La frase de la semana nos la trae el que sin duda es uno de los científicos más famosos de todos los tiempos: Albert Einstein. Sus ideas, su forma de ser, y su mensaje que nos dejó, forman un conglomerado inconfundible, de un hombre sin duda especial.
La frase, que puede verse abajo, dice:
«El mundo que hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento. No se puede cambiar sin cambiar nuestra forma de pensar».
La frase alude al proceso cognitivo del pensamiento, que está en línea con nuestra naturaleza. Si hemos de cambiar el pensamiento, deberemos cambiar nosotros también. Si debemos aprender de nuestros errores, deberemos evolucionar como individuos. De eso va esta entrada: de los errores que cometemos, y de cómo nos definimos a través de los mismos.

Einstein no fue un hombre perfecto, dicen algunos. Tenía sus manías y sus vicios, dicen otros. Sí, claro, era un ser humano. Y era un hombre de su tiempo. ¿Vamos a juzgarle por la moral y la ética del siglo XXI? Entonces tengamos cuidado: a nosotros nos podrían juzgar por nuestras ideas en el siglo XXII. Y quizás no nos gustaría ver lo que dicen de nosotros.
Y Einstein era humano, imperfecto, a pesar de todo. Qué duda cabe. Se equivocó en algunas cosas. En ciencia, hubo dos casos famosos, entre otros.
Constante cosmológica.
El primero fue con su famosa «constante cosmológica«, una fuerza repulsiva que era contraria a la gravedad. Era necesaria añadirla en su teoría general de la relatividad en un universo que, en aquel tiempo, se creía inmóvil. Pero cuerpos inmóviles en el espacio se verían atraídos por la gravedad, llegando a concentrarse en un punto. Había que crear una fuerza repulsiva de orden contrario.
Luego Einstein entendió que, incluso en esa situación, un sistema así sería inestable. El equilibrio de fuerzas atractivas (gravedad) y repulsivas (constante cosmológica) entre cuerpos no se podría igualar a cero en cada punto del espacio. Y una de las dos terminaría por prevalecer.
Cuando en 1929 el astrónomo Hubble descubrió la expansión del universo, Einstein declaró: «la constante cosmológica es el mayor error que he cometido en mi vida«.
Sin embargo, tiempo después se vio que dicha constante en realidad sí existe, pero asociada al problema de lo que se conoce como energía de vacío, y que produce lo que podemos detectar como la energía oscura. ¿Qué es la energía oscura? Nadie lo sabe; pero tiende a hacer que el universo no solo se expanda, sino que lo haga a cada vez mayor velocidad.
Error en la teoría general de la relatividad.
Otro error de Einstein fue que, en su desarrollo de la relatividad general, que presentó en 1915-16, cometió un pequeño error matemático. Este error no fue descubierto de forma inmediata. Curiosamente, cuando en 1919 se comprobó que la curvatura de la luz debido a un campo gravitatorio era el esperado por las ecuaciones de Einstein, esta curvatura, según algunos expertos actuales, se forzó en sus valores para que casaran con los datos de las ecuaciones de Einstein.

Luego, cuando se dice que la relatividad general se verificó en 1919, se está diciendo algo que no puede verificarse, ni se pudo hacer entonces con la precisión con la que se quiso indicar, tal como se explica en este informe. Tanto los equipos usados no eran los adecuados, de la misma forma que la relatividad necesitaba ser modificada para solucionar el error matemático. Poco importante, pero apreciable. Sin embargo, ustedes lo leerán en muchos libros.
Por eso es tan importante acudir a las fuentes. En un nuevo experimento en 1922 se pudo confirmar, definitivamente, la relatividad general, y cómo explicaba la curvatura de la luz al paso de una masa gravitatoria como la de una estrella.
Einstein, en definitiva, fue un ser humano. Su famosa frase «Dios no juega a los dados» queriendo demostrar que la mecánica cuántica no era una teoría completa, fue otro de esos empecinamientos en los que estuvo involucrado toda su vida, incluyendo el famoso experimento EPR, que solo sirvió para demostrar, aún más, que la mecánica cuántica funciona.
Pequeños errores para grandes logros.
Pero, por favor, que nadie se equivoque: esos errores son gotas de agua en un inmenso océano de inteligencia y astucia deductiva. Los errores de Einstein solo nos confirman una cosa: incluso las mentes más preclaras cometen errores. Luego, los pequeños mortales, ¿no deberíamos entender que también los vamos a cometer? Somos imperfectos. Intentemos ser mejores cada día. Pero, como suele decirse:
No son los éxitos los que definen al ser humano, sino, principalmente, sus errores.
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