Hoy traigo buenas noticias para todas las mujeres de la Tierra, y de la Estación Espacial Internacional también: el fin del hombre se acerca. ¿Estás harta del marido? ¿Ese cuñado no para de aconsejarte el mejor teléfono móvil con explicaciones de seis horas? ¿Ese jefe que te dice que si te quedas embarazada te echará a patadas? ¿Esos obreros que te dicen todo tipo de barbaridades cuando caminas por la calle? ¡Tranquila! ¡Todo ello será historia, gracias a los últimos avances en ingeniería genética y biotecnología! ¡Y esta semana, si te reproduces ahora con tu ADN y el de una amiga, la segunda unidad gratis!
Bueno, hablando en serio ahora, lo cierto es que la tecnología de la ingeniería genética sigue mejorando constantemente. La manipulación de los genes es cada día más como desmontar un puzzle, y volverlo a montar con piezas nuevas o modificadas. Esas piezas nuevas, o modificadas, son los nuevos planos del nuevo organismo que queremos desarrollar. Cosas tan simples como elegir el sexo del niño, el color de los ojos, y otros aspectos menores. O tan complejos como su capacidad intelectual, o la inmunidad a enfermedades de origen genético. No es fácil ni lo vamos a ver en un anuncio en la televisión mañana. Pero no pasarán muchos años, y algunos de estos aspectos podrían ser posibles muy pronto. Otra cosa es la cuestión ética, y práctica. Ya hemos visto lo que sucede con políticas de selección en sexo en países como China o India. El desastre está asegurado.
Pero eso no es todo. La fecundación artificial hoy día es un método seguro y efectivo. Un óvulo se fertiliza mediante un espermatozoide, y el zigoto resultante se implanta en el útero de una mujer. Si la implantación funciona, al cabo de nueve meses tenemos un nuevo nacimiento.
Pero existe algo que no suele contarse: el óvulo necesita los 23 cromosomas del espermatozoide para completar el ADN del nuevo ser humano. Pero, ¿y si eliminamos esos 23 cromosomas del hombre, y colocamos los de otro óvulo, al que previamente le hemos extraído el ADN? Y, yendo más lejos, ¿y si implantamos los 23 cromosomas de otra mujer en el óvulo, sin la presencia del espermatozoide? En este caso, tendremos como resultado que la cadena reproductora de la especie humana se ha vuelto en cierto modo asexual de nuevo. Es necesaria la matriz para dar lugar al feto. Pero no es necesaria la presencia del hombre para la fecundación.
Como resultado de ello, el hombre dejaría de tener un papel biológico en el desarrollo de la especie humana. Y, como resultado de ello, el hombre sería prescindible. De hecho, se extinguiría en unos cuantos años. ¿Por qué? Porque el hecho de fecundar óvulos con los cromosomas de otra mujer implica que el nacimiento siempre tendrá como consecuencia una niña. Luego, pasados los años, los hombres irían muriendo hasta desaparecer. La tierra tendría una especie creada en gran parte de forma artificial. Un mundo de mujeres.
¿Es necesario el hombre en el futuro de la Tierra? Me refiero, desde el punto de vista biológico. Que sea necesario desde el punto de vista social y cultural es algo en lo que no voy a entrar en este momento. Y me refiero por supuesto al componente masculino. En primer lugar, tendríamos que preguntarnos por qué hay dos sexos. La razón es evolutiva. La mezcla de genes procedentes de dos fuentes distintas, que se combinan en un nuevo individuo, permite una mayor variabilidad genética. Esta mayor variabilidad genética permite organismos muy distintos entre sí con cada nueva generación, con cambios en el ADN a una velocidad muy superior a la de organismos que se reproducen de forma asexual.
Ello conlleva que la adaptabilidad al medio de los organismos basados en dos sexos sea muy superior. La conclusión es que el sexo, desde que apareció, ha tenido un desarrollo primordial en organismos avanzados. Todos los organismos avanzados y complejos se reproducen de forma sexual, porque son los que han podido evolucionar a una velocidad muy superior a la de sus primos asexuales.
