Para la frase de la semana he querido traer a una mujer que actualmente está recibiendo un sentido y maravilloso homenaje en Estados Unidos. Esa mujer es Christa McAuliffe, profesora de secundaria, y astronauta del proyecto de transbordadores de la NASA.
McAuliffe era profesora de secundaria, lo que en mi país se conoce como «el instituto», aunque este término ha ido cayendo en desuso. En cualquier caso, jóvenes entre los 13 y los 17 años aproximadamente, dependiendo un poco del país. Es una enseñanza que une los conocimientos básicos de la infancia, los expande, y dirige a los jóvenes a la universidad. Un tiempo donde los jóvenes cambian, y los profesores requieren ser profesores, psicólogos, padres, y a veces confidentes. Y sobrevivir a todo ello.
McAuliffe iba a dar una serie de clases a los alumnos de secundaria de todo Estados Unidos, y por extensión, al planeta entero, a bordo del transbordador Challenger, en 1986. Era su sueño: aunar su amor por la enseñanza y su amor por viajar al espacio, y convertirse en una viajera de las estrellas, aunque fuese en las orillas del océano cósmico.
No pudo ser, por un fallo que luego se demostró fue una cadena de acontecimientos y de problemas de control de seguridad, la nave estalló mientras alzaba el vuelo. Pero, realmente, eso ahora es lo de menos.
Lo importante, en este momento, es recordar que Christa McAuliffe es recordada como la profesora que dio su vida por alcanzar una meta. Ella en realidad no tendría por qué haber ido. Su misión en el transbordador no era otra que enseñar, que dar una clase; no tenía asignadas otras operaciones y experimentos en la nave. Y esa era la idea de la NASA: demostrar que enseñar es tan importante como llevar a cabo los más complejos experimentos. Porque sin el amor por el conocimiento no puede haber ciencia, ni arte, ni futuro.
Y, precisamente por eso, por poder enseñar su amor al universo y al espacio a millones de jóvenes, perdió la vida en aquel trágico accidente.
Hoy en día Christa McAuliffe es un referente para miles de jóvenes de Estados Unidos y de todo el mundo. Ella demostró que merece la pena arriesgar, y que su amor por la enseñanza tenía un solo límite: las estrellas. De ahí esa frase que he puesto en inglés en el título porque, sinceramente, no sé cómo traducir. Y no porque no sepa inglés, alguna idea tengo. Sino porque no sé qué palabras encontrar en español para explicar lo que ella quería decir.
Quizás algo así como «yo exploro el futuro: yo enseño» sería una traducción más o menos buena de lo que ella quería expresar.
Vaya desde este pequeño blog de pensamientos y reflexiones mi más sentido recuerdo para Christa McAuliffe. Ella no pudo dar la clase desde el espacio. Pero su recuerdo es inspiración para miles de profesores y amantes del espacio hoy día.
Ella estaría orgullosa de haber inspirado tantos sueños. Nosotros estamos orgullosos de ella. Descanse en paz. Para siempre. Entre las estrellas.
Christa McAuliffe en la Wikipedia.
La leyenda de Darwan 
La verdad que es una historia que impactó mucho. Aún recuerdo que muchas series de la época lo narraron. No quiero meter la pata, pero me suena que en Punky Brewster se cuenta y se le da el homenaje que mencionas. Sobre la traducción de la frase en inglés, yo la entiendo en que toca el futuro porque enseña. Y es que es así: la educación es la puerta que abre al futuro de los niños y jóvenes. Solo hay que ver que muchos manifiestan de adultos que decidieron explorar ciertas metas porque un profesor les empezó a guiar por ahí.
¡Un abrazo!
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Es que hay gente y hechos que cambian miles de vidas. La serie Cosmos de Carl Sagan hizo que miles y miles de jóvenes amáramos la ciencia y la astronomía. Son gente que cambia el mundo. Un abrazo.
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