«No se puede servir a Dios y al diablo» (Mateo 6:24)

«Y miré, y vi un caballo pálido; y el que estaba sentado sobre él tenía por nombre Muerte; y el infierno le seguía» (Apocalipsis 6:8).

Dentro de la larga filmografía de Clint Eastwood podemos encontrar obras de todo tipo por supuesto. Tanto en su faceta de actor, como de director, Eastwood ha creado obras de todo tipo, y aquí nos vamos a centrar en una de ellas que, personalmente, me fascinó desde la primera vez que la vi.

La película es «El jinete pálido«.

No soy un gran fanático del cine del oeste, o del «far west» como se decía en mis tiempos. Bueno, me encantaba «Los hermanos Marx en el oeste» pero creo que esa película no definiría exactamente al género. Por eso hay dos películas que me impactaron sobremanera en este género, ambas de Clint Eastwood. Una es la antes mencionada, y la otra es «Sin perdón».

Pero, definitivamente, es «El jinete pálido» la obra definitiva ambientada en el viejo oeste para mí. Y aquí explicaré por qué.

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¿Qué tiene de especial esta película para mí? El hecho de que esté ambientada en el viejo oeste es secundario. En realidad, podría estar ambientada en la antigua Roma, o en alguna novela de ciencia ficción futura.

Porque las verdaderas obras son atemporales, y escapan del tiempo en el que fueron escritas, así como del tiempo en el que se hallan representadas.

Aspectos principales: la mística.

¿Cuál es el elemento principal de esta película? La mística, sin ninguna duda.

¿Cuál es el segundo elemento principal? La dualidad humana del bien y del mal, y la facilidad del ser humano para pasar de la una a la otra en un instante.

La mística es la clave y el centro alrededor del cual gira toda la obra. Empezando por la muchacha recitando la Biblia en su hogar, mientras se ven imágenes del personaje de Clint Eastwood cabalgando, que además es un predicador. Siguiendo por la mención al ángel del Apocalipsis, y su llegada al lugar donde se encuentran los mineros, que han sido atacados por una compañía que quiere expulsarlos de la zona de minería. Y terminando por la frase que abre esta obra, cuando esa muchacha ve al jinete llegar con su caballo.

El bien y el mal, dos caras de la misma moneda.

Toda la película es una representación bíblica sobre el bien y el mal, Dios y el demonio, la Luz y la Sombra, la vida y la muerte. Porque, el bien no puede existir sin el mal, y el mal sin el bien. Dios lo sabía cuando creó el universo. Por eso condenó al demonio al infierno; no porque este le retase, sino porque necesitaba el mal para poder crear su Obra de forma completa, como el pintor pinta luz y sombra para poder componer su cuadro.

Así pues, la Obra de Dios es un compendio de ángeles y demonios. Y, los seres humanos los títeres que, como piezas de ajedrez, usan ambos en su particular guerra.

De eso trata esta película, ni más ni menos.

En cada momento se respira una constante ambientación quasi religiosa sobre el ángel caído que representa Eastwood, y la venganza que se avecina, que es precisamente la llamada que se nombra cuando se recita el Apocalipsis.

No voy a revelar el contenido místico de la película, pero no creo que haga falta, lo verán ustedes desde el primer fotograma. Baste decir que hay señales constantes que nos hablan del personaje y de la oscuridad que le envuelve. Solo hay que prestar algo de atención a los detalles, verdaderos elementos que conforman un cuadro de mensajes no tan ocultos como podría parecer.

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Alma en pena, o cómo el Ángel caído vuelve a la Tierra.

Clint Eastwood tiene fama de tipo duro, frío, como una hoja de acero. En esta película sin duda es fiel a esa imagen (no así en otras grandes obras, como «Los puentes de Madison» con Meryl Streep, tremendamente recomendable). Y, como digo, sí, es duro, pero es una dureza muy distinta a la de películas como «El sargento de hierro» (cómo me reí con esta), o «Harry el sucio».

Aquí Eastwood es simplemente un alma en pena, una fuerza de la naturaleza que no sabe que la venganza es solo una justicia que se lleva a cabo por medios ajenos a la ley de la sociedad donde se actúa.

Uno de los elementos principales que usa Eastwood en su filmografía, especialmente la ambientada en el oeste, son sus ojos. Esos ojos oscuros son como una sombra que se extiende sobre todo aquello que mira, como una llamada a la muerte. Eastwood sabe manejar perfectamente ese efecto para darle un efecto casi fantasmagórico, como un ser del más allá, como un ser que ha traspasado una línea entre la vida y la muerte, y ha superado todas las barreras del bien y del mal.

