El orador subió al gigantesco estrado, a varios metros de altura por encima del populacho, que gritó exacerbado la llegada de su Señor. Tras unos minutos de gritos y alabanzas, en las que el orador miraba a sus fieles seguidores con rostro serio e imperturbable, el silencio se hizo presente.
Con gestos disciplinados y secos, y una voz poderosa y directa, el líder comenzó a hablar de por qué él es el Elegido para una causa noble y pura, que revertirá el statu quo actual de la sociedad, controlado por mentes corruptas y pervertidas, y llevará al pueblo a una nueva era de paz, amor, y concordia. Una paz que conllevará sacrificios, que deberán hacerse para que el líder pueda reinar entre su pueblo.
Y, para la consecución de este sueño, la argumentación es muy sencilla: o estás con el líder, o estás contra el líder. O estás con el pueblo que sigue al líder, o eres parte de ese movimiento de control de las masas que oprime las ideas y la libertad del pueblo.
O estás dispuesto a sacrificar tus bienes y tu vida por el líder, o estás vendido a aquellos que manipulan al pueblo en su propio beneficio.

La verdad absoluta es aquella que se proclama desde su tribuna. El resto solo viven de la mentira y la falsedad. No hay duda: o se toman decisiones, a veces difíciles y duras, o se hacen sacrificios, o no habrá victoria. La victoria solo se alcanzará mediante el Sacrificio Supremo: honrar al Líder, y seguirlo hasta el final, sean cuales sean las consecuencias.
Esta sería, más o menos, la definición clásica del líder populista y manipulador. Una figura recurrente en la historia de la humanidad, que surge, una y otra vez, para demostrar que es quien debe tomar las decisiones que ningún otro se atreve a tomar, para un nuevo mundo mejor para todos.
Cambie «líder» por alguna de las figuras que, a lo largo de la historia, han pervertido las ideas del ser humano y su libre albedrío, para someterlas a una voluntad, y tendrá una imagen clara de lo que suponen este tipo de personajes.

El último ha sido Donald Trump, pero la historia está llena de estos personajes. Acuden a los instintos más básicos de una población ignorante e incapaz de una racionalidad básica y una razonamiento mínimos, y con ello emplean, y se aprovechan, del gen que todo ser humano posee: el de la supervivencia, que le lleva a creer en la tribu, como concepto que engloba el «los que son como yo soy, frente a los que no son como yo soy». Cambien tribu por nación, y obtendrán el mismo resultado.
La tribu es una herencia de los orígenes de la humanidad, y de hecho se da en otras especies, donde los individuos se estratifican en jerarquías, con un líder cuyo control es absoluto. Este control absoluto nació de la necesidad de sobrevivir en tiempos remotos, en los cuales había que obedecer y seguir al líder ciegamente, porque de ello dependía la supervivencia de la tribu.

Los líderes mesiánicos, como Donald Trump, saben emplear este elemento a su favor. Contactan con los instintos más básicos y primarios de los individuos con menos formación y capacidad de razonamiento, y, debido a un sistema educativo altamente ineficiente, que considera más importante la cantidad que la calidad, y que rechaza el pensamiento racional y la filosofía, consigue obtener una simiente de millones de seres humanos que, sin capacidad de razonar y de espíritu crítico, se mueven por su instinto: el de buscar un líder fuerte que cuide de su tribu.

La solución, al menos parcial, para estos escenarios es una educación que no solo enseñe a resolver problemas matemáticos, o de física, o que enseñe que una oración tiene una estructura determinada. O que una célula tiene estos y aquellos elementos, por muy importante que sea. Lo que se requiere es de individuos capaces de razonar. Y, una vez más, la herramienta para tal fin es la filosofía. Solo la filosofía, en todas sus formas, puede ayudar al ser humano para desarrollar un espíritu crítico que le permita ignorar al líder mesiánico, y siga a líderes centrados y preparados científica y humanísticamente.

El caso de Estados Unidos es la última muestra que hemos vivido de líderes mesiánicos que se aprovechan del sistema para pervertir el sistema. Su lema es:
«No censures mi libertad de poder censurar tu libertad».
Ese es el debate. Solo un sistema justo, gestionado por hombres y mujeres formados en la razón, el método y el pensamiento crítico, pueden construir una sociedad que no será, perfecta, ni absoluta, porque la perfeccion y el absoluto no existen. Pero serán sociedades capaces de llevar a cabo grandes progresos humanísticos y científicos. Y solo el humanismo y la ciencia, con la ayuda de la razón y la filosofía, podrán ser el camino para una esperanza de la humanidad.

Aquellos que alzan las manos y la voz deben dejar paso a aquellos que usan la razón y la reflexión. Porque si cedemos al populismo una sola vez, entonces habremos perdido toda esperanza. Y ellos serán los dueños de nuestros pensamientos. Sin necesidad de chips o de vacunas; bastará su palabra vacía y hueca.
Demos una oportunidad a la razón y al pensamiento. Porque, ya lo dijo Platón:
«Si queréis vaciar las cárceles, llenad las escuelas».

Me gusta mucho tu artículo. Sobre todo rescato esta frase: «solo el humanismo y la ciencia, con la ayuda de la razón y la filosofía, podrán ser el camino para una esperanza de la humanidad». Lo único que quisiera agregar es que la ciencia, tanto la matemática como la física y otras ciencias duras, se esfuerzan por aplicar la razón. Por ese motivo hay tantos científicos que resultan buenos pensadores. A veces, cuando se imparte filosofía hay quienes lo hacen de manera tendenciosa. En cambio la ciencia educa al cerebro en la búsqueda de la razón y el razonamiento libre de tendencias permite elegir la filosofía con la que concuerda cada uno. Así lo vero yo, por lo menos. Un abrazo
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Sin duda tu reflexión es muy acertada, y podemos ver en muchas ocasiones esa manera tendenciosa de aplicar la filosofía. Por eso, por importante que sea, debe ser regulada y estar en consonancia con la lógica y la razón que dan la ciencia. Hay mucha demagogia con la filosofía aplicada a muchos modelos de vida, la publicidad por ejemplo está inundada de mensajes que pretenden ser científicos y rigurosos y son una manipulación total. Lo vemos a diario. En fin me vienen a la memoria varias anécdotas sobre esto, como aquella de la «mecánica cuántica» para vender terapias y tratamientos que solo tienen de cuántica el nombre porque viste bien. En una ocasión una amiga me pidió un libro de «cuántica» y claro, yo le di un libro de física. Me lo devolvió horrorizada a los dos días. Pensaba que la cuántica eran temas de «energías del universo espiritual» y cosas así. Fue curioso. Saludos.
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Muy buen artículo. Me interesó y me dejó intrigado
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