El sexo es pues una ventaja evolutiva. En el ser humano la mezcla de genes ha sido muy rápida en los últimos tres millones de años. Ello ha llevado al rápido desarrollo de distintas variantes del homo, de las cuales el homo sapiens es el resultado final. Final, de momento. Porque la evolución no se ha detenido, y dentro de un millón de años probablemente existan nuevas especies homo en la Tierra, mientras que el propio ser humano se habrá extinguido. Aunque, esto, como suele decirse, es otra historia.
La actividad reproductora artificial asistida ya está cambiando el futuro evolutivo del ser humano. Es predecible que las tecnologías de control genético en el futuro modelen seres humanos «a la carta» donde se estimulan los aspectos positivos del individuo, y se eliminan los negativos. Y aquí entramos en un grave problema ético: ¿quién decide cómo, y cuándo, se estimulan unos aspectos y se eliminan otros?
Por ejemplo, ¿y si la conducta y el comportamiento tiene un influencia genética, y se elimina? Se podrían crear individuos socialmente neutros, pero también se perderían otras cualidades. Por ejemplo, para crear arte es bueno un toque de locura. Por eso los escritores escriben mucho y con pasión, porque son inestables emocionalmente. No en todos los casos claro, pero sí es un aspecto fundamental en muchos de ellos.. Si los hubiesen hecho equilibrados, sensatos y responsables ¿habrían escrito lo que han escrito? Probablemente no, o no con ese toque de genialidad que solo los grandes artistas tienen.
Ahora bien, una sociedad de mujeres en exclusiva no es descartable. Tiene ventajas: solo se ha de trabajar con una parte de la especie, dejando de lado los aspectos concretos que actúan a nivel biológico y psicológico sobre el hombre, y que son derivados de su genética. La mujer además tiene dos cromosomas X, lo cual hace que estén completos, y ello aporta ventajas evolutivas, ya que es sabido que el cromosoma Y, al estar incompleto (respecto al X) provoca enfermedades que las mujeres no sufrirán, al tener una mayor carga genética duplicada.
Además la mujer es al fin y al cabo la que dispone de las estructuras sexuales reproductivas para dar a luz, lo que conlleva que, si se ha de descartar uno de los dos, sea el hombre el descartado. Finalmente, el estudio de la genética exclusiva de la mujer podría beneficiarse de un trabajo más preciso, al no tener que interactuar con los genes del hombre. Se trabaja, dicho de un modo simple, con unos planos más sencillos y accesibles.
Lo cierto es que en la sociedad actual la lucha de géneros es un asunto diario y constante. La ética humana, sin embargo, descarta la posibilidad de que el género masculino desaparezca. Pero una nueva sociedad podría dar lugar a un mundo nuevo, dominado al cien por cien por mujeres, por la sencilla razón de que no existen hombres.
Podría empezar como un experimento, pero se iría incrementando exponencialmente, hasta dominar quizás una provincia, quizás un país, quizás un continente de la Tierra. O, quizás, toda la Tierra. Finalmente, no habría hombres sobre la Tierra. Seríamos la primera especie que ha vuelto al modelo reproductivo anterior a la reproducción sexual. La variabilidad genética y la evolución estarían controlados al cien por cien mediante la reproducción asexual asistida.
Claro que todo esto no es más que una especulación, sin más consecuencias. Una reflexión de una posibilidad futura entre miles. Pero está ahí. No puede descartarse como una posibilidad. Y las sociedades cambiarían para siempre. En un mundo donde solo hay mujeres, todos los problemas de los conflictos entre hombres y mujeres, y la dominación actual de la sociedad por parte del hombre, desaparecerían, hechos que son hoy por hoy incontestables y clarísimos. Pero surgirían otros problemas, eso es evidente. Habría que ver, entonces, si merece la pena perder unos por ganar los otros.
Lo que sí está claro es que el mundo sería otro, sin ninguna duda. ¿Cómo sería el arte? ¿Cómo sería la ciencia? ¿Cómo sería la política? Yo creo que serían distintas. Cosas mejores, otras puede que no tanto, no lo sé, es evidente que habría conflictos y luchas, porque eso es inherente al ser humano. Pero ¿sería una sociedad mejor? ¿Merecería la pena? Eso tendrán que decidirlo los genetistas y los filósofos. Yo me veo abrumado ante estas posibilidades, que son sin embargo muy interesantes como planteamientos puros de trabajo.
Felices genes a todos, y a todas. ¿O será «todas» en exclusiva dentro de unos años? Quién sabe…
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