Covid-19: llega la nueva anormalidad

Una de las cosas que tiene la ciencia ficción es la de prever el futuro. Y lo ha hecho muchas veces. La película «Contagio» de 2011 estaba clasificada como «ciencia ficción». Ahora está reclasificada como «Thriller». Lo que antes era increíble ahora es una realidad. Y lo que antes era imposible ahora es el testimonio de que cualquier cosa que pueda pasar, tarde o temprano sucederá. Eso se resume en la famosa frase:

«Lo que es imposible en un año, es inevitable en un millón de años».

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La nueva «normalidad».

Ahora se habla de la «nueva normalidad». Se define como un nuevo paradigma de la sociedad en su conjunto, que cambiará con motivo de la pandemia del Covid-19.

Sinceramente, me parece casi humorístico que alguien crea que, de verdad, esta pandemia vaya a cambiar algo. Si ni pandemias anteriores, ni guerras mundiales, ni ningún desastre, natural o humano, han cambiado a la humanidad en su sesgo y modelo cultural, esta pandemia tampoco lo va a hacer. Sí, a lo mejor se teletrabaja más, y a lo mejor se toman algunas precauciones sanitarias, y quizás algunos comprendan la enorme fragilidad de la vida ante la exposición a los elementos de la naturaleza. Sean estos fenómenos naturales, organismos, o crisis de todo tipo. Pero la sociedad, en su conjunto, olvidará. Y ese es el gran error de la especie: el olvido.

La frase que vive en mi memoria.

Una famosa y clásica película de ciencia ficción de 1971, que era de por sí un «remake», y que luego ha tenido varias secuelas, es «Omega man«, que en España se tradujo con el título de «El último hombre vivo». En esta película la humanidad ha caído por una enfermedad creada por armas biológicas creadas en una guerra entre Estados Unidos y la entonces llamada Unión Soviética, y que ha convertido a la humanidad en unos seres enfermos e incapaces de poder moverse de día, al sufrir una enorme fotofobia. Robert Neville (Charlton Heston) es el único humano que ha sobrevivido como tal, gracias a una vacuna que desarrolló, y que sólo tuvo tiempo de probar en sí mismo.

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El líder de ese grupo de supervivientes se llama Jonathan Matthias (Anthony Zerbe). Es básicamente una especie de líder mesiánico que promueve acabar con el último hombre vivo para terminar con la especie humana tal y como era conocida, y luego con otros supervivientes que se van descubriendo.

La trama de la película no está mal, pero lo que recuerdo no es tanto la película. Lo que recuerdo vívidamente y con todo detalle es un momento de la conversación entre Jonathan Matthias y Robert Neville. Recuerdo una frase de ese líder. La frase que pronuncia, y que se me quedó clavada desde entonces, es:

«Yo no entendía nada de la humanidad. Hasta que no hubo nada que entender».

Esta frase me parece grandiosa y magnífica. Es una frase que resume perfectamente la agonía de las sociedades humanas, que son incomprensibles, angustiosas, incoherentes en palabras y en actos. Y que, como consecuencia de ello, terminan por desaparecer, fruto de sus propias locuras, de sus propias guerras.

Camino de la nueva «anormalidad».

Se habla y se habla y se habla de que «ya vamos camino de la nueva normalidad», y la verdad es que en televisión son pesados y cargantes con estas imágenes de amor y paz y felicidad hasta decir basta. En realidad esto ha sido un golpe tremendo y durísimo para millones de familias, sea por la pérdida de seres queridos, sea por el enorme golpe económico, sea por ambas razones.

¿De qué nueva normalidad estamos hablando? ¿La de una nueva pobreza y una caída de la riqueza que, una vez más, se centra en las clases más desfavorecidas? ¿La nueva normalidad de ver que, una vez más, los especuladores han sacado sus mejores beneficios engañando a personas, empresas, instituciones, y países? ¿La nueva normalidad de ver cómo cientos de miles de empresas han tenido que cerrar?

