El día 6 de junio de 2019 se conmemora el 75 aniversario del desembarco de Normandía, la conocida como «Operación Overlord». La segunda guerra mundial seguía embarrada, aunque era evidente que la Unión Soviética había tomado la iniciativa en el frente este tras aquella locura llamada Stalingrado. Pero Stalin quería un segundo frente en el oeste, y lo quería tan pronto como en 1942, y luego en 1943. Por razones logísticas y de organización esto no pudo ocurrir hasta junio de 1944. El número de tropas y material requerido era simplemente impresionante.
Gran Bretaña se convirtió en una especie de gigantesco portaaviones desde el que atacar el continente europeo. Después de que Hitler fracasara en su idea de invadir el territorio británico en 1940 (Batalla de Inglaterra), el resto del continente estaba en su práctica totalidad controlado por Alemania, o bien por sus satélites. Todo aquello se centró en un día, el llamado día D. Si triunfaba el desembarco, se podría considerar el fin de la guerra. Si fracasaba, muchos interrogantes se abrirían para el futuro de Europa.

Estados Unidos no había querido entrar en la guerra, y el partido republicano había llevado a cabo una propaganda enorme con una idea: aislacionismo. Los problemas de Europa eran de Europa, y no interesaban a Estados Unidos. Podía darse cierta ayuda a los amigos británicos sí, pero de forma muy meditada, y sin que supusiera un esfuerzo más allá de una muestra de gratitud. Los británicos habían confiado en Estados Unidos para proveerse de armamento y bienes de todo tipo, y Estados Unidos les había dado la espalda, excepto en los recursos más básicos.
Cuando se produjo el ataque a Pearl Harbor por parte del imperio japonés, el 7 de diciembre de 1941, de pronto Estados Unidos comprendió que dejar solo al Reino Unido significaba que ellos serían los siguientes. Que el aislacionismo era una política de enterrar la cabeza en el suelo, pretendiendo ignorar la realidad. Y que apoyar a Europa era apoyar su propio territorio.
En 1944 Estados Unidos estaba abocado a terminar la guerra cuanto antes, y se planeó la invasión del continente, con el fin de poder detener a los nazis de la forma más rápida posible. Se estableció una flota enorme, que desembarcaría en una zona secreta, en Normandía, mientras toda la información de intoxicación de datos hacía entender que el desembarco era en el Paso de Calais, el punto de Francia más cercano a Inglaterra. El famoso general Patton, que los alemanes creían sería el comandante en jefe de la invasión, fue puesto al frente de un ejército fantasma.
Cuando se produjo la invasión, y durante 24 horas, la farsa fue tan realista que Hitler se obstinó en no mover sus divisiones blindadas cerca de Calais. Si lo hubiese hecho, es probable que la invasión hubiese sido detenida, y lanzada al mar. Pero en la guerra, como en la vida, no cuenta lo que podría haber pasado, sino lo que pasó. Y el engaño funcionó perfectamente.
La invasión funcionó bastante bien, teniendo en cuenta las circunstancias, en los extremos de las playas de conquista. Pero en la playa central, Omaha, se produjo una masacre increíble, y a punto estuvo de perderse la cabeza de playa.

