernas.
Yo por supuesto apuesto por la unidad de todos los pueblos de la Tierra. Pero como eso solo es una utopía irrealizable y alguien me va a tildar de soñador loco, me conformaré con pretender la unión de los pueblos de Europa. También utópico, pero un escalón por debajo de la utopía total.
En este sentido, un Brexit duro conllevará que el Reino Unido dependa de sí mismo para todo, o para casi todo. Los que apuestan por el Brexit tendrán tres opciones:
- Acatar las consecuencias de sus decisiones, y si las cosas se ponen mal, tratar de gestionarlas lo mejor posible.
- No acatar las consecuencias de sus decisiones y no asumir responsabilidades, y culpar a la Unión Europea de sus problemas, como han venido haciendo en los últimos cincuenta años, en los que se ha venido culpando de los problemas más graves del Reino Unido a su afiliación con la UE.
- Una mezcla de los anteriores.
Habrá que ver qué opina la opinión pública británica. Porque si la mayoría de males en Reino Unido eran por la UE, ahora tendrán que buscar nuevos argumentos. No vale el argumento «queremos salir de la UE pero quedarnos con las ventajas de la UE». Eso no vale porque la UE, si cede, tendría que ceder con otros países, empezando por Italia. Algo que no está dispuesta a asumir.
De todas formas, que los británicos le están viendo las orejas al lobo es algo ya más que evidente. ¿Quiere ejemplos? Les traigo dos, totalmente recientes y nuevos.
1. Theresa May viaja a África y China para acuerdos comerciales.
¿Disculpe? ¿Vuelve a las antiguas colonias, para volver a hacer negocios con ellos? Concretamente empieza por Sudáfrica. La desesperación por obtener materias primas y manufacturadas, que en muchos casos conseguía de la UE, y acuerdos comerciales que antes movían el motor industrial de Reino Unido, conlleva viajar ni más ni menos que a África, donde va con un grupo de empresarios a firmar acuerdos concretos bilaterales. Lo único que le falta a África son nuevas empresas explotando mediante acuerdos locales con los dictadores de turno los esquilmados recursos del continente. Por no hablar de la destrucción de fauna y flora subyacente a toda esa actividad. Pero qué importa, todo se hace en nombre del Imperio y de la Commonwealth.
Por otro lado, Reino Unido acaba de declarar que China es un gran socio, de plena confianza, para gestionar también acuerdos económicos. Ni más ni menos que un tratado de libre comercio, algo similar a los orígenes de la UE. Algo increíble; el gran enemigo de siempre, el país comunista y donde los derechos humanos son violados sistemáticamente, ahora es el primer socio comercial de Reino Unido. ¿Qué va a hacer el agente 007, que en tantas películas tenía a los chinos como los malos más malos de todos los malos? La política crea extraños compañeros de cama, sin ninguna duda.
Es increíble lo que puede llegar a hacer Theresa May con tal de desviar la atención del foco principal del problema: la clara, evidente, y sistemática manipulación de que no va a pasar nada, mientras busca desesperadamente acuerdos comerciales por todo el mundo, sin que importe el origen de esos recursos y cómo son obtenidos. El neoliberalismo consiste en eso; mirar hacia otro lado y dejar de lado cualquier consideración ética y moral mientras fluya el dinero para empresas e instituciones. Si esa es la idea de un mundo mejor, y un país mejor, yo tendré importantes dudas. El comercio que no respeta los derechos humanos nunca será progreso, y solo tendrá un nombre: explotación.
Vamos pues con el segundo punto, que es hilarante.
2. Reino Unido gastará 100 millones de libras en su propio sistema GPS.
Aquí es cuando ya se me ha desencajado la mandíbula de la risa y he tenido que irme a comprar otro croissant, porque el que tenía se ha caído al suelo, y se lo ha comido Lyra, mi perrita, que está atenta a cualquier oportunidad, no como Theresa May.
Vamos a ver si nos aclaramos, señora May. Déjeme que le explique. Poner en marcha un sistema como el GPS cuesta, al menos, diez veces más que esa cantidad acordada, eso con mucha suerte. Si alguien quiere una prueba, puede ver los costes del sistema Galileo. Precisamente esa es la situación: el sistema Galileo tendrá una versión civil, y una militar. Pero el Reino Unido, al salir de la UE, no tendrá acceso a esa versión militar, ni a sus códigos. Pero tampoco tienen acceso al sistema GPS estadounidense, porque Estados Unidos y Reino Unido son dos pueblos hermanos, pero cuando se trata de secretos, nadie conoce a nadie. El sistema ruso Glonass queda descartado claro.