Dios puede perdonar; no sus acólitos.

Ese es precisamente el mensaje de «El jinete pálido»: Dios puede perdonar a la humanidad. Pero sus ángeles no tienen por qué hacerlo. De ese modo, Dios puede seguir siendo el ser puro y lleno de amor que dice ser, mientras sus acólitos destruyen ciudades y civilizaciones. Y esta película nos habla precisamente de eso: de cómo el amor y la paz están bien como base y meta; pero, cuando se trata de protección a unos hombres y mujeres de bien, ese amor y esa paz se pueden complementar con un revólver, o un fusil Winchester modelo 1873. Dios nos habla de poner la otra mejilla; sus ángeles se conforman con batir sus espadas de fuego para retorcer de dolor a los que lo merecen.

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Hombre, ángel, y demonio.

Otra propiedad de este ángel de la película es que es un hombre, y, como tal, resiste la tentación material, pero no la de la carne. Y es que incluso el ángel de Dios más poderoso puede ceder a las tentaciones. Tal como dice el propio personaje en un momento de la película, citando de nuevo a la Biblia:

«No se puede servir a la vez a Dios y al diablo».

Puestos a elegir, todos terminamos eligiendo a uno de estos señores, pero, como siempre ocurre, los seres humanos navegamos entre ambos según nuestras necesidades. Cuando esas necesidades están cubiertas, el diablo es nuestro amigo. Pero, en tiempos de necesidad, pedimos consejo y ayuda a Dios, olvidando nuestros pecados. Y rogando que Dios los haya olvidado también. Una vez Dios ha resuelto el problema, la tentación y el diablo están de nuevo ahí, esperando para consumirnos con deleite en ese fuego de la pasión material y carnal que buscamos.

La paradoja humana.

Esa es la paradoja de la humanidad. Nos balanceamos constantemente entre Dios y el diablo, en una caída y salvación constantes por nuestra alma. Y ese es, precisamente, el mensaje de «El jinete pálido», que se refleja en una escena con un hombre con un trozo de oro en sus manos. Un hombre que era prudente, hasta que el poder del oro lo corrompe y lo destruye.

El oro brilla con fuerza, pero ciega la mente y el alma de quien lo posee. Es como el Anillo Único; no puedes resistirte a su poder, pero tampoco puedes dominar al infierno al que te lleva.

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Otros aspectos.

Por lo demás, la película está rodada con una fotografía, ambientación, iluminación, y música magistrales. Cada imagen es un cuadro. Y, si no me cree, pruébelo. Si ve la película, lo cual le recomiendo encarecidamente, pare la imagen en cualquier momento. Da igual cuándo. Hágalo al azar. Verá un cuadro en cada fotograma. El director de fotografía es realmente un genio, que nos lleva a crear una obra que entra por el alma, pero también por los sentidos.

Pecamos, y buscamos la redención para poder pecar de nuevo.

Todos hemos pecado. Algunos, hemos pagado y pagamos un precio muy alto por esos pecados. Pero el pecado más grande es que Dios nos mantenga con vida, para poder retorcernos de dolor precisamente por esos pecados. Es entonces, sin duda, cuando se comprende que el mayor infierno es la vida, y que el mayor regalo es la muerte.

Una muerte que nunca llega, que huye de nuestro lado, porque sabe que no hay lugar más infernal en el universo que nuestra propia mente, y todo el tormento que se esconde en su interior.

«El jinete pálido» es una obra maestra, eterna, imperecedera. De la cual podemos aprender tres cosas: ningún ángel vengador sonríe; ninguna venganza es dulce; y ninguna obra caritativa puede curarnos de nuestros pecados.

Ese es el mensaje de la obra. Y es, sin ninguna duda, una lección de vida. Muchas gracias.


 

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Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

3 opiniones en “«No se puede servir a Dios y al diablo» (Mateo 6:24)”

    1. Ciertamente, es muy difícil hoy día encontrar joyas como «Pale rider». La profundidad de los personajes, la historia, el montaje, todo está pensado para ser una obra maestra. Los jóvenes se conforman con los superhéroes. No todos, pero sí muchos. Espero que esto cambie algún día. No niego a los superhéroes. Pero queremos héroes también, héroes como la madre y la hija que aparecen en el film.

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