Una anécdota: uno de los operadores de una ametralladora MG42 alemana estuvo unas nueve horas disparando sin cesar, matando soldados constantemente, hasta que su ametralladora fue silenciada. Se calcula que mató a unos dos mil soldados americanos. Ese soldado sobrevivió. ¿Qué puede pensar un hombre que ha estado durante horas disparando a gente y viéndola morir? Personalmente creo que esta historia es una de las mejores para escenificar lo que significan las guerras.
El cine y la literatura, también los videojuegos, han llevado a escena el día D muchas veces. «El día más largo» es un clásico, al estilo Hollywood por supuesto. «Salvar al soldado Ryan» acerca muy bien aquel día también. Y muchas otras películas constatan el horror de aquella guerra, y de aquel día, que supuso el inicio del segundo frente, que Stalin tanto deseaba.
Hoy en día en Europa los nacionalismos y los extremismos vuelven al poder. Se ha olvidado ya aquello, y es hora de destruir todo lo que tanto costó construir. Europa no es un paraíso perfecto, en absoluto, hay muchas cosas que solucionar a todos los niveles. Pero destruir el proyecto europeo, volver a los nacionalismos, a los muros, a las aduanas, a las intrigas, no será un paso adelante. Al contrario, será la vuelta a un mundo que querríamos haber olvidado para siempre.
Actualmente la pinza entre Estados Unidos, Rusia y China sobre Europa es cada vez mayor. Ya han conseguido separar a Reino Unido del resto de Europa agitando el fantasma del racismo, la xenofobia, y el nacionalismo. El famoso «la culpa es de los de fuera» resuena de nuevo como elemento aglutinador de odios, iras y venganzas, en Reino Unido y en otros países de Europa. El ejemplo en Reino Unido de una enfermera española siendo insultada por una enferma británica, diciéndole que se vuelva a su país, o el hecho de que españoles turistas sean golpeados por hablar en español, son dos pequeños ejemplos de lo que se acerca.

Recordemos esta conmemoración del desembarco de Normandía como lo que fue: una tragedia terrible que permitió, junto con el enorme esfuerzo ruso (20 millones de muertos, una cifra escandalosa), terminar con la lacra nazi que lo había conquistado casi todo. Seamos conscientes de que aquellos tiempos pueden volver, y trabajemos para evitarlo. La diferencia de ideas, de colores, de formas, de gustos, son lo que hace grande a la humanidad. Hagamos que esas diferencias sean el motor para crear un mundo mejor para todos.
Porque, mientras un solo ser humano no sea admitido en sus derechos y libertades, mientras un solo ser humano sea relegado por su condición de origen, de lengua, de raza, de sexo, o de color, la guerra no habrá terminado del todo. Y otra nueva llamará a nuestras puertas en cualquier momento. Es importante ser consciente de ello. Cuando suena la primera bala, nadie sabe cuándo dejarán de sonar las siguientes. Solo la muerte. Que es la peor consejera del futuro de nuestra especie.
Addendum.
Algo que no suele explicarse de la invasión, y en general de la guerra, porque no es políticamente correcto, es que, en realidad, se esperaba terminar la guerra de una sola vez en Europa. De un solo golpe.
El proyecto Manhattan buscaba crear la primera bomba de fisión, basada en uranio, con una potencia de fuego devastadora. Pero la bomba, o las bombas, no estaban pensadas para ser lanzadas originalmente sobre Japón; la idea era lanzar la bomba sobre Berlín.
Podemos imaginar lo que hoy sería haber vivido en un mundo donde la bomba también se hubiese lanzado en Alemania. Afortunadamente no fue así; la guerra acabó antes de que estuviese lista. Puede parecer algo terrible, pero es real. Tal como indica la Wikipedia, citando fuentes de aquellos tiempos:
«President Roosevelt instructed Groves that if the atomic bombs were ready before the war with Germany ended, he should be ready to drop them on Germany».
El presidente Roosevelt ordenó a Groves que si las bombas atómicas estaban listas antes de que terminara la guerra con Alemania, debería estar listo para lanzarlas sobre Alemania.
Hoy las bombas están listas, y son por cierto muchas veces más potentes que aquellas. Y aunque parece que el peligro ha pasado, las bombas siguen ahí, esperando su momento. Y que un loco quiera pasar a la historia. Mientras una sola de esas bombas siga activa, una sola de ellas, la guerra nuclear será una posibilidad, clara, concisa, y abierta. Eso es algo que debe preocuparnos sobremanera. Y todo lo que hagamos por terminar la era de las armas nucleares será poco. Está en juego el futuro de nuestra especie.
Nota: tengo una anécdota personal divertida y curiosa que viví con veteranos de la segunda guerra mundial en el pueblo de Bastogne, Francia, y en un pequeño café lleno de fotos de aquellos tiempos. Otro día lo contaré, pero hoy no. Hoy toca recordar a aquella gente y aquel horror, para no volver a repetirlo nunca más.
- Más info: el desembarco de Normandía en la Wikipedia.
- Más info: proyecto Manhattan.
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