Vamos con una nueva entrada sobre lenguaje inclusivo, una tendencia que combato activamente desde este pequeño blog, una lucha que no gusta a muchos sectores de población. Pero, una vez más, me reafirmo, y como demostré en esta entrada anterior, el lenguaje inclusivo no tiene, en la mayoría de los casos y salvo excepciones, ningún sentido.
Una pregunta que quiero lanzar ahora a las redes: ¿el gato de Schrodinger era realmente una gata? No lo sabremos nunca. ¿Tendría que haber usado Schrodinger «gata», o quería indicar que, en definitiva, el experimento no tenía en cuenta el sexo del gato?
Lo cierto es que los propios políticos que usan y abusan del lenguaje inclusivo se están dando cuenta del ridículo que supone estar constantemente controlando cuándo y cómo usar ambos géneros. Si repasamos las grabaciones de los vídeos que publican muchos de ellos, veremos que se olvidan del género femenino cada vez más, y conforme el discurso es más largo. Es obvio: el lenguaje no es sexista, busca la economía de palabra. Los que sí somos sexistas somos los seres humanos.
Que se me acuse de machista o de ir en contra de la igualdad de género es algo que me da exactamente igual; yo he escrito decenas de textos a favor de la igualdad de la mujer, y en mis libros las protagonistas son dos mujeres, no porque quiera ser feminista, sino porque creo que he conocido a mujeres muy fuertes y poderosas, que han influido positivamente en mi vida y me han ayudado, y he querido hacerles un homenaje. Especialmente a Carmen, que en mis libros introduje con el personaje de Helen Parker. Carmen me dio unas cuantas coces en el trasero cuando yo estaba hundido, y me ayudó a salir adelante. Nunca podré agradecerle lo suficiente la paciencia y el amor que demostró conmigo.

Así que vamos con la pregunta que lanzo a las personas obsesionadas con el lenguaje inclusivo:
Si yo puedo decir:
«Los niños y las niñas jugaban en la playa«, ¿puedo entonces deducir que debo decir?
«Los gatos y las gatas jugaban en la playa».
¿Debo decir «los elefantes y las elefantas entraron en estampida en la India«?
¿Debo decir «Los perros y las perras que vende ese criador son preciosos y preciosas?»
Fíjese en esta última frase: Voy a cambiarla para tratar el género humano:
«Los niños y las niñas que juegan en ese parque son preciosos y preciosas».
Señoras y señores del lenguaje inclusivo, y vean que estoy usando el lenguaje inclusivo, porque considero que, en una presentación, es educado y correcto referirse a ambos géneros: «¡Señoras y señores, con ustedes, Los Beatles!»
Ahí sí lo veo. Pero, volviendo a los niños y las niñas: ¿he de decir «son preciosos y preciosas»? ¿O solamente «preciosos»? ¿O solamente «preciosas»? ¿O contar cuántas veces he dicho «preciosos» para que se equilibre con las veces que digo «preciosas»?
Algo falla, al menos así lo creo. Volviendo a los elefantes y las elefantas, ¿he de decir solamente «los elefantes entraron en estampida en la India»? ¿Por qué? ¿Porque son animales, y no hay desigualdad de género entre los animales?
Si eso es así, habría que preguntarle a las elefantas. Pero, bromas aparte, ¿por qué es correcto decir «los elefantes entraron en estampida» y no es correcto «los niños jugaban en el parque»?
Lo cierto es que si escribo un libro y empiezo con elefantes y elefantas, gatos y gatas, perros y perras, los lectores van a decirme que estoy loco. Y tendrán razón. No tiene sentido, porque el lenguaje no es sexista, los sexistas somos los seres humanos.

Quedo a la espera de la refutación de estas preguntas, si alguien se anima a ello. Mientras tanto, seguiré pensando que el lenguaje inclusivo es absurdo, y seguiré abogando por usar el lenguaje de forma correcta, que es mediante la economía del lenguaje.
E insisto, si alguien cree que soy machista o antifeminista, no me conoce en absoluto. Pero cuando se ha de decir basta, se ha de decir basta. Y esto del lenguaje inclusivo ha llegado tan lejos que por sí mismo está perdiendo la fuerza que nunca debió tener.
Mientras perdamos el tiempo con el lenguaje inclusivo, y no con la educación en valores de igualdad, nunca, repito, nunca, tendremos una sociedad realmente igualitaria. Ahí es donde debemos trabajar. Ya, desde hoy. Y desde este momento. Muchas gracias.
👏👏👏👏👏👏
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Técnicamente, sería «le gate de Schrodinger» XD. Resultado: estupidez humana llevada a su expresión más sublime.
Otras lenguas, como el inglés, no tienen el falso dilema que le hemos creado al español: fíjate lo difícil que se hace encontrar una buena traducción que complazca a toda la peña de «La mano izquierda de la oscuridad» de la Leguin o de cualquier obra de Ann Leckie, dónde el género no es binario (o simplemente no lo hay).
¿Solución? Pues no dedicar tanto tiempo a tonterías, aceptar y defender el castellano tal cuál es. Porque yo no lo voy a torcer para complacer a nadie y si me cuelgan por los cordales con el temita, me la trae al pairo.
¿Quieres inclusividad? Aprende esperanto, que no tiene género. A ver cuantos te acompañan en tu empresa y te entienden. La RAE es inflexible con ese particular, pero incluso (e inclusive) su opinión me tiene sin cuidado. Para forzar el inclusivo es necesario que la mayoría de los hablantes de una lengua lo adopten. Buena suerte con eso de que Latinoamérica en pleno diga «le gate» y no suene que Napoleón ha revivido entre nosotros. Y ¡a silbar a la vía! Un placer coincidir contigo, como de costumbre.
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Gracias por tus palabras, totalmente de acuerde xD
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