Luego, ¿qué solución ve y anuncia Theresa May? Inventarse que tendrán su propio sistema de satélites similar al GPS y al Galileo. Disculpe, señora May, si me permite una pregunta: ¿en qué planeta vive? ¿Por qué engaña a sus ciudadanos de esta manera? ¿Es que el pueblo británico no ha tenido ya suficientes mentiras con el Brexit?
¿Ahora les quiere contar el cuento del Imperio Británico y la vuelta al siglo XIX, cuando dominaban medio planeta? ¿De verdad se cree usted que con ese dinero, y sin los recursos del resto de socios de la UE, va usted a crear un sistema de satélites como el GPS, el Glonass o el Galileo? ¿En un país aislado? ¿No ve que no tienen los recursos? ¿Cuál es el vector de lanzamiento? ¿Cohetes rusos? Dependerá de los rusos. ¿Cohetes americanos? Dependerá de los americanos. ¿Sus nuevos amigos chinos? Ya sabe qué le va a pedir a cambio. ¿Cohetes Ariane europeos? ¿No habíamos quedado que eran autosuficientes? ¿Crearán sus propios cohetes y sistemas de satélites de cero? ¿Sabe el coste real que tiene eso? ¿Desde dónde los lanzarán, desde la calle Abbey Road? ¿Montará una plataforma de lanzamiento? ¿Sabe que se requiere que esté en o cerca del ecuador? ¿llegará a algún acuerdo para el lanzamiento desde la Guayana francesa? ¿Otra vez dependiendo de la UE? ¿O firmará acuerdos bilaterales con los costes políticos, económicos y sociales que eso conlleva con sus socios del Brexit duro?
Despierte, señora May, por favor. Deje de engañar a su pueblo. Y, sobre todo, deje de creerse sus propias mentiras y sus sueños de un Imperio que hace décadas es polvo e historia. El sueño de los imperios no funciona, se lo dice un español, y aquí sabemos mucho de imperios perdidos.
Last, but not least, me gustaría llamar la atención sobre una importante web que aboga por que el Reino Unido deje la UE. Aparte de que el diseño de la página parece hecho por un colegial de dos años, la página es básicamente un conjunto inconexo de fotos y de tiendas para comprar souvernirs del Brexit, además por supuesto de la donación de turno. Ni argumentos, ni razonamientos, ni reflexiones. Solo los clásicos mensajes populistas y del miedo, que vienen a decir lo que los fanáticos dicen siempre: «o haces lo que te digo, o llegará el Apocalipsis a tu casa». Todo ello trufado de ideas xenófobas y racistas, que calan rápidamente en la sociedad, y que son la gasolina que incendia la vida de cientos de miles de extranjeros en Reino Unido, algunos de ellos casados desde hace años con británicos.
Reino Unido sigue siendo un gran país, pero no se merece sus actuales dirigentes. No se merece un populismo tan atroz un país que siempre luchó por la democracia y las libertades, y que es un símbolo del respeto a la diferencia. El pueblo británico tiene derecho a que dejen de engañarles, a que les digan la verdad, y a que les expliquen las terribles consecuencias de un Brexit duro. Y, sobre todo, tienen derecho a saber que un Reino Unido aislado y amurallado nunca podrá ser más grande que un Reino Unido abierto y colaborativo con el resto de la UE y del mundo. Porque los muros ahogan las voces y el progreso siempre, y sin excepciones. Como bien ha demostrado la historia a lo largo de miles de años.
Yo soy español. Y me sorprendo a mí mismo sabiendo que, a partir del Brexit, no seré bienvenido en el Reino Unido. Si un país como Reino Unido cierra las puertas a la libertad, y las abre al fanatismo, parece evidente que Europa, en su conjunto, tiene un problema grave. Muy grave. Un problema que no debería extenderse a otros países, como ya está ocurriendo en Italia.
Es una pena que tras sesenta millones de muertos en la segunda guerra mundial, el país que luchó por la libertad de los pueblos ahora deje esos postulados por los que luchó, y abrace ideas propias de aquellos contra los que lucharon. Porque que nadie no lo olvide: el fanatismo, el racismo y la xenofobia siempre llegan con una sonrisa y con una mano amiga. Y cuando han atrapado a un pueblo, eliminar esa lacra puede costar décadas, y vidas humanas. Y Europa lo último que necesita es nuevos conflictos, sean militares, sean comerciales, en sus fronteras.
La pinza entre Rusia-China y Estados Unidos se cierra alrededor de Europa. O reaccionamos, o seremos pronto una provincia más de nuevos imperios que se acercan.
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