¿La nueva normalidad de ver todas esas familias que malvivían en economías sumergidas, y que han tenido que acudir en colas de kilómetros a por un poco de caridad? ¿La nueva normalidad de ver cómo estaban siendo tratados nuestros mayores en residencias carentes de las más mínimas condiciones higiénico-sanitarias y de confort?

¿La nueva normalidad de ver cómo los profesionales sanitarios, tan aplaudidos y considerados héroes, son ahora despedidos por la puerta de atrás con un «muchas gracias, no nos llame, ya le llamaremos»? ¿La nueva normalidad de ver cómo las estafas, las mentiras y las manipulaciones han engañado a millones de personas desesperadas con todo tipo de tretas, incluyendo datos falsos y medicamentos falsos?

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No era normal antes. Y no lo será ahora.

Que nadie se engañe. No vamos a un mundo mejor. Tuvimos tiempo de reaccionar ante los avisos de anteriores crisis sanitarias que no llegaron a Europa o América. Ahora todo el mundo corre por una vacuna para salvar a millones de hombres y mujeres que viven en sociedades ricas y poderosas, porque antes solo morían aquellos que nutren de artículos baratos y atractivos a esas mismas personas. Si una de esas personas cae, se pone otra, qué más da si ha muerto de hambre, de sed, o de un virus. El show debe continuar.

Hemos vivido dos meses los que otros viven una vida.

Ahora hemos visto, durante dos meses, el horror de padecer lo que otros deben vivir todas sus vidas. Hemos vivido una tremenda situación terrible, que olvidaremos rápidamente, porque siempre olvidamos. Pero debemos recordar esto: muchos millones y millones de seres humanos viven encerrados todas sus vidas para que otros podamos vivir libremente las nuestras. Y eso no es justo. Eso no es ético. Eso no es moral. Eso, en definitiva, no es humano.

Saldremos de esta crisis, sí. Mejor o peor. Con mucho sufrimiento en muchas ocasiones. Con muchas heridas, algunas durísimas. Otras durarán toda la vida. Pero, así como el individuo como tal no olvida, la sociedad en su conjunto sí olvida. Y lo hace rápido además.

Debemos, por lo tanto, reflexionar, y hacernos esta pregunta: ¿qué podemos hacer para parar la próxima pandemia? ¿Por qué no pudimos parar esta? ¿Qué podemos hacer para que no sufra nadie más un horror así?

Y la más importante: ¿cuándo entenderemos, de una vez, que el sufrimiento de otros termina siendo, tarde o temprano, nuestro propio sufrimiento? ¿Cuándo entenderemos que si ellos están sanos, están fuertes, viviendo con dignidad, ellos no sufrirán, y podremos garantizar al máximo que no suframos nosotros?

La solidaridad entre pueblos abre fronteras. Hoy mi casa es la tuya. Mañana, la tuya será la mía. Y todos tendremos un hogar donde refugiarnos. Y donde poder ver pasar la tormenta sin que nos vea afectados.

Tendamos puentes. Siempre lo digo. Tendamos más puentes, y menos muros. Solo así venceremos. A los virus, y, especialmente, a la desidia humana. Muchas gracias.


 

Autor: Fenrir

Amateur writer, I like aviation, movies, beer, and a good talk about anything that concerns the human being. Current status: Deceased.

2 opiniones en “Covid-19: llega la nueva anormalidad”

  1. Buen día, excelentes palabras y analogías, por desgracia existen tantos intereses que los pocos que aprendieron algo, otros provocan que las cosas se olviden, esperemos que las cosas no se olviden y que hagamos verdadera conciencia de los problemas, un saludo.

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    1. Sin duda debemos tener esperanza en que poco a poco vayamos encontrando respuesta a las dudas, y un camino para evitar estas desgracias de forma preventiva en la medida de lo posible. Saludos cordiales.

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