La literatura ha evolucionado mucho a lo largo de los siglos, y lo ha hecho conjuntamente con la evolución de las sociedades. Así pues, en la Edad Media teníamos al clásico héroe, que era guapo y fuerte e iba en caballo, y salvaba a la desvalida princesa que siempre estaba raptada por un dragón, o por el malo de turno, que invariablemente también era un hombre.
Recordemos que, cuando Cervantes escribió el Quijote, lo hizo en un contexto. Ese contexto era la inmensa cantidad de libros de caballería que se publicaban en aquellos años, y que inflexiblemente mostraban a héroes absurdos y ridículos en mil gestas heroicas. Cervantes escribió «El Quijote» precisamente para burlarse de esos libros de caballería, y escribir la que probablemente sea la parodia más famosa del mundo, la del ingenioso hidalgo y caballero Don Quijote de la Mancha.
También la literatura griega estaba llena de grandes héroes y dioses, personajes adecuados a su estilo, pero alejados de la realidad cotidiana de las vidas de los lectores mortales. Precisamente eso es lo que atraía a tantos a leer obras como la Odisea de Homero. De todo eso quiero hablar hoy aquí.

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