Se acerca la navidad, al menos cuando escribo esto, y ya todo es paz y amor y… virus. Sí, es noviembre de 2020, y el dichoso virus lo ha invadido todo, otra vez, en eso que llaman segunda ola. Esta navidad será distinta, eso es evidente. Y si usted pretende que no lo sea, recuerde usar todas las precauciones posibles. El virus no entiende de milagros ni de religiones.
Lo que sí es cierto es que los amantes de los libros tenemos un poderoso aliado para este tipo de situaciones: la literatura. Mediante los libros podemos escaparnos, aunque sea un rato, del tedio y las frustraciones, del dolor, y de la impotencia que muchas veces sentimos ante la crueldad de la vida.
Porque la vida es cruel, y este virus lo ha demostrado. Pero nosotros podemos convertir esa crueldad en luz y calor, con ayuda de nuestra fuerza, nuestra voluntad, y unos cuantos libros. ¿Y los niños? ¿Qué podemos hacer por ellos en estos tiempos? Mucho. Y a un precio tremendamente reducido. Sin necesidad de costosos aparatos electrónicos. Me refiero, por supuesto, al instrumento del que nacen todos los demás: los libros.
Los niños, también los no tan niños, están sufriendo mucho. Por eso es muy importante que les demos las oportunidades de evasión que tenemos los adultos. ¿Y qué mejor evasión, barata, cómoda, y segura, que la literatura? Los libros son ventanas a la imaginación y los sueños, y los niños son fábricas de sueños e imaginación. ¿Se imagina lo que puede ocurrir cuando mezcla ambos elementos? Efectivamente: una explosión de ideas para ellos, en los que poder viajar a mundos maravillosos e inexplorados.
Esa es la magia de los libros. Llevarnos a donde nadie ha podido ir antes. Pero los niños no nacen sabiendo que los libros son fábricas de sueños y de desarrollo personal. Nosotros, como adultos, tenemos una responsabilidad con ellos: desarrollar sus capacidades intelectuales y creativas mediante los libros. Una tarea maravillosa, noble, y fundamental para su futuro.
Los cimientos de un buen lector.
Ante todo, recordemos cómo se cimenta la lectura en un niño. Fíjese que los adultos lectores, en general, han vivido estas tres situaciones cuando eran niños:
- Los padres y/o su entorno han tenido la lectura como un elemento básico en sus vidas.
- Los padres y/o su entorno han tenido la casa llena de libros.
- Los padres y/o su entorno han motivado a esos niños a abrir y explorar esos libros.
Cuando se dan estas tres combinaciones juntas, el éxito está casi asegurado. Y no se trata de que el niño sea un forofo y un loco de la lectura. No tiene por qué serlo. Pero si motivamos al menor a leer, y le demostramos que la lectura es una herramienta tremendamente poderosa para disfrutar y ejercitar su imaginación, tendremos, sin duda, un futuro adulto capaz de una creatividad y una fortaleza mental enormes. ¿Qué puede dar más poder a un ser humano que una lectura sostenida de los mejores libros de una buena biblioteca?
El proceso hacia el conocimiento por la lectura.
Yo no soy un enemigo acérrimo de la tecnología. He pasado de las gigantescas computadoras a los teléfonos inteligentes, y cuando empecé a trabajar todavía había «perforadoras», mujeres que perforaban las tarjetas de cartón de los programas informáticos. Y digo «perforadoras» porque eran siempre mujeres, como las telefonistas de aquellas viejas centralitas manuales.
Pero la tecnología se nos ha ido de la mano, y ya notamos sus consecuencias. Es por ello que creo imprescindible, ahora más que nunca, una vuelta a los libros. Y es más, a los libros en papel, a la vieja y maravillosa biblioteca de libros, y a comprar un libro en una librería, abrirlo en casa, y disfrutar con el aroma del papel, y la sensación de sus páginas. Y comenzar a leerlo, lo que supone una aventura incomparable, y que ningún aparato electrónico puede dar. ¿Qué es el poder de un potente procesador de última generación frente al poder infinito de una hoja de papel, que no necesita energía, ni baterías, ni pantalla, ni materias primas extrañas y absurdas?
No. El papel es el instrumento del conocimiento absoluto. Porque cuando las computadoras hayan callado, cuando las redes se hayan apagado, y la última batería se haya agotado, entonces los libros serán de nuevo la fuente impertubable y eterna de conocimiento de la humanidad. Y entonces se verá que los libros son eternos, y su poder no conoce límites.
Todo esto es lo que debemos transmitir a las jóvenes generaciones. No solo la importancia de la lectura, sino también la importancia de entender todo el poder que guarda un libro en su interior. Una máquina del tiempo que nos lleva a hablar con autores que desaparecieron hace décadas, o siglos, y que nos transmiten su conocimiento, sus miedos, sus temores, y también sus ilusiones, sus sueños, y sus esperanzas. ¿Qué máquina es capaz de hacer eso?
Esta navidad, cada niño con su libro.
Por eso, desde este modesto blog perdido de Internet, a los pocos que lean esto, les conmino, les pido por favor, un favor: regale un libro a un niño. Sobre todo, a aquellos que sabe que no leen.
Pero no se quede ahí. Tómese un tiempo para sentarlo delante de usted, y explicarle por qué ese regalo es especial. Tómese unos minutos para contarle el poder que se esconde tras los libros. Dele a ese joven una oportunidad para entender que los libros son, desde hace milenios, los barcos en los que la humanidad ha viajado buscando nuevas fronteras de la mente, y le ha permitido crear, como ninguna otra herramienta, sociedades poderosas y cada vez más avanzadas. ¿Qué es la máquina de vapor, o el microprocesador, o el avión, o el cohete, sin el libro que explica su naturaleza a las futuras generaciones?
Un niño, un libro. Solo pido eso. Y los que me leen saben que nunca pido nada. Ni suscripciones, ni que le dé a la campanita, ni siquiera una palabra de aliento. El aliento es su atención, y mi esperanza es que esta navidad regale un libro a un joven. Un libro que le permita entender la verdad más importante del universo:
El mayor regalo que un ser humano puede tener no consiste en obtener un conjunto rígido y frío de conocimientos y datos, sino saber convertirlos en fantasía, y construir con ellos una fábrica de oportunidades para sí mismo, y para la humanidad. Los libros son el puente para transformar el conocimiento en arte y cultura. Los libros son, en definitiva, la mayor herramienta jamás creada por la humanidad para salvar a la humanidad.
Ese es mi deseo, para esta navidad y para el nuevo año. Que termine la pesadilla del virus, y que un puñado de jóvenes puedan comenzar a abrazar la literatura. ¿Qué mejor regalo les podemos dar, que un camino para aprender a imaginar y soñar?
Feliz navidad, que ya está aquí aunque no lo parezca. Y muchas gracias.
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